Capítulo 3. Confusión.
Entro a mi primera clase del día. Geografía. Ouch. Madre santa, esto va a ser eterno. La mañana no había empezado bien. Primero, no dormí casi nada en ese cuarto terriblemente colorido y aniñado, la rubia platinada de mi madrastra me despertó para desayunar, papá me molestó una y otra vez hasta que acepté morder una tostada y se empeño en traerme personalmente al colegio a pesar de que Ignacio podía traerme en su propio auto. Casi muero horrorizada cuando baja del suyo propio para acompañarme hasta la puerta como si fuera mi primer día de jardín de infantes.
¡No tengo seis años!. Si te perdiste de etapas de mi vida papá, no es mi culpa.
No estoy segura pero todo mi ser dice que el colegio entero me vió entrando con el. En algún punto habrá notado mi cara de horror porque se despidió y pude caminar por los pasillos del colegio sola. Vi a Sebastián y a Ignacio hablando con sus amigos en una esquina, casi pensé que esperaban que me acerque a ellos. No lo hice. No quiero estar atada a nadie, no quiero hablar tener que hablar con nadie si no lo quiero.
Divagué por los pasillos un rato frente a la mirada curiosa de todos. En mi vida me sentí tan observada, puedo ver sus miradas recorrerme de arriba abajo como si fuera un bicho raro. ¿Es tan notorio que soy nueva?. Es una escuela chica, pero tampoco para tanto. Es como si estuviera la etiqueta de loser ya pegada en la frente.
El aula de geografía está casi llena cuando finalmente la encuentro. Busco un asiento casi al fondo para pasar lo más desapercibida posible. Estoy decidida a aburrirme y dejar mi mente vagar las dos horas de clase.
-Hola hermosa.
Un completo desconocido me da una sonrisa de suficiencia y me saluda como si conociera. Viste jeans y una remera con la estampa de los red hot chilli peppers, es robusto pero no demasiado alto. Puede o no que sea atractivo, ok lo es, pero no me siento atraída a ningún chico por el momento y eso va a seguir igual. Simplemente lo se. Tiene ojos casi tan azules como los míos pero ¿quién esta mirando?. Mmmmm
-¿Qué pasa, te comieron la lengua los ratones?. Si no conoces el colegio, te lo puedo mostrar. Se de un par de rincones que de seguro te encantaría ver- ok, es un idiota y un baboso. Me controlo para no tirarle con un lápiz, no es un buen día para molestarme. No hoy al menos.
-Augusto dejala en paz, y no, créeme, no sos su tipo. Así que no molestes.- cuando volteo para ver quien esta hablando por mi, veo los ojos verdes y el pelo despeinado de Sebastián. ¿Cuándo se supone que entró?. Me dedica una sonrisa y me doy vuelta automáticamente. No necesito que me defiendan, puedo hacer eso sola.
¿Quién se cree además para decirle a alguien que no es mi tipo? ¿qué pasa si realmente quiero engancharme con el idiota este?. Ok, ni de casualidad pero aún así no me gusta que me quiten opciones. Tengo boca y pensamientos propios.
Tengo que admitir que siento cierta satisfacción de todas formas, el chico quedo con cara de piedra. Eso se debe sentir cuando otro chico enorme te pide que te calles. ¿Es Sebastián uno de los chicos populares del colegio?. Si juzgamos por su aspecto, tengo que pensar que definitivamente lo es.
El profesor entra y nadie dice una palabra más.
Dibujo en mi anotador toda la clase. Escucho algo sobre los sistemas de riego pero sólo de a tramos. No logro concentrare en nada. Mi mente vaga en como me gustaría estar en casa, como quisiera caminar por la plaza de palmeras, en como me gustaría ver a mis amigos, estar en un colegio donde no soy una completa extraña.
Sólo son deseos, olvidate de eso de una vez
El tarado de al lado no para de mandarme papeles con su número de teléfono y alguna que otra frase asquerosa. Estoy a punto de tildarlo de psicópata adolescente. Todo lo hago bollos y los tiro al piso en su cara. Escucho a Sebastián gruñir atrás mío cada vez que pasa otro papel.