♡ Día 12. Anillos de promesa.

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Durante las fiestas decembrinas, Tanjiro y Giyuu no se ven, ya que el mayor fue a casa de sus padres para visitarlos como acostumbra cada año. El menor siente la ausencia del otro y aunque se mantienen hablando por mensaje o videollamadas en la noche, se siente extraño no verlo en las mañanas camino al trabajo.

Pasando el año nuevo, Giyuu y Tanjiro organizan una salida nueva, ya que no se vieron en esas temporadas. Por supuesto que se extrañaron muchísimo y en cuanto se encuentran, Tanjiro se lanza a sus brazos para ser recibido.

—Te traje una bufanda —dice Giyuu mientras saca de su chamarra una bufanda doblada, color azul.

—Muchas gracias —sonríe Tanjiro tomándola para colocarla en su cuello—. Me gusta mucho, ya quería comprar una.

—No quiero que te resfríes —sonríe el azabache.

—No será así, aunque me preocupan tus manos —Tanjiro también saca de su chamarra un par de guantes con la punta de los dedos cortados—. Sé que odias los guantes completos porque no puedes teclear en tu computadora o celular.

—Amo que me conozcas tan bien —sonríe Giyuu besando la mejilla de su novio al momento de tomar los guantes—. Los usaré ahora mismo.

Caminan del brazo mientras caminan hacia un pequeño restaurante que Tanjiro encontró hace unos días. Es de concepto italiano y aseguran que tienen la mejor pasta de la ciudad.

Se sientan para platicar como la pasaron con la familia, los regalos que recibieron y la comida que cenaron.

—Les hablé de ti a mis padres —dice Giyuu mientras enrolla la pasta en su tenedor.

—¿De verdad? ¿Y qué te dijeron?

Giyuu se sonroja un poco mientras desvía la mirada, aprovechando llevarse el bocado a la boca para ahorrar tiempo. Tanjiro se siente un poco inquieto ante esa charla.

—Les dije que eres un chico agradable, que nos conocimos en el tren y que hemos tenido muchas salidas. Dicen que te aceptan por hacerme feliz y sonreír —contesta el azabache con las mejillas rojas—. Además de que tiene un enorme corazón, es como mi propio sol.

—Basta, me sonrojas —Tanjiro se cubre con sus manos.

—Solo dije la verdad.

Terminando de comer, ambos deciden caminar por el parque que está cerca, decididos subir al mirador para ver el atardecer juntos. Antes de eso, pasan a comprar chocolate caliente, pues el invierno es más notorio que otros días anteriores.

Llegan a lo alto de una colina, cuyas bancas dan la vista más preciosa que pueden apreciar. Pueden ver cualquier punto de la ciudad sin problemas y sobre todo, ver como el sol se oculta.

Tanjiro trae dentro de su mochila una cobija para cubrir a ambos, pues sabe bien que Giyuu es muy friolento. También el azabache trae unas galletas de arroz que le gusta muchísimo a su pareja, para compartir el momento.

Pegan sus cabezas lo demasiado cerca para sentir el calor del otro. Ambos disfrutan de una bonita calma en esos momentos, la compañía y la cercanía que tienen une sus corazones. Son tan felices juntos que no quisieran que se separaran.

—¿Sabes? Estos meses juntos han sido los más bonitos de mi vida —susurra Giyuu sin apartar la vista a la puesta de sol—. Estuve pensando en muchas cosas mientras estuve lejos de ti.

—¿A sí? ¿Qué cosas? —pregunta Tanjiro prestando atención absoluta a esta conversación.

—Eres mi primer novio, mi primer amor, mi primero en muchos sentidos y cada día voy aprendiendo algo nuevo a tu lado. Siempre tenemos una nueva experiencia que agregar a nuestros libros de recuerdos. Mi departamento se ha llenado de las bonitas fotografías que nos tomamos —se incorpora para ver a Tanjiro—. Cuando te veo, mi corazón se acelera y hay ocasiones que siento que mi ser tiembla cuando me tocas. Yo... no quisiera que todo esto que tenemos termine.

—No va a terminar, nunca va a terminar —Tanjiro toma las manos de Giyuu, sintiendo que están un poco frías de las puntas—. Nuestro amor ha crecido poco a poco porque hemos hecho que las cosas fluyan de esta forma.

—Lo sé, todo eso lo he pensado y quiero decirte algo importante —Giyuu busca entre sus bolsillos algo y en cuanto lo encuentra, muestra una cajita negra.

Tanjiro se queda sin aliento al ver que lo que hay dentro es un anillo muy bonito de color dorado.

—Giyuu... —Tanjiro se lleva las manos a su rostro.

—Espera, déjame terminar —dice el azabache mirando con profundidad a los ojos del otro—. Sé que quizá esto sería ir muy rápido, pero en verdad quiero que seas mi primera y última pareja, no quiero a nadie más que a ti. Por eso, te prometo con este anillo que te amaré por la eternidad, un símbolo que lo nuestro es lo más real y único que existe. Quiero que Tanjiro viva conmigo para siempre.

Los ojos de Tanjiro se llenan de lágrimas y esboza una sonrisa muy grande. Giyuu se da cuenta que Tanjiro busca algo dentro de su chamarra y muestra también una cajita aterciopelada.

—Me has ganado, tenía todo un discurso preparado, pero resulta que... —abre la cajita para mostrar también un anillo dorado—, resulta que quiero exactamente lo que dijiste. Quiero una vida con Giyuu, tener muchos sueños y planes, vivir juntos. Sé que estoy empezando a trabajar, pero si somos un equipo podremos comprar una casa más grande. Viajar y disfrutar cada momento juntos. Quiero que no solo seas mi pareja, si no mi compañero de vida.

Ahora es Giyuu quien tiene los ojos llenos de lágrimas. Intercambian esos bonitos anillos de promesa y se asombran que les quede perfectamente bien en el dedo anular. Alzan sus manos para ver como brillan esos bonitos anillos de oro con los pocos rayos del sol que emite antes de ocultarse.

—Entonces, es una promesa —sonríe Tanjiro.

—Si —sonríe Giyuu.

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