Capítulo 18

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El chocar de dedos contra las teclas del computador resonaban con fuerza en su cabeza, atormentándolo para finalmente despertarlo. Asustado, miró a su alrededor, dándose cuenta que no era su habitación, tensándose mucho más al ver la intravenosa incrustada en una de sus finas venas azules de su muñeca izquierda.

Estaba en un hospital.

— Shawn...— Giró la cabeza en dirección a la voz que no había escuchado en mucho tiempo, y la vio ahí, su madre se encontraba con su traje color chocolate, el pelo amarrado en una coleta floja. Sentada frente al computador portátil, lo que le hizo deducir que seguía trabajando.

Analizó su rostro a detalle, dándose cuenta de la gran similitud que compartían ambos, la misma sonrisa, los mismos ojos e incluso los lunares que resaltaban en su cuello. Eran tan similares pero tan diferentes a la vez.

Karen tenía una expresión neutral, y por más que el castaño buscase algún rastro de amor maternal, encontró todo lo contrario, había enojo en su mirada.

— Shawn.— Lo llamó por su nombre con un tono severo mientras se levantaba del pequeño sofá en una esquina de la habitación.— Durante todo tu desarrollo no has tenido percances como desmayos, ataques de pánico e idioteces como esas. — suspiró pesadamente, acariciándose la cíen.— No entiendo porqué después de diecisiete años, te haya dado la gana de desmayarte en un día tan importante como lo era ayer. Justo en una de mis audiencias más importantes.— buscando mantener la calma, suspiró posando una de sus finas manos en su pecho.— esta semana estarías bajo mi cuidado, ¿y me vienes con esto?

— Lo lamento, mamá. Pero yo no decido cuándo desmayarme. — respondió afligido por las duras palabras de su madre. Ella no había corrido a sus brazos y a llenarlo de besos como cualquier madre amorosa lo haría, ella era diferente.— Además... tampoco sabes el porqué.

— No necesito saberlo, eso no tiene importancia.— escupió totalmente molesta, mientras rodaba los ojos y cruzaba sus brazos.

— Claro que importa, mamá... La persona que más quiero... Se fue y me dejó solo.— su corazón se rompía en mil pedazos nuevamente al solo recordar lo que había pasado horas antes.

— ¿Una chica? — Bufó molesta.— una chica fue suficiente para arruinar mi audiencia... ¡Genial!— Exclamó con sarcasmo.— Estaba a punto de ganar el caso, pero me llegó una llamada avisándome que mi hijo andaba inconsciente en el aeropuerto. No entiendo tus niñerías, Shawn. Pensé que eras maduro, pero estuve totalmente equivocada...— Chasqueó los dedos, tratando de recordar algo.— escuché un nombre...¿Cómo se llamaba? — frunció el ceño pensativa.— ¿Ni...Ni...Ninfa?

— Niall, su nombre es Niall.— respondió cansado del sermón, él sólo quería hundirse en las sabanas de una habitación que olía a incienso de lavanda y canela, él solo quería a reír, él solo quería a Niall.

Karen frunció el celó confundida.— Ese nombre no me suena al de una muchacha.

— Porque no lo es.— solo quería irse de aquel lugar.

— ¿Que tratas de insinuar?— su postura se endureció, al igual que sus uñas se enterraban en la palma de su mano.

— Es un chico, porque me gustan los chicos, porque amo a uno.—

Él sólo quería ser feliz.

Pero la vida siempre se había encargado de darle todo lo contrario.

A los pocos segundos, sintió una palma chocar contra su mejilla, al igual que sintió como su pobre corazón daba el último suspiro.

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