Capítulo 17. Cerrando el Círculo

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Capítulo 17. Cerrando el Círculo

Terminé mi tarea en tiempo record. Es increíble lo rápido que trabajo cuando papá no está vigilándome todo el tiempo. Habíamos llegado a un trato en el cual él se comprometía a aflojar un poco la soga que sentía sobre mi cuello a cambio de que yo siguiera una rutina y cumpliera al pie de la letra cada paso de ella. Al principio me pareció una terrible idea, pero ahora ya todo va pareciendo más fácil. Sólo tengo que presentarme para cada comida del día, hacer mi tarea (aunque el revisa todo una vez terminada), ir a todas mi clases (lamentablemente eso incluye la de educación física), salir a ejercitarme todos los días una hora (este acuerdo había sido por partida doble. La arregla locos había pedido que incluya una actividad física y al aire libre asegurando que es una excelente forma de liberar tensiones. Había prometido a ambos que así lo haría) y estudiar para cada examen. A cambio, no tenía que hacer la tarea con él, ni mi madrastra me seguía al baño después de cada comida, cosa que odiaba porque me había sentir una enferma. Estoy, más ahora que antes, dispuesta a admitir que tengo algunos problemas pero niego a vivir perseguida. No es tan grave en mi cabeza ser un poco introvertida, pero tratar con los demás esta resultado más fácil para mí que seguir con mis antiguas formas. Estoy cansada de estar triste, frustrada o enojada por el pasado y, por qué no, por mi presente y futuro. Estoy siguiendo el consejo de papá y tratar de vivir el presente, no puedo mirar hacia atrás. No si quiero vivir mí ahora. Y la verdad es que si quiero. Hay buenas razones para vivir  el presente. Tengo una amiga a la que aprecio, tengo mis viejos amigos que si bien lejos, mi amor por ellos es intacto. Tengo a papá, que si bien nuestra relación tiene sus altos y bajos, definitivamente está muy presente en mi vida (a veces demasiado). Tengo a Helena que parece tener un genuino aprecio por mi persona, y tengo que admitir, tal vez tenga más aprecio por ella de lo que esperaba. Tengo a Sebastián que es un buen amigo. Y bueno, lo tengo a Ignacio con todo lo que eso significa. Siguiendo el consejo de la arregla locos, recuerdo estos aspectos positivos todos los días. Trato de ser agradecida, menos quejosa, menos pretenciosa. Tengo demasiado  en mis manos aunque tal vez antes no podía verlo.

Bajo las escaleras con la tarea en mano, papá la revisa todas las noches. Lamentablemente la cuerda está más suelta, pero aún sobre mi cuello. No importa supongo, si logro mejorar ya no va a molestar tanto con este tema. Al menos eso espero. La puerta de su oficina esta semiabierta. Toco de todas formas para no interrumpirlo de nada importante. A veces habla con algún paciente y me pide que lo espere unos segundos. Escucho su voz enseguida, está al teléfono. Espero en la puerta para dejarlo que termine.

-Ella está mejor Sara, le está yendo muy bien en el colegio. 

-Está asistiendo a todas sus clases y a todas sus citas con una especialista en adolescencia, realmente creo que va a estar bien.

-¿por qué no hablas con ella? A Roma le haría bien tener junta a su familia de nuevo. Tuvo piezas separadas por mucho tiempo, creo que sería de gran ayuda para ella.

Ok. Ahora estoy intrigada ¿quién es esta persona y que tiene que ver conmigo? Abro la puerta sin hacer ruido y me paro frente a su escritorio haciéndole saber que estoy presente.

Papá me da una mirada rápida y desvía la vista-

-Me parece bien Sara, aunque creo que vos misma deberías decirle eso. Tengo que colgar. Cualquier cosa, sabes dónde encontrarme.

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