Cuando Renjun abrió los ojos a la mañana siguiente se encontraba en su apartamento. Eran más de las once de la mañana y sentía la cabeza completamente embotada. Y los recuerdos de esa amarga noche comenzaron a asolar su mente.
Cuando llegó a la mansión no había bebido tanto, pero para soportar la terrible vergüenza que le daba pasearse entre gente tan elegante y de miradas tan juzgadoras tuvo que tomarse unas cuantas copas de champán, de las que llevaban los camareros en bandejas de metal de un lado a otro.
Él, con su chaqueta de cuero bajo el brazo, pantalones vaqueros rotos, camiseta y moviéndose entre las altas esferas junto con su jefe.
—¿Y él es...?
—Mi ayudante. Disculpa su aspecto, se había olvidado por completo de que el cóctel era hoy. ¿Verdad Renjun?
Renjun se limitaba a asentir y a agarrar otra copa de champán en cuando se ventilaba la que tenía en la mano.
Te odio, maldito desgraciado, esta me la vas a pagar.
—Renjun, ¿por qué no les cuentas qué tal te está yendo en la carrera?
—¿Aun no tiene la carrera? ¿Cuántos años tiene?
—No sé, unos treinta o treinta y uno, ¿verdad?
—¡Tengo 22!
—Oh, perdona, es que pareces mucho más mayor, hay que cuidarse más eh —se burló Jaemin, el resto se rió por la gracia y Renjun se bebió de un sorbo el champán.
—No parece tan mayor Jaemin, como se pasa. ¿Cuánto hace que trabaja para usted?
—Pues no lo recuerdo bien... ¿Cuánto hace Renjun?
—Un mes eterno.
—¿Eterno? Querrá decir entero —dijo una mujer estirada y muy pintada.
—No. Eterno, quise decir eterno.
Los invitados se miraron entre ellos, algo ofendidos por el tono empleado por el ayudante. Pero Jaemin no borraba esa media sonrisa de su hermosa cara. El muy desgraciado estaba disfrutando cada maldito instante de esa noche.
Renjun se tiró de los pelos al recordar lo increíblemente insolente que había sido con esa gente. ¿Cómo pudo decir esas cosas? ¿Cómo pudo ser tan maleducado? Ese no era él, él no era así normalmente. Era culpa de ese desgraciado. Jaemin lo hacía comportase de formas que jamás haría por sí solo. Lograba acabar con su paciencia, lograba sacar lo peor de él. ¿Eran así todos los trabajos? ¿Ese era el mundo laboral que le esperaba? Si iba a ser así tendría que plantearse trabajar por su cuenta para poder ser su propio jefe.
No, de eso nada. El mundo no era así. Jaemin era especial. Nadie podía ser tan cretino e hijo de puta como lo era él.
El lunes por la mañana fue a la sala de personal a tomar su café y su bollo relleno de chocolate. Necesitaba aunque fuera una pequeña alegría, y esos bollos los traían todos los días recién hechos de una panadería artesana. Se notaba que era una empresa de nivel.
Renjun estaba sentado en la mesa cuando entraron un hombre y una mujer. El hombre era el del equipo creativo, al que Renjun había "humillado terriblemente", y sin querer, en la presentación del anuncio del coche el mes pasado. Y a la mujer la conocía porque se le quedó grabada su cara cuando la pilló despotricando contra él en esa misma sala con otra compañera. Sin duda, la tensión en el ambiente podía cortarse con un cuchillo de mantequilla.
Ni siquiera lo saludaron.
—Bueno, ¿y en qué proyecto estás trabajando ahora? —preguntó la mujer.
—Te lo cuento luego —dijo el hombre sirviéndose café—, no quisiera que nadie me robara la idea.
Indirecta captada.
—Ya, te entiendo, uno nunca sabe de quién fiarse.
Renjun estaba concentrado en su desayuno y no supo si le habían mirado o no. No hacía falta, era evidente que se referían a él.
Y en ese momento entró a quien menos quería ver en el mundo.
—Buenos días señor director — saludaron ambos.
Jaemin los ignoró a los dos y se acercó a Renjun, apoyando una mano en la mesa junto a él.
—Me lo pasé muy bien la otra noche — Renjun le dirigió una mirada entre asesina y asustada—. Aunque tú bebiste demasiado, ¿recuerdas algo de lo que pasó?
Renjun permaneció en silencio, apretando la mandíbula. Ese loco estaba dando a entender lo que no era. Otra de sus estúpidas pruebas...
—¿Te gustó mi casa? Cierto... No viste demasiado, estuviste la mayor parte del tiempo en mi dormitorio.
Renjun se puso en pie de golpe. El corazón le latía como una moto, las manos y las piernas le temblaban de la vergüenza. Quería golpearlo. Quería gritarle. Quería decirles a los que los observaban que nada de eso era cierto de la forma que lo estaban pensando. Él nunca quiso robar ningún proyecto. Él nunca se tiró a ese maldito desgraciado para conseguir el puesto. Ese hombre era un loco que se divertía haciéndolo quedar mal. No llegaban tarde por su culpa, y si no cumplían con la agenda era también por su culpa, y él no se había olvidado de vestirse bien. No se olvidaba nunca de nada.
En vez de gritar, no salió una sola palabra de su boca. Si llegaba a salir estaba seguro de que también caería alguna lágrima. Notaba un nudo en la garganta y el mentón le temblaba. Señales de que estaba a un paso de derrumbarse.
Salió de la sala de personal a paso rápido y con la cabeza agachada. Fue directo al cuarto de baño.
ESTÁS LEYENDO
Odio A Mi Jefe (JaeJun) [ADAPTACIÓN]
FanfictionRenjun consigue el trabajo de ayudante de dirección en una gran empresa de publicidad. El único al que tiene que rendirle cuentas es a su arrogante, egoísta, pervertido y sádico jefe. ¿Tirará la toalla o se acostumbrará al mal comportamiento de ese...