Capítulo 11 Antes de decir adiós… (listen to your heart)
-¿Se puede saber por qué no me dijiste que ibas a una fiesta con todo el equipo de rugby?, corrijo la pregunta- dice Maite antes de darme tiempo a responder- ¿Cómo es que fuiste a una fiesta con todos esos cuerpos sexies y no me llevaste?
Acerca más su silla a mi espacio de trabajo. Al parecer nuestro profesor esta aburrido y se puso a corregir exámenes de otros alumnos por lo que la clase entera conversa y agita pinceles que en realidad no está usando. Mi obra de arte de un paisaje tranquilo en la playa más bien parece la recreación del tornado en el mago de oz. Es increíble el caos que puedo crear con un pincel y un poco de pintura. Dejo mi trabajo a un lado porque tengo la impresión de que mi amiga no va a dejar que la ignore.
-Primero no era una fiesta, segundo vos estas con Ulises- contesto echando una ojeada a su propia pintura. El perfil de un chico con una raqueta de tenis- Por cierto, ¿desde cuándo juega Ulises al tenis?
-Los sábados y es sólo por diversión, no es nada serio como el futbol. Me dejo que vaya a verlo -dice con orgullo peinando la cabellera rubia. Como de costumbre esta vestida de negro de pies a cabeza. Creo que de alguna forma quiere disimular sus curvas, yo ni lo intentaría si fuera ella. Si dios te dio pechos y caderas decentes, lo mejor que puede hacer uno es mostrarlo. Aunque ninguna chica se siente a gusto con su cuerpo. Yo porque no tengo, ella porque tiene mucho. No hay nada que nos venga bien- Roma no me cambies de tema, ¿Qué hacías en esa fiesta? Me podrías haber llamado para contarme al menos. Los rugbiers son muy selectos con su gente, aunque ser la hermana del capitán debe de ayudar.
-¡Ignacio no es mi hermano!- aclaro irritada, estoy harta de corregir a todo el mundo en ese punto - además como que me llevo a rastras porque vio que era viernes y mi único plan era ir a la cama temprano.
-¿La pasaste bien al menos?-pregunta interesada- Si estabas aburrida me podrías haber llamado, yo tampoco dejaría que te vayas a dormir a las nueve un viernes como mi abuela Nana.
Sonrió. Las buenas intenciones de Maite siempre me toman por sorpresa. Tengo que darle más crédito. Que sea chismosa no significa que no sea amable.
-La pase muy bien por extraño que suene. Todos fueron muy amigables, estuvimos en la playa -confieso.
-Como que ya lo sabía- pone cara de disculpas- pero quería que vos me lo cuentes. Los chismes vuelan rápido en este colegio- gira mi trabajo para poder verlo mejor- ¿Qué se supone que es esto? ¿La tormenta perfecta o algo así?
Pongo los ojos en blanco. Intentar explicar mis cualidades artísticas no vale la pena, especialmente porque no poseo ninguna.
-Ahora vos no cambies de tema ¿de qué chismes hablas?- pregunto bajando la voz para que el profesor no se distraiga de su tarea y se dé cuenta que estoy haciendo nada.
Maite pone de cara de disculpas de nuevo ¿Qué paso ahora?
-¿Lo queres con filtro o sin filtro?
-Sin filtro - mejor siempre escuchar la verdad cruda ¿Para qué embellecer algo con alguna mentira? Nunca creí en eso. Aunque de nuevo, no soy capaz de decirle que Ulises es un idiota y que no quiere otra cosa que sexo con ella.
-Bueno, las lenguas dicen que Ignacio te llevo a vos en vez de a su novia a la fiesta y que estuvieron mmmmm juntos. Como juntos, ya sabes a lo que me refiero. Una pareja. Todos dicen que ustedes estaban de lo más acaramelados a la vista de todos y que después se fueron juntos, pero eso es obvio dije yo, ¡viven en la misma casa!
Creo que me olvido de respirar. ¿Acaramelados? Sé que eso no es cierto. ¿Por qué alguien si quiera lo pensaría? ¿Ignacio y yo? Por dios, no hacemos sentido juntos. El pertenece con alguien como Miss universo. Perfecta. Perfectos ambos. Mientras yo...soy un desastre. El solo me mira por lastima...lamentablemente. Tengo que admitir que esa noche, o prácticamente mañana, no dormí cuando llegue a casa. No dormí pensando en sus brazos sosteniéndome, en su sonrisa cuando lo saco de quicio, en sus labios sobre mi frente, en sus ojos mirándome como si fuera a besarme. Me pregunte mil veces si lo había imaginado. Es probable, comer poco hace que la gente alucine. Pero de cualquier forma no deje de pensar en el [i]¿Qué está mal conmigo? [/i]Ignacio me vuelve loca, tengo ganas de golpearlo el noventa porciento del tiempo que lo tengo cerca. Me trata como si tuviera diez años, es posesivo, pretende todo el tiempo que haga lo que quiere y controla cada uno de mis movimientos. ¿Qué es lo que le veo? No quiero ir por ese camino. No quiero pensar en su interés y preocupación por mí, en sus ganas de que me divierta, en la forma en que me presento a sus amigos o los recuerdos que rondan en mi mente de cuando apenas éramos dos chicos. Desde que pude recordar esa escena en el columpio, otras le siguieron. Y todas la tienen a el de protagonista. ¿Cómo lo había olvidado? ¿Cómo él nunca dice anda al respecto? Tal vez papá tiene razón acerca la arregla-locos, necesito una psicóloga para poner orden mi cabeza.