You Are My Universe

♡ Día 4. Beso Indirecto.

Para su tercera cita, Tanjiro es quien la organiza. Pagando algunos favores con sus compañeros de la cafetería, logra tener el fin de semana libre para estar con el chico que le gusta. Sus amigos lo han visto feliz y les cuenta del tema.

—Así que te has enamorado —dice Zenitsu recargando su codo sobre la barra—. Yo creí que trabajando aquí podría conseguir citas con las chicas que vienen a comprar.

—¿Cómo lo vas a hacer si las acosas? —gruñe desde el otro lado Inosuke, quien está barriendo el lugar.

—Yo no acoso a nadie, solo les digo que son hermosas mujeres y que huelen delicioso —se enfurece Zenitsu con ese comentario.

—Y a todas les anotas tu celular en el vaso, ¿alguna te ha llamado? —pregunta Tanjiro mirándolo con seriedad.

—Quizá estás ladrando al árbol equivocado y debes de buscar más opciones, Tanjiro lo encontró en un hombre. Él es feliz —agrega Inosuke acercándose.

El rubio no dice nada, se interna en la bodega con la excusa que hará inventario antes de que se vayan a ir. Tanjiro

En la mañana de la cita, prepara la comida para la salida al campo. Busca una canasta entre las cosas de su mamá y el mantel. Sus padres están enterados de sus gustos y que está saliendo con Giyuu, agradeciendo que ambos lo apoyan. Se alegran por la felicidad de su hijo.

Dentro de la canasta agrega unos onigiris que él mismo preparó, unas galletas de arroz que tanto le fascina, también preparó unos bento con deliciosa comida. Agrega unas botanas y dangos que compra camino hacia el punto de reunión.

Se arrepiente de haber sugerido ir al campo y no a un balneario o incluso a la playa. Aún con bermudas, camisa ligera y sombrero no soporta el sol.

Abajo del reloj del parque, Giyuu está protegiéndose del sol con las copas de un árbol. También luce fresco, atractivo con esas gafas oscuras qué Tanjiro siente que su corazón se detiene.

—Lo siento por llegar tarde —se acerca a él.

—No te preocupes, acabo de llegar —contesta Giyuu toma la canasta para ayudarlo—. ¿Nos vamos?

—Si —sonríe Tanjiro tomando la mano libre del azabache.

Ya no les da pena caminar de la mano, se sienten mucho en confianza para este acto, pero hay otros en que se quedan totalmente paralizados por la cercanía. El otro día se encontraron en el tren, como ya acostumbran verse en las mañanas, siendo totalmente acorralados contra una de las paredes del vagón estando demasiado cerca. Tenían el rostro totalmente rojo por estar pegados pecho con pecho. Tanjiro pudo oler su deliciosa colonia y Giyuu pudo inhalar el aroma dulce del shampoo que desprende su cabello.

Los besos en las mejillas es lo más cercano que han tenido y no son capaces de ir más allá por lo tímidos que son.

Llegan al campo que Tanjiro escogió para esa cita, siendo un lugar muy agradable con una vista cercana a un lago. Pareciera que está algo escondido, ya que no hay nadie más que ellos. Escogen quedarse debajo de un árbol que les ofrece sombra y el aire es fresco.

Ambos se quitan los tenis para sentir el pasto en sus pies y recostarse sobre una manta estando un poco cerca mirándose a los ojos.

—Quizá en otro fin de semana podríamos ir a la playa, sería delicioso sentir el mar —sugiere el menor.

—Me gusta la idea —contesta Giyuu.

—O podríamos ir a acampar en las montañas, mis compañeros de la carrera hablan de la montaña Natagumo, dicen que es un lugar para pasar una noche de terror con cuentos e historias —platica Tanjiro.

—¿Te gustan las historias de terror?

—Un poco, aunque termino con pesadillas en las noches cuando veo películas. Lo único que no me gusta es cuando hay desmembramientos, sangre, todo eso.

—Me gustan las de suspenso, las de terror ya no son tan buenas como antes.

—Es cierto, siempre es la misma situación. El matón del pueblo asesinando a los estudiantes que llegaron a su territorio.

—Escuché hace mucho del terror de la montaña Natagumo, es una leyenda de que vivían una enorme familia de arañas ahí. ¿Habrá sido cierto eso?

—No lo sé, no me gustaría encontrarme con arañas gigantes.

Se quedan mirándose unos momentos, dedicándose bonitas sonrisas y entrelazando los dedos, hasta que el estómago de Tanjiro ruge de hambre. Tomioka ríe enternecido al ver como se encienden las mejillas del otro.

—Creo que es hora de comer, ya quiero probar lo que trajiste —Giyuu se incorpora y se sienta.

—Espero que te guste, lo preparé con mucho cariño.

Giyuu se sorprende mucho por los alimentos al abrir uno de los bentos, los onigiris están acomodados perfectamente y nada se ha deshecho. En otro compartimento hay tempura de camarón y sushi de salmón.

—Muchas gracias por la comida —sonríe Giyuu.

—Lo preparé pensando en ti —Tanjiro se muestra tímido ante esa sonrisa—. Lo único que no hice fue el postre, ese lo compré.

—Lo probaré, pero por el olor puedo notar que todo es delicioso.

El azabache queda totalmente encantado de probar todo lo que Tanjiro se esforzó en preparar para esa agradable cita. Todo el sazón y el sabor lo mantuvo con una sonrisa.

Tanjiro se percata qué Giyuu tiene granitos de arroz pegados a su rostro, dándole mucha ternura. Toma uno que queda muy cerca de los labios y se lo come, dejando a Giyuu sonrojado.

—¡L-lo siento si te molesta! —se pone Tanjiro nervioso al ver que el otro no hace nada—. Esto... Mejor comamos el postre.

De una cajita de unicel bien acomodado, Tanjiro saca un par de dangos, dándole uno a Giyuu, quien continúa aún nervioso mientras se retira los restos de comida con una servilleta.

Giyuu mira como Tanjiro toma un dango con sus labios para sacarlo del palillo. Se acerca lo suficientemente cerca para robar una mordida de ese dango, quedando demasiado cerca del menor.

La respiración en Tanjiro se detiene por completo al sentir rozar ligeramente los labios de Giyuu al morder el dango que tiene en sus dientes. La sangre sube totalmente en el rostro del chico barista, que incluso ve como sus orejas se coloran.

El mayor ríe. Sintió el impulso de acercarse para ver cómo reaccionaría Tanjiro y ver que se ha quedado demasiado nervioso y rojo, se siente satisfecho.

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