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CAPÍTULO VEINTISEIS " NO TENGO QUE HACERLO "
BILLY LE TOCÓ EL HOMBRO y ella se dio la vuelta confundida. Todo lo que hizo fue darle su característica sonrisa arrogante como si la Baile no hubiera sucedido en absoluto. Dylan puso los ojos en blanco y continuó apilando sus libros en su casillero.
Él no entendió la indirecta y permaneció allí, incluso dando un paso más y abrió la boca para hablar con ella.
—Ley del hielo, ¿huh? —Siguió mirando el metal oscuro de su casillero—. Escuché que tú y ese tipo son oficiales ahora.
Dylan pensó en Steve y se encontró teniendo que ocultar una sonrisa estúpida. —Algo como eso.
—Nunca durará —se oyó un golpe cuando se inclinó contra la fila de casilleros que cedió a su peso—. Monogamia. No es lo que eres. No es lo que somos.
Ella sacudió su cabeza. —Estás seriamente trastornado.
—Mira, Tommy va a hacer una fiesta —continuó él sin vacilar—. No me importaría verte allí.
Confundida y un poco molesta, Dylan cerró de golpe su casillero y dobló una esquina. No había olvidado lo que le dijo en el baile de la escuela y el dolor no había disminuido. A pesar de que sus sentimientos por él eran algo superficiales, sería la primera en admitir que Dylan había pensado erróneamente que ambos se respetaban mutuamente. Pero ese había sido otro ejemplo de que ella estaba equivocada.
Por alguna razón, el hecho de que se equivocara la hizo reír para sí misma. Eso era lo suyo estar equivocada, especialmente con los chicos, y por un momento pudo escuchar la voz molesta de Barb, "Él solo te usará, Dylan, eres tan ingenua, ten algo de respeto por ti misma por una vez en tu vida", entonces Dylan ladraba altivamente sobre cómo Barb era solo una virgen amargada y de alguna manera terminarían en el sofá de su sala de estar compartiendo un plato de palomitas de maíz, viendo una película de John Hughes. A veces estaba bien equivocarse.
Steve la detuvo más adelante en el pasillo, pero antes de la salida. Le puso la mano en el hombro y le lanzó una mirada extraña. —Sabes que pareces una loca riéndote a ti misma.
—Ja, ja —se burló ella—. ¿Alguna vez pensaste en hacer stand-up?
—Entonces, eh, ¿de qué te estaba hablando Billy?
Dylan se rio. —Me gusta la forma tan casual de que incluiste eso en la conversación. No era como si estuvieras esperando para preguntar eso durante los últimos seis minutos.
Su brazo cayó de su hombro y levantó las manos en fingida defensa. —Oye, todo lo que sé es que suena la campana. Dejo Matemáticas. Camino por el pasillo. ¿Qué veo? A Hargrove acosando a mi novia.
