Capitulo 15 Parte 1 Verdades absolutas

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Capítulo 15 Parte 1 Verdades absolutas

La semana había sido larga y extenuante, así que mi plan de viernes a la noche había sido ver una película romántica con Helena, que estoy segura que vió unas cien veces. Se pasaba diciendo los diálogos de memoria. Los chicos habían salido con el equipo de rugby a festejar su última victoria, y a pesar de que había sido invitada, preferí quedarme en casa. Maite había salido con Ulises así que no fue necesario rechazar ninguna invitación de su parte. No estaba melancólica ni nada por estilo, de hecho me encontraba mejor. Mucho mejor que mi llegada a esta ciudad y a esta familia. Nada era perfecto pero sentía que de apoco, iba encontrando mi lugar.

Algo suena y me saca de mi muy lejano sueño, busco a tientas en la oscuridad la procedencia del sonido. Estoy segura que es mi celular pero no tengo ni idea de donde está. Gruño al saber que tengo que despegarme de mi almohada suave y perfecta para prender la luz y buscar la maldita cosa. Miro el reloj, la 1.20 de la mañana. Encuentro el maldito aparato y veo que es una llamada de Maite. ¿Qué puede querer a esta hora? Siento que tengo noventa años más que ella.

-Maite, mas te vale que sea importante- digo semi dormida. Abro los ojos alarmada cuando escucho sus sollozos en el teléfono.

-¿Qué te pasó? ¿Dónde estas?- pregunto alarmada. Entiendo poco y nada de su relato entremezclado con lagrimas. Me destapo y salgo de la cama sin pensarlo.

-Quedate donde estas, voy para allá-cuelgo y voy a mi armario por un par de jeans y una camiseta. No logro encontrar lo que quiero así que me pongo un pullover cualquiera por encima de mis pijamas y agarro un abrigo. Estoy casi segura de saber dónde está, es decir, escuche esa dirección antes pero no tengo ni idea como se llega ahí ni menos como irme de la casa a la mitad de la noche sin que nadie se dé cuenta. Podría caminar hasta la avenida principal y tomarme un taxi desde allí. Ese es el mejor plan hasta el momento que tengo.

Podría pedirle a Ignacio o Sebastián que me lleven, sé que en el fondo ellos no se negarían pero no escuche el auto de ambos llegar. Deben de estar celebrando aún, y realmente no quisiera sacarlos de su diversión para meterlos en mis líos. Más bien, en los de Maite. No sé si sería una muy buena idea tampoco. Casi que no quiero admitirlo pero estoy evitando a Ignacio desde la escena del baño. No es que me haya arrepentido de lo que dije ni nada, pero sus últimas palabras fueron tan definitivas, tan decididas, que aún no descubrí la manera de corresponder a eso. No es que no quiera lo mismo, pero ambos tenemos asuntos que arreglar antes. Él tiene a Bárbara, y yo bueno, me tengo a mi. Y eso es ya mucho decir.

Agarro plata del cajón de mi escritorio, tomo el abrigo, llaves y celular y salgo de mi habitación tratando de hacer el mínimo ruido posible. Por suerte las luces están todas apagadas, lo que significa que Helena y papá duermen. El auto de los chicos no está estacionado por lo que ellos no llegaron todavía. Voy a tener que caminar y tomar un taxi como había pensado.

Salgo y me adentro en la soledad de la noche. Es viernes pero nuestro vecindario son en su mayoría familias con nenes pequeños por lo que parece un día de semana cualquiera. Camino hacia el centro de la ciudad para conseguir un taxi, son más o menos cinco o seis cuadras. Parezco una loca en pijamas que se acaba de escapar de un psiquiátrico, me doy cuenta. Pero mi amiga me necesita. No me había dado cuenta pero supongo que veo a Maite como una amiga. Me siento mejor sabiendo ese hecho. Tener una amiga. Eso es algo importante. Es un paso, al menos. Puedo seguir caminando hacia adelante, tengo alguien en que confiar.

Voy viendo más autos y negocios iluminados. Me deja más tranquilar ver algo de actividad en la calle. Andar sola en el medio de la noche no es algo que particularmente disfrute. Hay chicos saliendo de un pub a la otra esquina y una estación de servicio cuyo café está alojando a bastante gente. Creo que es el lugar de encuentro para ir al próximo lugar. Sabría un poco más si saliera seguido, pero no tengo alma de chica de fiesta y la única a la que asistí termino en desastre. Caminando más rápido, en parte para aliviar el frio terrible que tengo, en parte porque necesito tomar ya ese taxi antes de que Maite haga una locura y corra a buscar al idiota de Ulises. Noto que pasan más autos con chicos y tocan bocina. No permito que me pongan nerviosa y sigo adelante. Sólo se están divirtiendo, trato de convencerme.

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