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CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE " DROGAS, HIPPIES, ADICTOS AL SEXO "
DYLAN SE SENTÓ EN LA PARTE TRASERA DEL COCHE DE SUS PADRES. Cuando su padre se detuvo en el camino de entrada Harrington, Dylan ya podía escuchar los gritos. Su madre miró por encima del hombro, dándole a Dylan una mirada preocupada.
—Está bien —le aseguró Dylan a su madre—. Steve sabía que su padre iba a enloquecer. Pero viene.
El padre de Dylan aparcó el coche y todos esperaron a que Steve saliera de la casa de los Harrington.
—Sabes, puede sonar extraño viniendo de tu padre, ya que eres mi pequeña hija que vive con su novio... pero me alegro de que Steve vaya contigo —Dylan puso los ojos en blanco ante la relación—. California es extraña. Drogas, hippies, adictos al sexo. No me gusta en absoluto. Al menos sé que hay alguien ahí abajo que te cuida la espalda.
—Gracias papá —Dijo Dylan, solo medio sarcásticamente—. Pero ya no es 1969, creo que estaré bien.
Esperaron unos momentos más antes de que su padre consultara su reloj y suspirara. —Será mejor que se dé prisa, chica. O no llegaremos a tu vuelo.
Los gritos aún no se habían calmado y Dylan finalmente comenzó a preocuparse. Ella no se sorprendería en lo más mínimo si el Sr. Harrington hubiera conspirado este plan de discutir con Steve hasta que hubiera pasado demasiado tiempo, él perdería su vuelo y luego perdería su oportunidad de irse. El Sr. Harrington era un hombre de negocios muy respetado, después de todo. Sabía cuándo aplicar la presión y cuándo aguantar el mayor tiempo posible para obtener exactamente lo que quería.
Su madre se volvió de nuevo en su asiento, esta vez dándole a Dylan una mirada comprensiva. —Voy a entrar ahí.
—No mamá...
Su madre no escuchó. —Siempre he tenido una gran relación con los padres de Steve. Creo que puedo ayudar.
Dylan vio a su madre entrar a la casa de los Harrington, audazmente, sin siquiera llamar. Normalmente, Dylan estaría bastante avergonzada de que su madre se fuera a pelear las batallas de Dylan por ella. Pero esta vez Dylan pensó que podría ser su mejor opción.
—No me preocuparía —dijo su padre mientras su madre desaparecía por la puerta principal—. Si hay algo que al señor Harrington le gusta más que controlar a la gente, es mantener las apariencias.
Dylan se rio. Si bien Dylan sabía que esa afirmación era cierta, probablemente era la cosa más cruel que su padre le había dicho a nadie. Era un hombre sumamente cordial. Nunca removió la olla. Siempre sorprendió a Dylan que un hombre así pudiera criar a dos hijas. Dylan podría haber sido conocida por su actitud, pero cualquiera que conociera a Barb sabía que tenían la misma lengua afilada. Sin embargo, habían compartido el grupo de padres más dulce y dócil.
