Capítulo 9. Algo empieza.
Estoy dibujando en la clase de arte. Alguien dijo que esto ayuda a focalizar la ira. Opino que un tremenda mentira. Aparento estar súper concentrada en la manzana que estoy copiando así evito los murmullos de Maite que no para de querer hacerme participe de su muy pública vida privada.
Hay gente que no le molesta para nada ser un libro abierto. Claro está que no soy de esas personas.
Coloreo con negro mi horrible versión de la fruta delante de mí. Es mi estado de ánimo el día de hoy. Concuerda con mi vestido incluso.
Augusto se la paso tirando miradas envenenadas toda la clase de geografía. No se olvida al parecer de nuestro pequeño paseo de la otra noche. No estaba tan borracho como yo pensaba. Creí que eso era lo máximo que iba a tener que soportar así que puse todo mi esfuerzo en ignorarlo y hacerme la desentendida del tema.
Me equivoque.
De nuevo, mi ingenuidad supera mi inteligencia.
Cuando se cansó de mirarme con asco y dedicarme cada gesto obsceno que se le pudo ocurrir (ninguno muy imaginativo), empezó a relatar a todo el mundo como no pare de tirarme encima suyo toda la noche y como tuvo que rechazarme asqueado una y otra vez.
No trate de negarlo siquiera. ¿Cuál es el punto?
Supongo que de todas las posibles consecuencias, que Augusto hable pavadas e intente molestarme es la menos terrible. Sim embargo, tengo que decir, que hubo un punto en el que me hubiera gustado tenerlo a Ignacio cerca. Con suerte podría noquearlo de nuevo y no tendría que escucharlo por un tiempo.
Miro directo a mi hoja y lo único que veo es…una enorme pelota negra. El parecido a una manzana es el mismo al que yo tengo a una supermodelo.
Ninguno.
Bueno…lo intenté. Creo que debería dejarlo como esta y no ir por las uvas. Va a parecer un pelotero.
-¿Qué vas a hacer después de clases?- pregunta Maite desde la mesa de al lado- Tengo que hacer un par de compras, podes venir conmigo – mantiene la voz baja para que el profesor no nos escuche. Miro su hoja de papel. Es un chico mirando al vacío o algún ave en el cielo, vaya yo a saber. Tiene una nariz recta y ojos grandes y saltones. Dios mío. ¿Dibujo a Ulises? Noté en cuanto conocí a Maite que suele obsesionarse con aquello que quiere. Ropa, zapatos…chicos.
No decido que es más abrumador, su capacidad para los autoretratos o su habilidad para exteriorizar sus sentimientos.
Miro mi manzana con tristeza
Todavía no le encuentro un significado claro. Es decir, es obvio lo que significa el dibujo de Maite pero el mío…
Puedo llegar a decirle al profesor que estaba pensando en la manzana envenenada del cuento de Blancanieves. ¿Será que quiero asesinar a alguien con una fruta y mi inconsciente lo esconde? No me molesta lo que pueda llegar a pensar el hombre mientras lo apruebe y no vea lo mismo que yo en este momento, una enorme pelota negra en el centro de la hoja.
-No puedo esta tarde- respondo retomando el hilo de la conversación- Acompaño a mi papá a hacer un par de cosas, nada divertido pero estoy medio obligada- pongo mi mejor cara de disculpas que espero que tape mi cara de mentirosa.
Pasé todo el camino al colegio pensando diferentes formas de salirme del aprieto en el que estoy metida. Realmente sopesé la posibilidad de caminar a casa y no esperar a papá. ¿Pero que gano exactamente? Hacerlo enojar más, y…hacerlo enojar más porque dudo que pueda escaparme de esta. Si no es hoy será mañana. ¿Cuál es la diferencia entonces?