14

30 7 0
                                    

Una semana después de la bienvenida, Hugo junto con los demás estudiantes que participaron del intercambio en las diferentes escuelas de magia, se encontraba realizando las actividades para poder finalizar el año escolar de acuerdo con el plan de estudios de Hogwarts.

Por su parte, Rick y Zachary estaban próximos a presentar los EXTASIS según los lineamientos determinados por el Ministerio de Magia londinense como parte de la culminación de la etapa escolar básica, sin importar cual fuese la carrera a continuar por los egresados; ésta al igual que otras reformas en la escuela, fueron introducidas por la Ministra Granger buscando ampliar el horizonte laboral de quienes no creían poder acceder a cargos como Aurores y Medimagos, y vieron como en su futuro se daban nuevas oportunidades para ellos y sus familias a pesar de no provenir, en muchas ocasiones, de nobles apellidos, o tener excelentes en sus exámenes de promoción escolar.

Sin embargo, esa mañana a diferencia de las otras, se tenían dos anuncios de importancia para los estudiantes de quinto y séptimo año, la directora McGonagall se encontraba eufórica, lo cual era difícil de ver en ella, aumentando las expectativas en los jóvenes de todas las casas.

El sonido del Himno de Hogwarts completó lo peculiar de la situación, Minerva les pidió guardar silencio y con calma explicó la razón de su alegría.

—Por tal motivo los exámenes se adelantarán, para que tanto los alumnos de sexto y séptimo año puedan participar en el Torneo.

Los murmullos retumbaron en el salón, nadie entendía como después de tantos años se quería realizar una competición que provocó más de un muerto, el último fue ganado por Harry Potter ya hacía casi tres décadas, por eso los ojos de los integrantes de las diferentes casas se fijaron de inmediato en Albus.

—Antes de la última prueba tendremos el baile de graduación en el cual pueden participar todos los estudiantes del colegio, y será el inicio del Torneo de los Tres Magos.

La felicidad fue para los de primer año que comenzaron a hacer planes sobre a quienes apoyarían en las pruebas y como disfrutarían de la comida y las travesuras a los estudiantes que se graduaban, esto disminuyó la tensión en el grupo y permitió al ojiverde descansar de la atención que repentinamente fue devuelta a él por el comentario inoficioso de Rose, que manifestó que ese día podrían anunciar lo de su matrimonio.

El segundo aviso no fue tan espectacular como el primero, los exámenes comenzarían en menos de ocho días, y los evaluadores del Tribunal Mágico llegarían esa tarde para revisar los promedios de los de séptimo año de las cuatro casas teniendo una entrevista con cada uno de ellos para conocer sus expectativas, esto en parte causado por el intercambio que la ministra permitió con las escuelas de magia alrededor del mundo.

Al finalizar la orden de la Directora fue regresar a sus clases, pauta que Albus decidió evadir para marcharse a la Sala de Menesteres, un lugar que se convirtió en esos días en su refugio y la manera más fácil de aislarse de lo que ocurría en el resto de Hogwarts. No obstante, su sitio secreto parecía haber sido profanado por quien menos pensó hallar ese día.

Sentado en el cómodo diván se encontraba Scorpius Malfoy leyendo el libro de pociones que alguna vez perteneció a Severus Snape, y que por azares del destino, fue encontrado antes de un examen por Albus en el sitio donde su padre lo escondió en la sala de menesteres después de casi asesinar a Draco Malfoy, una historia que a su padre poco le gustaba contar, aunque Rose adoraba y en esos años, junto a la de Hermione rompiéndole la nariz al rubio, parecían el mejor recuerdo de que eso se merecían esos estúpidos.

Los que en un pasado fueron amigos se miraron sin ninguna emoción, después de un incómodo silencio fue Potter quien decidió dar por terminado el encuentro.

Punto y AparteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora