Prefacio

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                                                       Prefacio 

-Gracias por haber venido -dijo la mujer al ver al hombre sentarse en la elegante mesa del restaurant - pasó mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. 

-No puedo creer que hayas llamado, nunca queres hablar conmigo. No mas de lo necesario. Me sorprendí cuando escuché tu voz, no sabia que habías volado hasta acá -contesta el hombre de mirada azul frente a ella. El brillo en sus ojos muestran un poco de nostalgia. El tiempo casi no había pasado para el, su pelo castaño aún no tenía canas y casi ninguna arruga se veía en sus rostro. 

-Bueno, las circunstancias cambiaron y esto es algo importante. Sé que estarás ocupado, no es mi intención molestarte -esta nerviosa y empieza a peinar su pelo dorado con rapidez. Sus ojos muestran preocupación, su delgadez no pasaba desapercibida ni tampoco las ojeras en su rostro. 

-No es molestia, sabes que podes llamarme cuando… 

-No me queda mucho tiempo -lo interrumpe. 

-Mmmm Ingrid, ¿estas apurada? ¿Necesitas que te alcance a algún lado?  

-No, no es eso -sacude su cabeza como si no la entendiera-  No me queda mucho tiempo de vida Alejandro. Por eso vine personalmente a hablar con vos- la naturalidad con la que dijo esas palabras inmolivizaron al hombre en su asiento.  

No podía ser cierto. 

-¿Cómo es que…? - el parece incapaz de terminar la frase. 

-Cáncer - se encoje de hombros- lo traté por un tiempo pero ya está en todos lados. No vale la pena que hablemos de eso-concluye cortante. 

-Estoy seguro de que si vale la pena hablar de eso -sale de su asombro por un minuto. Su expresión de verdadera preocupación hace que el corazón de la mujer vuelva a ver al hombre que amo hace veinte años atrás-  podríamos ver algún tratamiento alternativo, una segunda opinión. Tengo varios amigos especialistas que podrías ver… 

-No- lo interrumpe- esto es un hecho, pero te agradezco el ofrecimiento. me había olvidado tu tendencia a querer arreglar  casos perdidos. 

- ¿Me decís que te estas muriendo y no puedo hacer nada al respecto?, disculpame si no puedo ser la persona que se cruza de brazos y ver como eso pasa. Tendrías que haberme llamado primero que nadie. No es mi especialidad pero te hubiera conseguido a alguien que te ayude. Estuvimos juntos diez años, te debo eso al menos. 

-Gracias- contesta con ojos tristes, y esta vez no le interesa cambiar de tema, solo expresar su gratitud. Todo este tiempo peleando, tomando distancia, enojada ¿Qué había ganado?. El podría haber fallado, ella lo había hecho también pero ambas son buenas personas. Eso es lo que cuenta. Siempre. 

-Entonces… 

-Entonces -dice tomando coraje, porque recordar lo que va a pasar, lo que va a tener que dejar hace que le duela cada musculo de su cuerpo- solo hay algo que quiero discutir esta noche. 

Sus miradas se encuentran en la tenue luz del restaurant y el entendimiento en sus ojos habla mas que las palabras. 

-Roma -dice el hombre automáticamente 

-Si, tu hija. 

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