¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPÍTULO VEINTICINCO " LA BELLEZA DE ESTO "
ELLANOESTABA REALMENTE SEGURA DE POR QUÉ ESA MEMORIA PAGABA SUS SUEÑOS. Pasaron unos días antes de que fueran a Indianápolis o, mejor dicho, Carol, Steve y Tommy irían a Indianápolis y Dylan se desharía para pasar el rato con Reed y ver una película doble en la sala de cine.
El único significado del sueño era que probablemente era el último buen recuerdo que tenía de ellos cuatro y Carol y ella probablemente habían peleado tres veces en él, como mínimo. Pero ese fue en realidad un número bajo para ellas.
También estaba el hecho de que Carol había tenido razón en algo, algo muy, muy raro. Habían follado, dos meses después, después de que él se metiera en la ventana de su dormitorio, molesto por el posterior engaño de Nancy. Entonces, nada había salido de eso. Nada. Excepto que ni siquiera hablaron. Dylan se culpó a sí misma por seguir alguno de los consejos de Carol. Pero ahora las cosas volvieron a ser diferentes.
Su amistad había reavivado y ahora ella yacía en una cama, Steve roncando suavemente a su lado, siempre roncaba cuando estaba borracho, y le había dicho a Dylan que podría estar enamorándose de ella. Por supuesto, no estaba sobrio y no podía estar segura de que lo recordaría cuando despertara. ¿Ella quería que lo hiciera? Si estaba siendo honesta consigo misma - no. Ella quería que él lo olvidara. Sabía que si había sentimientos involucrados, incluso fuertes, la cagaría. Eso era lo que ella hacía siempre. Ella y Billy fueron un excelente ejemplo de eso.
Mirando hacia atrás, probablemente había estado enamorada de él en 1983, durante ese verano abrasador, por eso se había metido tan fácilmente en la cama con él, arriesgando toda su relación con él y Reed. Pero ahora era 1985 y todavía no podía admitir sus sentimientos, ni siquiera en la privacidad de su propia mente. Le gustaba ser cuidadosa con su corazón, posiblemente demasiado cuidadosa. Steve, sin embargo, era imprudente con el suyo: si sentía algo, tenía que actuar, tenía que decir algo incluso si realmente no quería. Ejemplo: admitir que tenía sentimientos por Dylan en una neblina de borrachera en algún agujero en la pared.
—Deja de pensar tanto —él se asomó por un ojo—. Me estás lastimando la cabeza.
—Wow, eres un idiota —Ella se burló, sentándose y lanzando sus piernas por el costado de la cama. En cambio, le dio la espalda y él no pudo verla pensar.
—Sé que todavía estás cavilando —Murmuró, su voz ronca por el sueño—. Está irradiando de ti.
—Cavilando, eso es nuevo —bromeó ella—. ¿Nancy te enseñó esa palabra?
—No —gruñó Steve. Lo sintió empujarse contra la cabecera, la madera crujiendo contra la pared por su peso—. Lo aprendí todo por mi cuenta. Lo leí en un Reader's Digest. Papá los guarda en el baño.
