Aquella noche era particularmente fría, el viento mecía su cabello azabache de manera suave aunque a veces se volvía violento y el paraguas en su mano luchaba contra la presión. Maldijo al sentir sus manos congeladas, había dejado los guantes sobre el escritorio antes de salir.
Se supone que el trayecto sería corto, ir al conbini más cercano tomar unos cuantos dorayakis para Mikey y quizá una lata de café caliente para sí mismo.
Quién diría que el local estaría cerrado.
Una auténtica mierda, se suponía que trabajaban 24/7 y sin embargo justo el día en que los necesitaba cerraban por supuesto mantenimiento a ciertas máquinas.
Tenía 2 opciones, volver a la oficina y soportar a su jefe ser un odioso insoportable como cada vez que alguien no cumplía sus caprichos o seguir caminando una buena cantidad de calles hasta el próximo conbini.
Caminar bajo la lluvia fue su opción y apresuró el paso lo más que pudo hasta llegar al lugar.
— ¡Bienvenido! — La chica que estaba en la caja registradora parecía a punto de quedarse dormida sobre el mostrador, pero reaccionó lo suficiente para incorporarse a saludar.
Lo primero, los jodidos dorayakis.
Tomó una cesta pequeña, por suerte el pasillo que buscaba estaba surtido de productos y fue fácil encontrarlos. No prestó demasiada atención a cuántos llevar, simplemente tomó varios al azar y los echó a la cesta.
Avanzó hacia el siguiente pasillo, tomó una cajita de leche, una botella de té verde y tres latas de café. Sería una noche dura, tenía muchas cuentas que hacer y esperaba que el líquido lo mantuviera suficientemente alerta como para terminar su tarea sin mayores inconvenientes.
Se acercó hasta otra zona de la tienda, quizá algo de comida también le vendría bien a su estómago. Estaba pensando entre un yakisoba pan y unos onigiris cuando escuchó a la cajera saludar de nuevo, esta vez mucho más atenta.
Los estantes no eran tan altos y él era muy curioso, cuando se volteó a ver sintió que su corazón subía hasta su garganta y se quedaba atascado ahí de la impresión.
Reconocería ese cabello rubio donde sea.
Inupi, con los ojos casi entrecerrados de lo adormecido que estaba, soltó un bostezo que Koko no pudo evitar calificar como adorable. Llevaba un overol azul marino un poco manchado de negro cerca de la cintura, su cabello mucho más largo de lo que Hajime había visto por última vez y recogido en una coleta que favorecía increíblemente su armonioso rostro.
El chico ni siquiera lo notó, en su ensoñación solamente tuvo cuidado de buscar lo que necesitaba.
Kokonoi por su parte despegó su mirada de él con rapidez, por mucho que quisiera seguir observándolo y reparar en todos los cambios que había hecho el tiempo en el rubio tampoco quería llamar su atención.
Se apresuró en acercarse con cautela a la caja y pagar por todo, si le preguntan cuanto costó todo no tiene ni puta idea, los nervios lo estaban matando.
Al salir del lugar su corazón latía como caballo desbocado y cuando se disponía a salir corriendo sintió sus piernas temblar.
Maldita sea, en qué momento se había vuelto un debilucho.
No supo que estaba pensando al esconderse tras unos árboles y esperar a que Seishu saliera para seguirlo desde la vereda contraria e intentando mantener una distancia prudente para no ser descubierto.
El rubio caminaba con calma, como si el clima no estuviera a punto de comenzar una tormenta, su cabello y ropa mojándose con la lluvia que cada vez caía con mayor intensidad.
Koko también estaba empapándose de a poco, el paraguas cerrado y envuelto por su mano, se convencía de que no llevarlo abierto evitaría que lo descubrieran, pero en realidad solo estaba demasiado nervioso como para hacer algo más que caminar tras el otro chico como si estuviera hipnotizado por él.
De repente un estornudo de el contrario se escuchó y Hajime sonrió inconscientemente al verlo refregarse un poco la respingada nariz.
Avanzaron un par de calles más y de a poco el paisaje ya no era tan familiar, el estridente ruido de un carro de bomberos irrumpió el ambiente.
Entonces, como en cámara lenta, Seishu se volteó para ver de dónde venía el sonido, pero en su lugar se encontró con los rasgados ojos de Koko observándolo.
Hajime admiró los ojos claros del chico abrirse y brillar con asombro, incluso su fina boca se entreabrió levemente, algunas hebras de cabello pegándose a su rostro con gracia. Procuró prestar atención a cada rasgo del rubio, memorizarlo y guardarlo muy profundo en su memoria en los pocos segundos que tenía para hacerlo.
— ¿Koko?
Inupi parecía dispuesto a cruzar la calle para acercarse, pero Hajime no podía permitir aquello.
Con cuidado y puntería lanzó su paraguas hacia el chico.
— Vas a resfriarte.
Fue todo lo que se atrevió a decir antes de darse la vuelta y caminar a velocidad de la luz en dirección contraria.
Su rostro estaba enrojecido y ya no sabía si eso era por frío, vergüenza o emoción de ver a Inupi. Quizá todas juntas.
Su corazón se sentía apretado, estaba feliz de saber que el chico estaba bien, se veía sano, tranquilo y realmente hermoso bajo la lluvia. Acongojado porque aquella imagen sería todo lo que tendría aun si moría de ganas de acercarse a él.
Pero si Inupi estaba bien, entonces él también estaba bien.
...
Como dije en la intro, no quedó fluff que digamos SJFHF pero tampoco es terrible, creo(?
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Love Test - [Kokonui]
FanfictionTantas líneas de tiempo y en cada una de ellas una inmensa cantidad de probabilidades de estar juntos: disfrutando, riendo, amando. Serie de one shots y drabbles de Koko e Inupi inspirada por el reto FluffTober (organizado por la página EsdeFanfics...