Eric estaba parado delante de mí, no podía creerme que fuera él de verdad, pero ahí estaba, mirándome. Nuestro parecido lo decía todo, tenía unos ojos verdosos, tal y como los míos, tenía unas facciones similares, misma nariz, mismos labios... sin embargo su melena revuelta era mucho más oscura que mis castaños mechones y su piel era más morena que al mía, pero por lo demás, nos parecíamos bastante.
– E-Eric –tartamudeo algo nerviosa.
Sus ojos me miraban de arriba abajo, analizándome, su rostro reflejaba sorpresa y algo más... ¿enfado? ¿Pero por qué motivo iba a estar enfadado?
– Estás viva –dijo sin más.
No entendía nada, ¿por qué decía eso? Las palabras no salían de mi boca, tenía tantas cosas que decir, pero el nudo en mi garganta no me permitía hablar, tenía la impresión de que aunque abriera la boca, las palabras no saldrían de ella. Intentaba buscar explicación a aquello, a por qué pensaba que estaba muerta, o al menos, eso me había hecho entender con sus palabras, y eso podría explicar su enfado, de pronto unas imágenes volvieron a mí de nuevo.
« – Sí quieres mantenerlos a salvo, deben pensar que has muerto.
Estaba sentada en una mesa de metal, la sala era pequeña con un gran espejo frente a mí. Las sillas eran bastante incómodas, aunque mi interlocutor no estaba sentado, él se encontraba de pie, paseando por la sala. El hombre daba vueltas de un lado a otro de aquella pequeña sala, debía de tener alrededor de los 25 años, parecía algo nervioso, era moreno y alto, pero no podía ver más de él; hasta que se dio la vuelta y le vi el rostro, dios era realmente atractivo, me miraba con unos ojos color avellana, la barba comenzaba a salirle y me daban ganas de mordisquearla, ¿por qué pensaba en eso? Tenía que controlarme, él me mira y sonríe de lado, si sigue mirándome así, me derretiré...
– Sarah, ¿me estas escuchando? –abre los labios comenzando a hablar, sacándome así de mis pensamientos. »
Estaba tirada en el suelo, ¿me había caído? El suelo estaba frío y me dolía la cabeza, siento como me cogen en brazos y escucho murmullos a mi alrededor, pero no oigo nada, mis ojos se cierran poco a poco, sin poder hacer nada para evitarlo, me quedo dormida sin más.
Abro los ojos, no sé cuánto tiempo he dormido, pero todavía me sentía muy cansada. Me froto los ojos con suavidad y es ahí cuando lo veo, está ahí mirándome, dentado a mi lado y sujetándome la mano con firmeza. Alzo la mirada, encontrándome con la contraria y me percato de que las lágrimas salían de sus los ojos, resbalándole por las mejillas, ¿mi hermano había estado llorando por mí?
– Sarah –dice al ver que abro los ojos, me acaricia el pelo con dulzura e instintivamente vuelvo a cerrar los ojos, era tan agradable tenerle ahí conmigo– ¿estás bien?
No me sale la voz, no soy capaz de decir palabra alguna, así que solo asiento, escucho unos pasos detrás de mí y Emma me ofrece un vaso de agua. Eric me ayuda a incorporarme y bebo un poco.
– ¿Qué ha pasado? –consigo decir al final.
– Tú te ausentaste, tal y como haces cuando recuerdas, estabas aquí presente, pero solo físicamente y de pronto te desplomaste en el suelo, así, sin más. –Emma hablaba calmada, queriendo mostrar que así estaba, pero su mirada me indicaba que no se sentía así en absoluto; estaba más nerviosa que nunca y también había estado llorando.
Asiento con una pequeña sonrisa, fingiendo que no me había percatado de que Emma también estaba muy alterada y me giro hacia Eric, necesitaba preguntárselo, no sabría si me gustaría la respuesta, pero necesitaba saberlo.
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¿Quién soy?
Misterio / Suspenso¿Qué harías si despiertas una mañana en un hospital sin recordar siquiera cómo te llamas? Eso es lo que le pasa a Sarah Johnson, ella solo quiere recuperar su vida, su identidad, recordar quién es y saber por qué acabó en aquel hospital, pero poco a...