Capítulo 17

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«Donde todo esto comenzó»  las palabras que me había dicho el conductor aún retumbaban en mi cabeza, no me lo podía creer ¿iba a regresar a Londres? Sentía un nudo en el estomago y tenía la sensación de que iba a vomitar en cualquier momento. El conductor aparca el coche frente a un gran y alto edificio, me indica que baje y que entre en aquel lugar. Así que eso es lo que hago, bajar del coche, para mi sorpresa, él hace lo mismo.

– Bueno Sarah, aquí nos despedimos, entra en el ascensor que encontraras en el primer pasillo a la derecha en el vestíbulo, sube a la azotea.Ahí habrá un hombre junto al helicóptero, sube y no hagas ninguna tontería –me indica con seriedad, agarrándome por lo hombros– y mucha suerte, pequeña –susurra abrazándome.

Se separa de mí y se despide con un leve movimiento de mano, no sabía si era impresión mía, pero juraría que estaba triste.

«Tranquila, todo irá bien» me repetía a mí misma una y otra vez.

Entro en el interior del edificio, recorro el amplio vestíbulo y doblo la primera esquina a la derecha, encontrándome de frente con la puerta del ascensor. Pulso el botón que había junto la puerta para hacer que el ascensor bajara, este no tarda en llegar, pero a mí me parecen horas, las puertas se abren y entro en él. Era realmente espacioso y las paredes estaban formadas por un gran espejo, pulso el botón de la azotea y comienza a ascender. Me dejo caer sobre el suelo, sentándome en una esquina, con las piernas dobladas y mis brazos rodeándolas, las lágrimas volvían a recorrer mis mejillas.Al detenerse el ascensor las limpio con el dorso de mi mano con rapidez y me incorporo antes de que se abrieran las puertas, dejando ver la gran azotea con el helicóptero ahí parado.

– Date prisa, no tenemos tiempo que perder –dice una fría voz.

Un hombre alto y musculoso sale de no sé dónde al lado del ascensor y me fulmina con la mirada. Tenía el pelo corto y negro, estaba parado de pie frente a mí con los brazos cruzados sobre su pecho con el rostro serio, lleva un traje completamente negro, a excepción de la camisa, que era de color blanco. Me recordaba a los agentes que había siempre en la puerta del local, ¿acaso todos los trabajadores de Edgar vestían siempre igual?

En el mismo instante que salgo del ascensor sus largos dedos atrapan mi brazo y prácticamente me empuja hasta donde estaba parado el helicóptero, abre la puerta del copiloto y me ayuda a subir, para entrar en el interior.

– No sé qué habrás hecho, pero tienes al jefe muy cabreado –añade abrochándome el cinturón de seguridad antes de cerrar la puerta y subir al asiento del piloto.

No digo nada, no estaba de humor para escuchar los absurdos comentarios de uno de los hombres de negro de Edgar que no tenía ni la menor idea de nada. Apoyo la cabeza en el frío cristal de la ventana,observando como la azotea se alejaba de nosotros y los edificios se hacían cada vez más pequeños bajo nosotros conforme tomábamos altura.

«Era una noche lluviosa, por lo que había decidido quedarme en casa con Emma, habíamos puesto una película de miedo en la televisión y preparado palomitas, así que estábamos tiradas en el sofá del salón, aunque ninguna hacía caso alguno a la película.

Bueno,¿vas a hablarme ya de ese chico misterioso? preguntaba Emma con esa sonrisa pícara que ponía siempre que me lo preguntaba.

Llevaba ya unos días intentando averiguarlo, cada vez que tenia oportunidad me preguntaba por Ryan, pero yo me mantenía firme a no contarle nada, pues sabía que le gustaría conocerle y yo no quería eso, no podía introducir también a Emma en este mundo donde me estaba adentrando, era demasiado inocente.

¿Quién soy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora