3. ᴜʟᴛɪᴍᴀ ᴇsᴘᴇʀᴀɴᴢᴀ

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— Estás aquí... —dijo Jaemin con todo desesperanzador cuando Renjun entró en su despacho a primera hora.

—Claro que estoy aquí. Vengo a recordarle que a las nueve en punto tenemos que estar en la sede de CC Company. Tenemos una reunión con el presidente ejecutivo para aclarar los términos del contrato con respecto a la campaña de la nueva marca de Far.

—Ya.

—El coche estará abajo esperando a las ocho y media.

—Muy bien, vete ya.

Renjun dio media vuelta, pero se detuvo antes de salir.

— Ryujin me dijo que insistiera mucho en los horarios para asegurarme de que no llegara tarde.

— Ryujin es una exagerada. Vete de una vez, estaré listo a la hora que tenga que estarlo.

Renjun volvió al mostrador. Revisó veinte veces la agenda, clasificó los papeles y revisó las bases de datos. Ya eran y veinticinco cuando volvió a mirar el reloj. Recibió una llamada, el coche ya estaba abajo. Jaemin no salía. Pensó que quizás saldría a y media justas, pero tampoco. Renjun llamó a la puerta pasados cinco minutos de la hora.

—¿Director? Ya es la hora, el coche nos está esperando.

—Ya voy —dijo desde dentro.

Renjun se sentó y lo esperó un poco más.

Él ya estaba más que preparado. Tenía la pierna inquieta y no paraba de mirar el reloj. Ya eran menos cuarto, si no salían ahora mismo llegarían tarde. Renjun volvió a llamar a la puerta.

— Jaemin, vamos a llegar tarde.

No recibió respuesta.

—¿Jaemin?

Nada.

—¿Director?

Nada de nada.

Renjun empezó a pensar que algo malo le podría haber pasado. Un infarto, un derrame cerebral, un atragantamiento, una caída tonta que hizo que se golpeara la cabeza contra la esquina de la mesa y ahora se encontraba desangrándose en el suelo lentamente. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Cuánta sangre habría perdido?

Renjun abrió la puerta alarmado.

Jaemin estaba sentado en su silla mirando la pantalla del ordenador con el ceño fruncido.

—¿Se encuentra bien...?

Renjun vio que el brazo derecho del director se movía rápidamente. ¿Estaba moviendo la mano bajo la mesa? ¿Haciendo qué?

Jaemin lo ignoró y soltó un gemido, mientras su brazo dejaba de moverse tan rápido para moverse arrítmicamente entre espasmos.

Renjun se puso completamente rojo. Salió del despacho y apoyó la espalda en la puerta.

—¡Lo siento mucho! ¡Lo siento! No pretendía...

Se detuvo a pensar. ¿El director se estaba masturbando? ¿En su despacho? ¿Sin cerrar la puerta? ¿Antes de una reunión? ¿QUÉ CLASE DE PERSONA HACE ESO?

Este hombre está mal de la cabeza. MUY mal de la cabeza. Está completamente enfermo.

Renjun aún estaba dándole vueltas, sin saber cómo sentirse, cuando el director salió.

—Ni una paja me puedo hacer a gusto. ¿Por qué has entrado?

—Es que... Íbamos a llegar tarde... ¡No! ¡Vamos a llegar tarde!

—Es culpa tuya, por interrumpirme, si no hubieras llamado a la puerta hubiera acabado antes. A la próxima tendrás que encargarte tú si no me corro.

—¿C-cómo?

—Venga vámonos, que ya llegamos tarde. Qué paciencia...

La reunión les ocupó toda la mañana. Y la imagen del director masturbándose tras la mesa ocupó la mente de Renjun, no durante toda la mañana, sino durante todo el día.

A la hora de comer fueron por caminos distintos. Jaemin había quedado con el presidente de la empresa y Renjun se fue a comer a la cafetería del mismo edificio. Allí se encontró con Ryujin cuando ya estaba tomando el postre.

—¡Renjun! ¿Qué tal tu segundo día? Jaemin no se habrá pasado contigo ¿no?

—Jeje... No qué va —decidió que lo mejor era omitir la parte de la masturbación.

—Te voy a dar un consejo — Ryujin se puso muy seria—. No le tengas miedo y no le pases ni una. Si te muestras débil te acabará arrancando el brazo. Y entonces sí que tendré que buscarle a otro ayudante. ¿Puedes ser duro?

—Cl-claro que sí.

—Ya habrás notado que es un poco peculiar. Pero lo que te he dicho, no seas blando. Sé firme y serio. Si haces bien tu trabajo él no tendrá nada que reprocharte. ¿Crees que podrás lidiar con él?

—Creo que sí.

—Por favor... Si te hace algo dímelo enseguida, o si te dice algo ofensivo simplemente ignóralo. ¿Sabes cuántos ayudantes ha tenido en lo que va de año?

—¿Cuántos?

—¡Demasiados! Y varios le han denunciado. Al final siempre hemos llegado a un acuerdo, pero los chicos tenían razón... Sé que estás en todo tu derecho a renunciar si ves que no merece la pena pero... Ahora mismo ya no sé qué hacer, estoy desesperada. Yo ya tengo mi propio trabajo y no puedo estar también pendiente de él. Y si se organiza él solo esta empresa se hunde. SE HUNDE. No es que él no sepa hacer las cosas, sino que pasa de todo. Llega tarde siempre, no entrega los documentos aunque los tenga hechos, se la pasa en su despacho haciéndose... Ejem, bueno, eso, que le da igual todo. Parece que la compañía es más mía que suya. Al menos yo me preocupo más, porque tampoco quiero perder mi trabajo ¿sabes?

—Comprendo.

— Renjun — Ryujin le tomó de las manos—, por favor... Eres mi última esperanza... Espero que tengas lo que hay que tener para manejar a ese inconsciente.

—Tranquila, déjalo en mis manos.

La charla con Ryujin lo había motivado. Ese trabajo no era solo una oportunidad para obtener experiencia y poder acabar la carrera, no. Era algo más. Era una forma de comprobar si de verdad tenía lo necesario para triunfar en el mundo laboral, para no ser pisoteado por nadie y para demostrar de lo que era capaz. Sí, esa era una oportunidad inigualable.

Odio A Mi Jefe (JaeJun) [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora