La Madriguera, compartir con sus abuelos y contarle a Albus todo lo que había pasado con Scorpius, eran algunas de las prioridades que Hugo Weasley tenía. Pronto cumpliría dieciséis años, y por la relación que su primo sostuvo con Malfoy, quería pedir su consejo para saber si el sentimiento que tenía por Zachary era normal o un simple capricho.
Lo que no esperó fue encontrarse con una oda en contra de los magos pura sangre, con comentarios despectivos hacía los Malfoy y, como la cereza en el helado, a la profesora Augurey Rowle invitada a su cena de bienvenida.
En esa parodia de vida feliz, su padre y Harry le pedían con la mirada que tuviese calma, había algo que no era normal en esa situación, el problema era saber qué.
—La verdad es que no me sorprendió saber que estaba con Snyde —dijo Rose llevándose a la boca un poco del guiso que Molly cocinó en honor a Hugo, para luego dirigir su comentario directamente a Albus—. ¿Te das cuenta que nunca me equivoqué? Al menos aceptaste la apuesta.
—¿Apuesta? —para Hugo esa frase le hizo volver la atención a la pelirroja que parecía la verdadera festejada, ya que desde que sirvieron adicional a despotricar de los Sangre Pura, sólo escuchó halagos a Rose por sus notas, por su cabello, por sus ideas, por ser la próxima esposa del hijo del Salvador del Mundo Mágico, y él que llegó con una recomendación para tomar clases particulares con los Inefables por su rendimiento académico en pociones, ni siquiera recibió un "bien hecho" como felicitación.
—Poco antes del cumpleaños de mi "nena", ella me hizo caer en cuenta que Scorpius estaba enamorado de mi —explicó Albus haciendo una mueca de asco—. Para no hacer el cuento muy largo, cómo ambos sabíamos de los sentimientos de quien consideraba "mi amigo", optamos por una apuesta, Rose la ganó y el premio fue hacer pública nuestra relación.
—¿Todo lo que tuviste con Scorpius era mentira?
Albus asintió mientras le besaba la mano a la pelirroja que sonrió aceptando la muestra de afecto.
—Jamás me metería con otro hombre, casi vomito cuando lo vi en el aeropuerto con Rick.
—Por personas como ustedes es que los mortífagos existían, ¡dan asco! —grito Hugo indignado.
La mesa quedó en silencio, en las dos batallas mágicas los presentes habían tenido bajas considerables por culpa de los colaboradores de Voldemort, una de ellas era la de su tío Fred.
—¡Discúlpate por lo que acabas de decir Hugo! —Hermione ordenó a su hijo corregir las palabras que pronunció, el mencionado se limpió la boca con la servilleta, agradeció a sus abuelos dándole un beso en la frente a la mujer que lo veía con dolor, preguntando el por qué de la afirmación.
Hugo salió del comedor sin importarle el chillido de su madre, quería abandonar ese lugar, las cosas cambian con el tiempo, pero su familia parecía sacada de una pintura surrealista de las que vio en los museos muggle de Paris, viviendo del dolor, el resentimiento y envueltos en los mismos prejuicios que tanto rechazan.
Caminó fuera de la casa sin un rumbo definido, pasó por el jardín y cruzó la cerca hasta verse rodeado de arboles que le ubicaron de inmediato en el campo improvisado de Quidditch donde sus tíos jugaban.
Se escondió entre las raíces de uno de los más grandes, lanzó un protego y se quedó pensando en lo que acababa de escuchar, no podía dar crédito al engaño, el Albus que llegó al carro con Rose no era el mismo que salió a buscar el ticket del parqueadero, en esa historia faltaba algo y por más que quisiera pensar que no tenía nada que ver con Augurey Rowle, la única que parecía feliz con todo lo que ocurría era esa mujer.
El ruido de botas sobre la hojarasca y la voz de Ron le tentaron a salir de su escondite, bastaron segundos para detenerse cuando Rowle llegó al lado del pelirrojo.
—Deberíamos lanzar un Revelio o un Finite Encantate, no sabe que tanto aprendió su hijo en Rusia.
Ron fijó por unos instantes la mirada en donde Hugo se hallaba, la bruja levantó la varita, sin embargo, al verlo repetir la acción con dos o tres árboles más, desistió para continuar detrás del menor de los varones Weasley que se devolvió argumentando que lo más seguro es que se hubiese escapado con alguno de los trasladadores que su padre escondía en el cobertizo.
Hugo lo observó agacharse en achaques de apuntar una de sus botas dejando algo en el suelo, para luego dar alcance a Rowle que le ordenaba estar más al pendiente, ahora necesitaban volver a Hogwarts lo antes posible, ya que el tiempo se acababa. Cuando se sintió seguro salió para recoger lo que su padre le dejó, una advertencia de que debía mantenerse al margen y de ser necesario tomar partido a favor de Scorpius, pero sobre todo, la promesa de que él y Harry le apoyaban a pesar de que pareciese lo contrario.
Esperó hasta que las luces de la casa se apagaron para entrar procurando hacer el menor de los ruidos, ese fin de semana estarían todos en La Madriguera, así que debía llegar hasta la habitación designada para recoger sus pertenencias y volver a Hogwarts.
—Es mejor que vayas al cobertizo de escobas —la voz de su tío George lo detuvo en seco—. Aunque me dolió oír lo de los mortífagos, la verdad es que tampoco estoy de acuerdo con lo que mis sobrinos hicieron.
—¿Por qué ayudarme? —respondió Hugo apretando la punta de la varita escondida en la manga de su saco—. Todos aquí parecen felices de la relación de Rose y Albus, además de odiar a mis amigos por sus familias y el vínculo que tuvieron con el señor Tenebroso.
—La vida es de tonos grises Hugo, llevo meses sin venir a la casa —dijo el pelirrojo mayor acompañándolo al sitio donde debía obtener lo que le sacaría de La Madriguera—, y al igual que tú, siento que algo no está bien.
El lugar se encontraba en penumbra, con dificultad Hugo pudo darse cuenta que las escobas de antaño ya no se hallaban, los objetos muggle y varias de las cosas que su abuelo mantenía allí habían desaparecido, el dulce aroma a rosas se percibió en lo una figura que identificó de inmediato se aproximaba.
Volteó a ver a George para encontrarse con la profesora Augurey, ¿Cómo cayó tan rápido en esa tonta trampa?
—Hugo las cosas han cambiado y tu única opción es estar a favor mío —dijo Rose acariciando su mejilla, ahora era más alto que ella, así que su hermana debía alzar la cabeza para poder verle a los ojos—. Aprendiste de pociones y artes oscuras en esa academia, por eso necesito que estés a mi lado y como sé que no lo harás por la buenas...
La mujer mayor lo llamó haciendo que volteara, levantó la varita y antes de poder lanzar el hechizo, una gruesa voz proclamó Expelliarmus.
—¡Nos vamos Hugo!
Nunca se sintió más feliz de seguir una orden, y de ver cómo su padre cumplió la promesa de apoyarlo.
De inmediato cogió la mano que le tendía Murk y ambos desaparecieron.
La teletransportación siempre le causaba mareo, pero cuando estuvo en la casa de los Malfoy, rodeado por los brazos de quien creía era su primer amor, lo único que pudo fue llorar.
Zachary besó la roja cabeza para con cuidado limpiar las lagrimas que caían por las pecosas mejillas. Después se disculparía, pero la imagen era tan bella a su parecer, que se permitió hacer lo que deseaba desde hace más de un año. Rodeó con sus manos el triste rostro para besar los labios que le apetecían.
Hugo sorprendido por la acción cesó el llanto, para luego cerrar los ojos y permitir que el ósculo se profundizara aceptando lo que su cuerpo y mente pedían a gritos y que parecía imposible.
Hubiesen llegado a más, si la tos fingida de Scorpius no los interrumpe, apenados se separaron para encontrarse con los ojos grises pidiéndoles acompañarlo.
En la sala la profesora McGonagall y Draco Malfoy los aguardaban.
—Nunca pensé decir esto otra vez, pero es momento de comenzar una nueva lucha para evitar la caída del mundo mágico —pronunció Minerva con altivez.
—¿ Augurey Rowle? —preguntó Hugo.
—Llámala por su verdadero nombre: Delphini Riddle, la heredera de Slytherin.
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Punto y Aparte
FanfictionAlbus y Scorpius han crecido juntos, se ayudan y rara vez se separan a menos de que sea necesario. La relación entre sus padres, aunque sigue siendo fría y distante, no ha sido impedimento para que el hijo de Draco Malfoy mantenga una relación que c...