Slow Dancing

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Si a Inupi le hubieran dicho años atrás que en el futuro celebraría aniversarios con Koko probablemente habría puesto cara de póker antes de darle un buen golpe a quien se le hubiese ocurrido hacer una broma tan ridícula.

Sin embargo, con el tiempo habría tenido que pedirle disculpas porque efectivamente la profecía se había vuelto una realidad.

Iban en el auto en un silencio cómodo, típico de quienes llevan años acostumbrados a la presencia del otro y ya hay cosas tan insignificantes que ni siquiera necesitan hablarse por lo que podían disfrutar de la música a bajo volumen a través de la radio. El destino era un lujoso restaurante en el que Koko había hecho una reservación con meses de anticipación.

Aunque le gustaba que Hajime fuera tan detallista, también a veces se sentía un poco incómodo con la idea de ostentar tanto. A él le hubiera parecido bien simplemente quedarse en casa y pedir algo de comida rápida mientras miraban alguna película o conversaban; pero supone que quizá él es demasiado flojo.

Después de todo era una fecha especial y requería celebrarla con atención.

Koko llevaba su mejor traje, de un elegante color gris oscuro con uno que otro detalle en plata, los zapatos lustrados a la perfección y el corto cabello negro peinado con cuidado hacia atrás para dejar al descubierto su rostro.

Muy atractivo.

Inupi, por su parte, también tuvo que poner esfuerzo en arreglarse para la ocasión. En general su estilo de vestir era bastante bueno, pero para estar seguro decidió pedirle ayuda a Yuzuha, quien solía dar muy buenos consejos ya acostumbrada a estar en el ambiente de moda por el trabajo de su hermano y el de Mitsuya.

— El azul marino. — Dictó la chica de inmediato cuando le mostró sus opciones de traje. — Queda increíble con tus ojos y contrasta con tu cabello, hace que brille ¿sabes?

— Ni siquiera me lo he puesto todavía...

— No hace falta, sé que te queda bien. — Yuzuha afirmaba con total certeza.

Y tenía toda la razón en hablar con confianza porque efectivamente el color le sentaba de maravilla y las medidas se ajustaron a su cuerpo con precisión.

Para su pelo, decidió ir con Akkun, quien desde muy joven ya era un experto al hacer peinados (en aquellos tiempos, muy extravagantes, típicos de pandillero), pero que ahora se encargó de recoger cada hebra de cabello en un moño extremadamente delicado y bonito.

Le alegró que Koko lo mirara de pies a cabeza apreciando su aspecto con agrado, tanto como él lo había hecho.

Cuando llegaron al lugar, su novio se apresuró en bajar del vehículo para abrirle la puerta y tenderle su brazo para que se sujetase de él.

No pudo evitar avergonzarse un poco, el gesto le había gustado, pero sin duda no estaba acostumbrado a tanta ceremonia.

Al entrar al restaurante los recibieron de inmediato, la jefa de recepcionistas corroborando sus identidades y conduciéndolos hacia un pasillo escondido para tomar el ascensor.

— Estaremos en el último piso, así que la vista será sorprendente. — Sonrió Koko.

— ¿Si? ¿No habrán muchas personas allí? — Preguntó sin tener idea alguna de qué esperar.

El pelinegro negó y sacó la lengua travieso.

— No cariño, reservé el piso completo solo para nosotros dos.

Eso solo lo ponía más nervioso, Koko siempre tan extravagante cuando se trataba de él.

El sitio era maravilloso, casi todo eran ventanales gigantes desde donde podía apreciarse la vista nocturna de edificios iluminados típicos de Tokio, las pocas paredes pintadas de un rojo oscuro; lo refinado del lugar se denotaba en los diversos accesorios: candelabros, cortinas y lámparas con toques dorados y diamantes relucientes. Incluso los arreglos florales poseían flores que Inupi jamás en su vida había visto, pero que eran bellísimas.

Love Test - [Kokonui]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora