XXXVI

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Jin se levantó temprano para cocinar, primero puso el arroz en la olla y luego cortó delicadamente las verduras y empanizó el pollo mientras revolvía de vez en cuando la sopa. 

Cuando estuvo todo listo guardó con extremo cariño la comida en una lonchera azul con pequeñas estrellitas plateadas y se encaminó con una sonrisa hacia el hospital donde trabajaba su novio.

El viento era fuerte y le despeinaba una y otra vez el flequillo, tal vez se acercaba una tormenta, así que con pasos rápidos se acercó hasta la entrada y empujó la puerta de vidrio con el codo.

El lugar parecía inusualmente deshabitado. Cuando se dirigió a la recepción no estaba la chica desagradable de siempre, sin embargo unos metros más allá la puerta de ese color entre gris y celeste -nunca había logrado descifrarlo del todo- parecía llamarle, con el número 22 brillando.

Inseguro Seokjin se acercó y con los nudillos a un par de milímetros de la madera se contuvo de dar el golpe.

Se le revolvió el estómago y se le secó la boca cuando escuchó el murmullo de la voz de Namjoon, baja y ronca. Y por sobre esa voz, había otra quejándose, pero no de dolor, no, definitivamente no era eso.

Temeroso Seokjin bajó la manilla y suavemente empujó la puerta.

Sintió como su corazón se apretaba en su pecho, estaba rompiéndose en mil pedazos y no en un sentido metafórico, podrían llamarlo un loco, pero él sentía el dolor palpable cuando sus ojos se cristalizaron después de ver a Namjoon inclinándose sobre una enfermera, besandole el cuello a la vez que subía y bajaba las manos por sus muslos. 

Dejó caer la comida y esta se desperdigó por el lugar. Namjoon lo observó y sonrió de lado como burlándose. Esos ojos siempre amables ahora no expresaban nada; Jin se llevó una mano al pecho que seguia doliendo y solo atinó a correr, perdiéndose entre los pasillos que se volvían cada vez más irreconocibles mientras las lágrimas empañaban su visión.

Alguien o algo lo perseguía, no lo sabía bien, pero era malo y sus pasos se volvían lentos y sus piernas parecían pesar toneladas, se estaba comenzando a desesperar cuando unos metros más adelante vio a Jae Hwan tendiendole una mano, le sonría como cuando eran niños y Jin no dudó en hacer el último esfuerzo para llegar hasta él, tirándose al piso porque sus piernas seguían sin responder.

Sin embargo, cuando estaban a punto de tocarse sus dedos con los  de su hermano, otra figura apareció, MinHo se pegó a un costado de Jae Hwan abrazándolo y ambos rieron mientras lo que sea que seguia a Jin lo atrapó, tomándolo del tobillo y jalandolo.

De pronto todo se volvió negro y después estaba él removiendose entre las sábanas, agitando sus piernas para soltarse de la tela que envolvía su tobillo.

Jin se sentó en la cama y se llevó una mano al pecho intentando calmar sus latidos. Miró a su lado a Namjoon que dormía con un semblante tranquilo, tenía los labios entreabiertos y emitía pequeños ruiditos, como los ronquidos de un cachorro.

Era su Namjoonie, pero Jin no podía sacarse de la cabeza la escena de su sueño, así que lo miró con un tanto de reencor por unos minutos hasta que el menor despertó, tal vez al sentir esa mirada fija sobre su rostro.

—¿Jinnie? —Su voz salió ronca en tanto se refregaba un ojo para quitarse el sueño y poder observar bien a Jin que estaba sentado en la cama con las mejillas empapadas —Amor ¿Qué pasa?

Antes de que Jin pudiera siquiera emitir una sílaba, Namjoon ya había encendido la lámpara de noche para de inmediato sentarse frente a él y tocar su frente.

—Me engañaste —Susurró Jin.

—¿Que? ¿De que estas hablando? —Las manos de Namjoon fueron esta vez a las mejillas de Jin para hacer que lo mirara a los ojos.

Chocolate y galletas [NAMJIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora