13. ʀᴇsᴀᴄᴀ

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A la mañana siguiente a Renjun le dolía a horrores la cabeza. Tenía frío y se volvió a tapar con la manta. Una manta... Él no solía dormir tapado solo por una manta. Y olía diferente.

Enseguida se incorporó, la cabeza le dio un vuelco. ¿Dónde estaba? Esa no era su casa. ¿Qué hora era? Quiso palpar en sus bolsillos para buscar su teléfono, pero se dio cuenta de que no llevaba pantalones.

—Oh dios santo... ¿Qué he hecho? ¿Dónde estoy? Por qué tuve que beber tanto ayer...

Renjun acabó localizando sus pantalones, que estaban colgados en una silla. Miró su teléfono. Era tarde, muy tarde, y aun tenía que pasar por su casa para vestirse y quitarse el olor a bar.

Al salir de la habitación vio a Haechan tendido en el sofá, muy recto, como un vampiro. Intentó no hacer ruido, pero luego recordó que él también tendría que abrir el puesto de bebidas.

—Haechan, pst, pst, Haechan despierta.

—Renjun... ¿Qué hora es?

—Las siete y media, yo tengo que irme que ya llego tarde.

—Vale, gracias por despertarme.

—Gracias a ti por dejarme dormir aquí. Luego hablamos.

Renjun se fue del apartamento y Donghyuck se sintió decepcionado y culpable. Había estado a punto de hacerle cosas sin permiso a una persona que no era consciente de sus actos. Eso era delito, pero aún así se sentía bien por haber podido acariciar ese magnífico cuerpo. Lo bueno era que Renjun parecía no acordarse de nada, así que por lo menos podrían seguir siendo amigos y podría seguir viéndolo, hablando con él y quizás algún día repetir lo de esa noche.

Renjun llegó una hora tarde a su puesto de trabajo. No desayunó y se vistió rápidamente; la camisa estaba algo arrugada y el pelo no se le quedaba en el sitio.

Llamó al despacho de su jefe y pasó para recitarle el programa del día, con la esperanza de que no se diera cuenta de su tardanza.

—Llegas tarde —fue lo primero que le reprochó nada más entrar.

—He tenido algunas complicaciones.

—¿Qué complicaciones?

—¿Me vas a echar por llegar tarde un día?

—Puede.

—Tú llegas tarde siempre a todas partes.

—Pero yo soy el jefe, no, mejor dicho, soy el dueño de la compañía. Y si a mí me apetece llegar tarde, pues llego tarde y si me apetece no venir durante un mes también puedo hacerlo. Pero tú... Tú no puedes permitirte esos lujos.

Renjun lo sabía perfectamente, quería restregarle por la cara su falta de responsabilidad para que lo suyo no pareciera tan grave, pero al final Jaemin tenía razón. Podía hacer lo que quisiera.

—Es verdad, tienes razón... Lo siento mucho, no volverá a ocurrir —dijo haciendo una leve reverencia.

—¿Qué has dicho?

—Lo siento mucho...

—¿En serio Renjun? No te contraté para que me dieras la razón. Te contraté para que me dieras caña.

—¿Eh? —ahora sí que no entendía nada.

—Madre mía... Sí que estás espeso esta mañana. ¿Has dormido bien?

—He... He dormido bien, sí.

Jaemin se levantó de su escritorio, lo rodeó y se plantó frente a Renjun, con las manos en los bolsillos le analizó la cara.

Odio A Mi Jefe (JaeJun) [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora