Capítulo 10

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No sentía nada, ni dolor, ni tristeza, nada en absoluto. Ni siquiera era consciente de que me encontraba en una camilla de hospital conectada a una máquina que marcaba mis pulsaciones. Ryan estaba sentado junto a mí, con los nervios a flor de piel.

Pero yo estaba sumida en un profundo sueño, aunque no soñaba, estaba recordando, el recuerdo más importante que había tenido hasta el momento.

«Estaba sentada en un sofá color gris azulado el cual estaba arañando con mis uñas por el nerviosismo, miraba fijamente una pared naranja con varias fotos colgadas, éramos Ryan y yo en todas ellas, besándonos, abrazados, haciendo el idiota...

– Sarah, ¿estás bien? 

Al oír esas palabras me giro con lentitud, aunque no lo necesitaba para saber quién era la persona que estaba detrás de mí; pero me giro de todos modos, encontrándome con la mirada preocupada de Ryan puesta sobre mí. No le respondo, simplemente me limitaba a asentir, aunque por dentro sentía un vacío enorme en mi pecho.

Edgar acababa de llamar comunicándonos la muerte de mis padres.

"Todo esto es culpa mía" pensaba y me repetía a mí misma sin parar. Era incapaz de quitarme esa idea de la cabeza. Yo había sido la causa de que mis padres ahora estuviesen muertos y quién sabe cuánto tiempo tardaría mi hermano en seguirles.

– Claro –termino por decir, ya que al parecer con un simple asentimiento de cabeza a Ryan no le había bastado para creerme y posiblemente aquel "claro" tampoco lo hiciese.

Al hablar, lo hago con una falsa sonrisa dibujada en el rostro, esperanzada de que fuera algo más convincente de lo que imaginaba.

Vuelvo a girarme, fijando la mirada de nuevo en la pared. Además de las fotos, también había una gran estantería, con varios libros perfectamente ordenados y con un televisor de pantalla plana colocado en un hueco que había en medio de la estantería, el cual en aquel momento estaba apagado.

El sofá se hunde a mi lado, no necesitaba mirar hacia mi derecha para saber a qué se debía, era evidente que Ryan se había sentado a mi lado. Su fuerte brazo me rodea por lo cintura y me tira acerca a él con suavidad, prácticamente termino tumbada sobre él, con sus manos rodeando mi cintura.

– No sabes mentir –susurra en mi oído con dulzura.

Las yemas de sus dedos dibujaban círculos sobre mi espalda, sin dejar de abrazarme. 

Casi sin darme cuenta las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Él tenía razón, yo no estaba bien. Pero se equivocaba en lo de que yo no sabía mentir, era una excelente mentirosa, el problema era que él me conocía tan sumamente bien que me era imposible mentirle.

– Es culpa mía –las palabras que rondaban mi cabeza, que me atormentaban, salen de mis labios en un leve susurro.

El agarre de Ryan se intensifica al escuchar mis palabras, dejando un dulce beso en mi frente.

– Eso no es cierto, Sarah, sabes que el culpable es mi padre –Ryan escupe aquellas palabras con asco– ¿has hablado con tu hermano?

– El piensa que estoy muerta, ¿recuerdas? Esa era la única manera –susurro mientras un escalofrío recorre mi cuerpo entero– ¿Qué será de nosotros? Solo tengo 18 años y Eric 19, sé que sabe cuidarse pero... ¿y si van a por él? No puedo dejar que lo maten por mí culpa a él también –mi cabeza no dejaba de dar vueltas y vueltas al tema y las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas.

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