Capítulo 16

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Estabatendida en el suelo, abrazada al cuerpo sin vida de mi madre, con elsuelo encharcado en sangre bajo nuestros cuerpos. Intentabaexplicarme qué podría haber pasado, ¿por qué habían matado a mimadre? ¿Dónde estaba Ryan? Tenía demasiadas preguntas y la extrañasospecha de que, como siempre, nadie podría responderlas, nadieexcepto Edgar, tenía que ser él el que estaba detrás de todo esto,fijo que era él, no podía ser nadie más.

Elsonido de un teléfono móvil me saca de mis pensamientos, miro a míalrededor intentando encontrar su procedencia, estaba sobre elpequeño mueble de la entrada, debía de ser de Ryan. Me pongo en piey me acerco a cogerlo.

¿Si? ¿Quién es?pregunto encuanto descuelgo el teléfono.

Hombre Johnson,si sigues viva diceuna fría y ronca voz.

Unescalofrío recorre mi espalda, reconocería aquella fría voz encualquier momento y en cualquier lugar, era Edgar.

¿Qué quieres?–vuelvoa preguntar, intentando parecer tranquila, no quería que él sediese cuenta de lo mal que estaba en aquel momento, no iba a mostrardebilidad ante aquel despiadado ser.

Pensaba que túquerrías recuperar a tu novio y ayuda para deshacerte de esecadáver, pronto comenzará a oler diceen un tono divertido, ¿se estaba riendo?

¿Dónde está Ryan?pregunto concierta desesperación que soy incapaz de esconder en cuanto nombra aRyan, ¿le habría hecho daño?

Conmigo y si quieresverle harás lo que yo te diga, así que escucha con atención,Johnson dicecon su ya común tono de superioridadpasará un coche a recogerte en una hora, te vas a ponerel vestido y los zapatos que hay sobre el sofá del salón y subirássin decir nada, ni oponer resistencia alguna estasúltimas palabras vinieron seguidas de un pitido, pitido que marcabael final de la llamada.

Laslágrimas recorrían mi rostro, nublando un poco mi vista, las limpiocon el dorso de mi mano y miro en la agenda, esperando que Ryantuviera el número de mi padre, por suerte, así era. Cuando fuera amarcharme le dejaría un mensaje diciéndole que viniera aquí, élse encargaría del cuerpo de mi madre, si le avisaba ahora meimpediría ir a por Ryan, ¿estaría siendo una mala hija? Tal vez,pero no podía pensar en ello, lo único que tenía en la cabeza enestos momentos era recuperar a Ryan.

Measomo el salón y ahí estaba, había un largo vestido color rojocarmesí extendido y unos zapatos de tacón alto de charol de colornegro. Los cojo intentando no manchar nada con la sangre que mecubría casi al completo y subo al piso de arriba con rapidez,dirigiéndome al baño para darme una ducha.

Pormi rostro las lagrimas seguían cayendo, resbalando por mis mejillas,las cuales se mezclaban con el agua de que caía de la ducha. Alsalir de la ducha me miro en el espejo «necesitaré muchomaquillaje» pienso al observar el mal aspecto que tenía; unasgrandes ojeras se marcaban bajo mis ojos, los cuales estabanenrojecidos a causa de haber llorado tanto, mi tez estaba más pálidade lo normal, tenía los labios cortados...

Unavez estoy vestida me miro en el gran espejo que había en la puertadel armario de la habitación, en este podía verme entera. Me habíapuesto el largo vestido rojo carmesí que Edgar me había dejado, eraun vestido precioso. Era de tirantes con un escote en forma de V quemostraba más de lo que me gustaríaera ajustado hasta la zona de la cintura, donde llevaba un trozo detela a modo de cinturón que formaba una pequeña flor en el ladoderecho de mi cadera, la larga falda era algo más suelta y estabaabierta por una raja que llegaba hasta la mitad de mi muslo,mostrando mi pierna izquierda. Los zapatos parecían ir a conjuntocon el vestido, puesto que a pesar de que eran negros en lugar derojo, en la punta de cada uno había una pequeña flor igual que lade la cintura del vestido, además eran bastante cómodos pese alalto tacón que tenían. Me observo unos segundos más en el espejo,observando la forma del vestido y la forma en la que aquellos zapatosrealzaban mi figura.

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