Capítulo 18

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Ahí estábamos de nuevo Ryan y yo en el interior del despacho de Edgar. Solo que esta vez, lo que iba a ocurrir ahí no iba a ser tan divertido como las veces anteriores... Edgar había dicho que iba a responder todas nuestras preguntas, únicamente porque la respuesta sabía que no nos iba a gustar. Pero a saber si nos respondería alguna de nuestras dudas o solo nos contaría mentiras, si sería verdad algo de lo que cuenta o si simplemente era otra de sus miles artimañas para que entráramos voluntariamente a su despacho para Dios sabe qué.

Edgar nos indica que nos sentemos en los asientos que hay al otro lado del escritorio en el que estaba sentado. Echo un rápido vistazo a nuestro alrededor, todo seguía exactamente igual a como lo recordaba. El sofá a nuestra espalda, las estanterías llenas de libros y papeles a nuestro lado, nada había cambiado desde la última vez que había estado en aquel lugar.

– Bueno,¿por dónde queréis empezar? –pregunta Edgar con su típico tono ronco, intentando parecer interesado, cuando todos en aquella sala sabíamos que le importaba lo más mínimo lo que pensáramos.

Seguía sonriéndonos de forma divertida, no me podía creer que todo esto le pareciera divertido, pero claro, era de Edgar de quien se trataba...

– Por el principio no estaría mal –respondo con la mirada fija en mis uñas, como si eso fuera lo más importante ahora mismo.

– Bueno, empezaré por decir, que se quién eres Sarah y también quiénes son tus padres, tú hermano y la preciosa de su novia –alzo la mirada conforme las palabras salen con desprecio de su boca y puedo ver como me guiñaba un ojo.

Al oír lo de mi hermano y su preciosa novia junto aquel guiño no puedo evitar levantarme de un salto y me apoyo en el escritorio acercando mi rostro al suyo.

– Como hagas daño a mi hermano o a Emma –comienzo a decir en tono amenazante, mientras le señalaba con mi dedo índice, cuando siento como unas fuertes manos me agarran por la cintura haciendo que vuelva a sentarme.

– Sarah –susurra la tranquilizante voz de Ryan en mi oído– relájate, por favor, solo pretende provocarte, ¿no lo ves?

Tenía razón, solo intentaba provocarme, alterarme y no, jamás le daría esa satisfacción, así que respiro hondo intentando calmarme.

– Yo no tengo la culpa de que estén metidos en esto, si no tú, Johnson, todo esto es culpa tuya –añade Edgar arqueando las cejas– tienes tú la culpa de que estén aquí, encerrados.

¿Estén aquí? ¿Acababa de oír lo que pensaba que acababa de oír? No, no podía ser, no podían estar aquí, ellos estaban a salvo. Si, tenían que estar a salvo, ¿verdad?

– ¿Qué les has hecho? –la voz de Ryan pregunta por mí.

Yo me veía incapaz de decir nada, las palabras se habían desvanecido en mi garganta, habían desaparecido entre mis cuerdas vocales, junto el aire de mis pulmones. Tenía la sensación de que iba a perder el conocimiento en cualquier momento. Todo esto no podía estar pasando,siento como mis parpados se cierran poco a poco.

«Me columpiaba en el columpio del jardín, observando cómo mis pequeñas piernas subían y bajaban al ritmo del columpio, reía como una loca al lado de Emma, jugábamos a ver quién llegaba más alto. Pero las risas paran en seco, al mismo tiempo que se escucha un ruido sordo,un fuerte golpe, me giro y veo a Emma tirada el suelo, comienzo a gritar y llorar.

...

Me encontraba sobre una silla blanca, con la mirada fija en el suelo de baldosas también blancas, era el pasillo de un hospital. Las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas ni un solo segundo.Mamá estaba a mi lado, acariciando mi larga melena, intentando tranquilizarme.

Mamá, Emma se pondrá bien, ¿verdad? –pregunto entre sollozos.

Por supuesto que sí, pequeña, ya verás que en nada estáis jugando de nuevo –su voz era suave, dulce y tranquilizadora, por lo que me relajo un poco.

Las lágrimas seguían cayendo por mi rostro. Emma era mi mejor amiga, mi única amiga, tenía que ponerse bien, no podía pasarle nada.

Un hombre con una bata blanca sale de la habitación donde estaba Emma y nos dice que podemos entrar, que estaba despierta. Al entrar en aquella habitación blanca, veo una camilla en el centro donde se encontraba mi amiga tumbada y me acerco a ella corriendo.

Emma, Emma, ¿estás bien? pregunto una vez estoy sentada en el bordillo de la cama.

Ella asiente pero no dice nada, los ojos se le cerraban, según mamá porque le han dado unos calmantes para que pudiera descansar y no le dolieran las heridas. Yo me tumbo a su lado, negándome a irme, no quería dejarla sola. En ese momento me había dado cuenta de que Emma para mí era más que una amiga, era mi hermana y como yo era mayor, debía cuidar de ella, siempre.»

Abro los ojos poco a poco volviendo a la realidad, estaba tumbada en el sofá con Ryan agarrando mi mano, la preocupación se podía ver en su mirada. Aprieto un poco su mano, mostrando que estaba bien sin necesidad de palabras.

– Parece que la bella durmiente ya se ha despertado –dice la voz de Edgar desde el otro lado del escritorio.

– Ya basta papá, dinos de una vez lo que sea que quieres decirnos –espeta Ryan con tono cansado.

Edgar se levanta de su asiento tras el escritorio, coge una silla y se sienta junto al sofá. Suspira, inspira y expira de una forma realmente sonora y molesta, hasta que al fin habla.

– Descubrí a Sarah desde el momento que entró por la puerta, sabía quién era, pero por como se comportaba se veía que ella no tenia la menor idea de quién era yo. Sin embargo, la segunda vez sí, se podía ver en su mirada. Sarah no sufrió ningún accidente, pero no fui yo quien lo causo, ni quien llamo, al igual que tampoco soy yo quien mandó matar a tu madre. Parece que al final, no voy a ser yo el malo de esta historia –dice Edgar mirándome fijamente a los ojos en todo momento, con sus manos entrelazadas sobre sus rodillas– Sé que no me vais a creer fácilmente, lo comprendo, pero jamás tenía intención de hacerte daño a ti Sarah o a tu madre. Debéis creerme, porque quiero ayudaros. Quiero vengar la muerte de tu madre y quiero hacerlo porque estaba enamorado de ella –confiesa y siento como todo se detiene, no puede ser cierto, esto no podía estar pasando.

¿Edgar no era el malo? ¿Había alguien peor que él? Y lo que era peor de todo, ¿Edgar estaba enamorado de mi madre? ¿Y podría aquello ser incluso correspondido? No, eso último no podía ser, mi madre jamás se podría enamorar de alguien como Edgar, pero ¿acaso no me enamoré yo de Ryan aún conociendo toda la historia de su padre, aún teniendo posibilidades de que acabara siendo como su padre? De nuevo, miles de preguntas pasan por mi mente y como de costumbre, ninguna respuesta.



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