Capítulo 24; Accidente.

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Los días transcurrieron con normalidad en la morada del Ruso. A decir verdad, desde la partida de su invitado, todo estaba muy tranquilo, ¿Así había sido siempre o es que algo no andaba bien? Igual trataba de no darle muchas vueltas al asunto, cuando se picaba con algo se picaba muy fuerte y prefería evitarse una recaída.
Muchos no lo sabían, pero a Rusia solía afectarse con sus propios pensamientos. Claro que el que siempre lo ayudaba era su compañero el Alemán, antes o después de tener esos ataques. Aunque para ser sinceros, al eslovaco no le agradaba la idea de que aquel le cuidara siempre, últimamente estuvo pensando en lo que le dijo la última vez que se vieron;

"Verás que no es bueno depender de mi."

Tenía un punto, a pesar de que Rusia supiera cuidarse solo, en lo mental no era como que el mejor tomando decisiones.

Bueno, sea como sea, enfoquemonos en lo que estaba haciendo el chico de ushanka.

Nada.

Estaba haciendo absolutamente nada.

Estaba sentado en uno de sus sillones, quería entretenerse con algo, no estar aplastado en su sofá por todo el día. Tomó su teléfono, no tenía ningún mensaje, ninguna llamada, ninguna notificación. Estaba "libre". Y vamos, no es que Rusia tuviera de amigo solamente al alemán, tenía más, como China, Irak, Irán, y otros países de Medio Oriente. Pero no los consideraba tan cercanos, claro, la pasaba bien con ellos y siempre estaría dispuesto a ayudar si alguien quisiera hacerles daño, pero el punto era ése.
Pasaba igual con Venezuela, pero el caso era diferente. Rusia había aprendido más el español por fuerza cuando se alió con él, después tuvieron su cierto "distanciamiento" pero seguía dispuesto a ayudarlo. Tal y como la situación de México -descartando la primera ocasión, claro-.

México...

Le parecía raro que ahora el latino tricolor con el sello de águila no le llamara ahora. Siempre habría una razón, no importa si solo era para contar sobre cómo dos tipos salían a pelearse y uno era accidentalmente atropellado por una camionetilla de transporte personal. Pero, «y de nuevo» no quería hacer su mente un lío, así que simplemente pensó en que estaría ocupado.

¿Pero y si no? ¿Debería llamarlo?

Rápidamente fue a su contacto, no hizo nada, solo se quedó mirando un buen rato el número. Le daba curiosidad que su número empezara con "+52 1". Dejó de pensar en eso, "¡Vamos Rusia, concéntrate!" Se dijo a sí mismo. Llevó una mano a su frente mientras seguía viendo el contacto, no sabía si llamar, porque si realmente México estaba ocupado entonces ya sería una molestia y no quería serlo. O peor, si contestaba, ¿Con qué excusa le iba a venir? Tampoco quería que México lo tomara como su "entretenimiento." Así que mejor apagó el teléfono y lo dejó a un lado, cruzándose de brazos volviendo al principio. Hacer que la monotonía se apoderará de él.

Ahora estaba enojado consigo mismo por complicarse tanto las cosas sabiendo que la vida te las deja tan fácil a tu vista. Luego, algo raro empezó a ser ruido, alzó una ceja y miró su estómago.

Tenía hambre.

¡Bien! Ya era un comienzo para empezar a distraerse, se levantó del sofá y fue directo a la cocina a buscar ciertos ingredientes en su alacena. Tal vez algo de borsch calmaría su apetito. Puso en una pequeña olla agua para después prendía la estufa y lo dejaba ahí reposar para que el agua estuviera a una buena temperatura ambiente. Mientras tanto, seguía en su trayecto de buscar los ingredientes para su sopa, tales como especias o cosas parecidas. Mientras movía una que otra cosa dentro del estante, su olfato le percató de algo. Empezaba a oler a quemado.

No podía ser tan idiota, el fuego estaba bajo y además era agua, el agua no olía a quemado, si algo malo hubiera pasado empezaría a sentir vapor.
De nuevo, Rusia no quiso prestar atención a ello, simplemente quería comer su maldita sopa tranquilo.

«Esto no es Amor.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora