11. Después de Yiling

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Los sueños eran lo peor. Había unos que no lo despertaban gritando ni le provocaban ataques de pánico, pero le dejan una tristeza infinita perforando su alma, dejando hoyos en esta como si fuera un queso.

Sueños en los que eran recuerdos de él y Fan, cuando interactuaban como hermanos, grandes amigos. Sueños en los que lo sentía vivo y a lado de él, incluso hubo sueños en donde sabía que Fan estaba muerto, pero aun así lo tenía a lado, donde dejaba en claro cuánto lo extrañaban.

Cuando despertaba de ellos, los primeros segundos eran de una leve paz porque volvía a verlo, pero aquello sólo empeoraba después. Era un claro recuerdo de que no lo volvería a ver, le dejaba una soledad en su corazón que congelaba su interior, entonces lágrimas silenciosas resbalaban de sus ojos. Lágrimas llenas de una tristeza y culpa.

En realidad, no podía decidir cuáles eran mejor, ambos tipos de sueños dolían como la mierda, pero estos últimos le dejaban un deseo más profundo de solo querer morir. La agonía era insoportable. La muerte era más que bien recibida. Todo era tan maldita mente doloroso.

Nunca se había sentido tan pequeño como cuando había encontrado a Fan muerto. Una sensación de ser un pequeño grano de arena en medio del universo era un sentimiento aplastante y atemorizante. En la vida se había sentido tan solo. Una soledad que antes no le habría importado ahora estaba ahí, cada día de su vida dejando en claro que una mitad de su vida se le había ido, desaparecido... muerto.

El sentimiento era arrollador. Una certeza de la soledad es sin duda algo insoportable, se dio cuenta de que a pesar de ser una persona independiente en realidad lo había tenido a él a su lado y ahora no. Aquello era una maldita tortura, un dolor que carga día con día , hora con hora, segundo a segundo y le pesaba. Increíblemente la soledad pesa como si se cargará el mundo en la espalda.

Es increíble que la muerte de una persona te llegue a hacer sentir miles de tipos de dolores por una sola causa. También uno pensaría que el dolor es dolor, lamentablemente aprendes qué hay de diferentes tipos y cada uno lastima a su manera.

Zhan despertó con uno de aquellos sueños que le recordó que fan ya no estaba. Silenciosas lágrimas inundaron sus ojos. Sentía una tristeza inmensa que lo ahogaba de forma diferente y de nuevo deseó morir. También de nuevo se recordó que ni siquiera merecía ese tipo de piedad.

Cuando sorbió una poco un lamento Yibo se dio cuenta que había despertado. También noto una nueva grieta en aquella persona que le dolió, como si viera una herida desgarrándolo desde dentro. No pronuncio palabra, sólo se acercó y lo abrazo permitiéndole llorar. Un llanto silencioso de escuchar que lastima también a aquel que lo presenciara. Un dolor palpable se filtraba de su sistema y de pronto Yibo sintió sus ojos humedecerse. Zhan transmitía un dolor que le afectaba y de pronto ambos lloraban aquella tristeza.

Yibo lloró como si hubiera conocido a Fan, lo hubiera amado y lo hubiera perdido. Tenía la tristeza de no haberlo hecho. Ambos se abrazaron fuertemente todo el tiempo sin pronunciar palabra, compartiendo aquel momento hasta que quedaron dormidos con lágrimas aun colgando de sus pestañas.

Dos días después lo dieron de alta. Haikuan se había ocupado de llevar comida y ropa a Yibo que se negaba a separarse de su lado, pero aquella mañana por fin lo darían de alta. Desde que ambos lloraron en silencio no habían pronunciado palabra más allá de la necesaria.

Zhan se vistió con ropa que le quedaba muy holgada, todos sus movimientos eran lentos como si requirieran mucho esfuerzo, su cuerpo estaba un poco más compuesto, pero era la tristeza que no lo dejaba, sentado en la cama esperó a Yibo con los papeles del alta.

Cuando Yibo regresó a la habitación, se colocó frente a Zhan y lentamente le tendió la mano – Ven conmigo a casa- le dijo casi en un susurro. Xiao Zhan lo miró temeroso de ser juzgado por aquello que había confesado, pero en el rostro de Yibo, en sus ojos específicamente, sólo había sincera angustia y algo que interpretó como cariño.

Zhan miró la mano extendida y se puso de pie, con un suspiro decidió seguir al joven donde quiera que este quisiera llevarlo, se arrojó a los brazos de Yibo enredando sus manos en su cuello con tal ímpetu que Yibo dio un pequeño paso atrás abrazándolo fuertemente. Después de unos segundos Zhan se separó un poco para verlo al rostro y asintió levemente. Yibo le acarició la mejilla y besó los labios un tanto resecos del mayor, un beso tierno y lento que fue bien recibido.

-Ayúdame- suplicó cuando sus labios se separaron manteniendo la frente unida con la del castaño.

Yibo le besó la frente y con las manos entrelazadas abandonaron el hospital.

Bailarín de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora