♡ Día 2. Tomarse de la mano.

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Últimamente estos días han sido maravillosos para Giyuu. Le agrada mucho su nuevo interés amoroso y aunque solo han tenido pequeñas charlas en el parque o cuando se encuentran en el transporte público, disfruta cada minuto con él.

A decir verdad, sus horarios de trabajo son un poco complicados para poder coincidir, pero eso es lo que menos les importa a ambos.

Esa tarde se sientan a comer un pequeño almuerzo mientras Giyuu toma la hora de la comida.

—¿Por qué tu jefa suele ser muy complicada? —pregunta Tanjiro.

—Ni yo lo sé, ya parece más personal qué laboral —contesta Giyuu.

Pareciera que a Kocho Shinobu le gusta molestar a Giyuu y se aprovecha que es superior a él. Es el juego favorito de la señorita y como a Giyuu no le gusta pelear, decide hacer las cosas sin tener que discutir o reprochar.

—Sabes... —Las mejillas de Tanjiro se vuelven rojas—. Este sábado descanso y me gustaría que...

—¿Quieres tener una cita? —se apresura Giyuu al escuchar que estarán libres en el mismo día.

—Si, me has ganado —ríe Tanjiro un poco nervioso.

—¿A dónde te gustaría ir? ¿Al parque, a un acuario?

—He pensado que podríamos ir al jardín botánico y después pasar a comer algo delicioso —sugiere Tanjiro.

—Hay un jardín botánico con vitrales, suena interesante —agrega Giyuu.

—Está un poco lejos, ¿no crees?

—Si un poco, pero podemos pasar más tiempo juntos.

Eso último que dijo suena demasiado natural. Ambos se sonrojan y miran hacia otro lado para ocultar los nervios.

—B-bien, entonces te veo en la estación de tren que nos bajamos para llegar al trabajo.

—D-de acuerdo.

Ese almuerzo termina al momento que Giyuu debe volver a la oficina. Llegando, en vez de adelantar su trabajo, se dedica a ver sobre el lugar que sugirió e incluso comienza a trazar la ruta que tomarán para llegar y algún restaurante para comer después del paseo.

La emoción de tener una cita con el chico barista lo pone muy ansioso y no puede esperar a que llegue el día.

El viernes antes de irse a acostar, se imagina todo lo que podrán hacer. No se han besado ni tampoco han tenido alguna cercanía entre ellos, pero le gustaría demostrarle cuánto le gusta.

Le gusta muchísimo Tanjiro.

Intenta dormir, pero sus pensamientos lo mantienen despierto. Gira de un lado y no se acomoda. Gira del otro y tampoco. Coloca música y no funciona, también una meditación y nada.

Entonces ve que le llega un mensaje de Tanjiro. Lo abre de inmediato y encuentra qué dice:

"¿Tampoco puedes dormir?"

"No. Mis pensamientos no se callan y en verdad quiero dormir". Le contesta Giyuu.

"También yo, no dejo de pensar en lo de mañana".

"Tampoco yo, ¿tienes algún consejo para que podamos dormir?".

"Cerrar los ojos. No se me ocurre de qué otra forma".

"Eso podría ayudar, si no sintiera los nervios de mañana. Ya quiero pasar tiempo contigo" Giyuu aprieta los labios después de enviar eso y ver que Tanjiro ya lo leyó.

"Estoy en las mismas, no sé como controlar estas emociones. No será un tiempo relámpago, si no nuestra primera cita".

"Y hablando de la primera cita, he pensado que podríamos pasar a comer algo cerca de ahí. Quizá podamos ir por pizza o hamburguesas, o algo más tradicional como tempura o udon".

"Me gusta la idea del udon y tempura".

Pareciera que ninguno quiere cortar con la conversación. El error de ambos es quedarse platicando toda la noche.

Al día siguiente se encuentran en la estación a medio día y ambos se notan cansados. Estando juntos en la estación del tren, ambos se sientan y recargan sus cabezas uno junto al otro.

—En algún momento me quedaré dormido —susurra Tanjiro.

—Puedes hacerlo, nos falta un tramo largo —bosteza Giyuu.

Poco a poco se van quedando dormidos, pero Giyuu no se queda del todo dormido. Teme que se queden dormidos y se pasen a la estación que deben de bajar.

Siente una sensación muy bonita al sentir a Tanjiro en su hombro descansar, no quisiera despertarlo, pero viendo que llegarán a la estación debe hacerlo.

—Tanjiro, aquí bajamos —le susurra el azabache.

El mencionado bosteza y se talla el ojo. Ambos bajan de la estación y caminan con tranquilidad hacia su destino en lo que Tanjiro trata de despabilarse.

—La verdad es que si me ayudó mucho dormir ese rato —confiesa Tanjiro con una sonrisa.

—Yo pude descansar un poco, pero no quería pasarme de la estación —contesta el azabache.

—Tu sentido de responsabilidad no puede contra la mía. Me he quedado dormido en muchas ocasiones —contesta Tanjiro—. Entre la carrera y el trabajo no puedo hacer tantos malabares.

—Eso no es nada, terminando la carrera te darás cuenta que es más difícil el mundo laboral y querras volver a la escuela.

—No me desanimes —hace un pequeño puchero el menor.

Llegan al lugar, dándose cuenta que es más hermoso y llamativo que lo que venía en los folletos. Tanjiro se emociona demasiado y contagia a Giyuu. Ambos se toman muchas fotografías entre los vitrales que representan algunas obras de arte reconocidas en el mundo. Las flores también son tan llamativas, que Giyuu piensa que debería comprar algunas para adornar su departamento.

Los corazones de ambos están muy alegres por compartir ese momento juntos. Llegando al jardín de los girasoles, Giyuu se siente totalmente asombrado al ver a Tanjiro posando junto con esas hermosas flores solares, pareciera que el chico deslumbra más que cualquier otra flor.

—¿Por qué sonríes así? —pregunta Tanjiro mientras se acerca a su compañero.

—No es nada, es solo que he encontrado mi nueva imagen para fondo de pantalla en mi celular —contesta Giyuu.

La sangre se sube en el rostro de Tanjiro y se aleja un poco, para esconder sus nervios. Giyuu ríe y corre detrás de él, tomándolo de la mano para detener su andar.

—Me interesas y mucho —dice Giyuu con suavidad.

—Y-yo —Tanjiro se muerde el labio y la sonrisa enorme que tiene en su rostro es más que suficiente para dar a entender que siente lo mismo—. A mi también me interesas... me gustas.

Ahora es Giyuu quien se lleva la mano libre al rostro. No esperaba esa clase de confesiones.

—Sigamos caminando, hay una sección de muchos bonsai —Tanjiro entrelaza los dedos con los de Giyuu.

—De acuerdo —sonríe levemente.

Desde ese momento, se quedan tomados de la mano. Caminan como una pareja y esa barrera de nervios y miedos continúa desmoronándose, logrando que los chicos tengan la confianza de mantener esa cercanía.

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Continuará,

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