♡ Día 9. Beso en la frente.

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En las vísperas de navidad, Tanjiro planea una cita perfecta ahora que cumplirán meses como novios.
Había escuchado el otro día en el trabajo de una feria con un festival invernal. Busca en su celular el sitio web para informarse más. Le encanta la idea, los juegos mecánicos, los puestos de destreza y sobre todo la comida que habrá. 

No duda en enviarle el folleto a su novio por mensaje, diciendo que sería una excelente forma de pasar su aniversario juntos. Giyuu acepta la idea, ambos fijan la fecha y hora para ir a la feria.

—Entonces, ¿mi hermano tiene novio? —entra su hermana a la habitación, tomando asiento en su cama.

—Si, somos novios —sonríe Tanjiro con las mejillas algo rojas.

—¿Cuándo lo traerás a casa? Quiero conocerlo —dice la joven pelinegra mirando con detenimiento su habitación.

—Algún día. Podría decir que en alguna cena de navidad o año nuevo, pero él saldrá de la ciudad para visitar a su familia.

—Que pena, será para otra cena. Me sorprende que papá lo acepte.

—Si, aunque ya lo amenazó en que cazó un oso con una hacha.

—¡Ay! También le dijo eso a mi novio —frunce el ceño la chica—. Otro poco y le dice que es campeón de los guantes de oro de algún pueblo perdido.

Tanjiro ríe por ese comentario. Creía que sería su mamá la celosa por tener una pareja estable, pero es más su papá. Solo espera que no sea extremista.

Llega el día prometido para esa bonita cita romántica. Tanjiro lleva una mochila en la espalda para guardar una sudadera negra con verde que le tiene cariño y le protege del frío invierno. 

También como no lo verá en estos días, lleva consigo un bonito regalo para que su novio lo recuerde mucho: una pulsera de pareja. Son unas cuentas negras y tiene un pequeño imán que al unirlo con el de la otra pulsera se hace un pequeño corazón.

Quizá es un poco cursi, pero le gustó mucho la idea. Lo mete dentro de una bolsa de regalo y la guarda dentro de su mochila.

Se reúnen en el parque para tomar juntos el tren e ir a la feria. Queda a una hora de sus casas, pero ambos creen que vale la pena. Llegando al lugar, se dan cuenta que sus expectativas quedan pequeñas a lado de la realidad. 

La feria es muy grande, hay música agradable y pareciera que visitan un pueblito en el Polo Norte.

—Tiene muchísimo tiempo que no voy a una feria —dice Giyuu tomando la mano de Tanjiro—. Mis compañeros del trabajo también me hablaron de este lugar y dicen que es un ambiente agradable.

—Estoy muy maravillado por este lugar, aprovechemos el día —Tanjiro avanza un poco, jalando a su novio.

Miran un mapa del lugar para saber por dónde comenzar a subir a esas atracciones interesantes. Empiezan con la montaña rusa, ambos resistiendo ante las altas velocidades y cambios bruscos. También suben a las tacitas salvajes.

Una vez recuperando su estómago, van a los carritos chocones. Ambos se divierten como pequeños niños y lo mejor es que lo hacen en pareja. 

Comen unas hamburguesas con papas en la zona de comida. Después van a uno de los puestos de destreza para que vean quien tiene más suerte en ganar un peluche en el juego de los aros.

Giyuu gana un peluche de zorrito muy bonito en el primer juego, pero en el puesto de tiro al blanco es Tanjiro quien gana un peluche de tanuki.

Como broche de oro suben en la rueda de la fortuna. Giyuu se siente un poco inseguro si es buena idea o no, pues le teme a las alturas, pero en el momento que Tanjiro toma su mano, se siente seguro.

—No va a pasar nada —le dice Tanjiro sin soltar su mano—. Se puede ver la ciudad desde aquí.

—No quiero ver, aquí estoy bien —Giyuu cierra los ojos.

—¿Cómo pudiste soportar estar en esos juegos rápidos y aquí estás temblando?

—Porque aquí es diferente, vas lento y esto se puede mover con el aire —contesta el azabache.

—¿Entonces no podremos saltar con un paracaídas? 

El azabache niega con la cabeza. Tanjiro ríe. Al bajar, se sientan en una banca para que Giyuu se sienta más tranquilo. Ya las luces se han encendido y el momento luce tan precioso que cualquiera sentiría el aura romántica.

—Tengo algo importante que darte, espero que te guste mucho —dice el menor—. Es para que me tengas presente en tu día a día.

Le entrega la bolsa de regalo y Giyuu se sorprende. Al abrirla, encuentra la bonita pulsera.

—Muchas gracias, por supuesto que siempre estás presente en mi día a día. Te pienso en cada momento y agradezco que en nuestros trabajos nos dejen usar el celular para poder hablar. 

—Lo más bonito es que hacemos juego —Tanjiro alza su muñeca para enseñar la suya.

Giyuu sonríe, recargando su cabeza sobre el hombro de su novio mientras observa como las pulseras se unen. Está muy feliz. 

Por supuesto que el azabache también le da un regalo: un porta retrato con una fotografía muy bella, donde ambos se tomaron una selfie el día que Tanjiro se le declaró en el campo.

Vuelven a la ciudad donde viven, siendo Giyuu el que acompaña a Tanjiro hasta su casa para dejarlo. Ambos no se quieren separar, por lo que se mantienen abrazados por mucho tiempo. 

El azabache deja sus labios sobre la frente de su querido novio, dejando un suave y dulce beso.

—Te quiero, Giyuu.

—También te quiero.

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