Era oficial, había pasado una semana desde que el incidente de la fiesta de Estados Unidos ocurrió. Ya nadie tenía noticias de México y Rusia al respecto, y esto porque ambos se habían encerrado en sus respectivos mundos. Claramente los únicos que sabían que había pasado con nuestros queridos protagonistas eran sus amigos (De parte de México los latinos y de Rusia solo el alemán, era el único con el cuál el ruso había aceptado abrirse al menos un respecto).
Aunque había un pero en todo esto, a pesar de que los latinos tuvieran un "informe sobre la situación actual" lo único que sabían de México es que estaba "bien"; respondía llamadas, solía reportarse con sus amigos por mensaje para al menos decir que seguía con vida, pero no salía de casa, no actualizaba nada en sus redes, era como si estuviera desaparecido para los demás países, hasta se habían creado rumores al respecto, porque claro, el chisme fue volando en popa.
"De seguro Rusia lo mantiene callado hasta que todos se olviden de lo que pasó"
"¿Y si fue una actuación pero les salió mal? ¿O una cámara escondida y nos jugaron una broma?"
"Bah, de seguro esos dos en realidad siempre fueron pareja, tuvieron una discusión y ahora han de estar contentisimos en unas vacaciones"Tristemente ninguna de esas tres opciones era verdad; en primera; Rusia ni se había atrevido a hablar con el mexicano desde esa noche; en segunda; si hubiera Sido una broma o tal ya hubieran salido a explicarlo, u alguien más los hubiera detenido y la broma hubiera acabado antes de que todas las miradas se fijarán en ellos, y la tercera, por muy bonita que fuera, era simplemente imposible.
Todo y al final y al cabo, ¿Para que creer excusas? Los únicos que sabían la verdad eran el latino y el eslavo. Y a continuación contaré que es lo que estaba pasando con el sello de águila después de aquel suceso, donde todo al parecer, había acabado para él.
México ya hacía en su hogar, de nuevo se sentía solo en aquella mansión, las paredes decoradas con cosas de la cultura prehispánica y las civilizaciones antiguas al menos le hacían sentir que no estaba del todo abandonado y sus ancestros le acompañaban en su dolor. Recorría los pasillos con su típico short deportivo y su playera del PRI, que era su típica pijama la cual, no había mandado a lavar desde toda esa semana (claro que se bañaba, pero no tenía los ánimos suficientes como para hacer las tareas más simples del hogar y tampoco quería llamar a sus empleados, lo único que quería era estar en su propio mundo sin que nadie lo molestara).
Sé que a pesar de que dije que México se sentía solo pero al mismo tiempo quería estar aislado de todo contacto, era un sentimiento algo complicado. En sí, quería la compañía del ruso, tal vez no físicamente sino en aura u espíritu, en llamadas por teléfono o mensajes, pero eso era complicado en este momento, así que sentía que no valía la pena estar con alguien más.
Era triste de cierto modo, su rutina era despertarse, estar en cama un buen rato mirando el móvil, teniendo esa falsa ilusión sobre que llegara un mensaje del de ushanka pidiendo perdón, se quedaba así unas horas hasta que su estómago rugía por hambre, comía algo leve, se quedaba en el sillón o volvía al cuarto y ahí comía, trataba de ver series, escuchar música, revisar su teléfono para ver si había algo nuevo, caía la noche, recogía todo lo que había de trastes y tal, se quedaba otro rato en el celular y dormía como hasta éso de las una/tres de la mañana.
Al menos esta día sería algo diferente.
De nuevo la mañana parecía normal, como los últimos días, cuando empezó a tener hambre fue a la cocina, no tenía muchas ganas de comer la provisión de waffles congelados que había comprado, le empezaba a dar náuseas imaginando el sabor y la textura de aquel bizcocho que estaba siendo tratado durante los últimos 8 días seguidos. Así que sólo se hizo un café.
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«Esto no es Amor.»
FanficSuele ser extraño cuando convives con tu crush "de lejitos." Ya sabes, ese crush al que conoces pero nunca te has atrevido a hablarte por pena, miedo, etcétera. Pero imagínate que realmente le hablas y le agradas. Un México desesperado por un amor q...