Capítulo corregido
Ada Lancaster
Retrocedí cuando continuó acercándose a mí.
—¿Por qué retrocedes? No creerás que realmente voy a lanzarte, ¿o sí?— sonrió de lado. Su sonrisa se me antojó tanto perversa como seductora.
— "¿Por qué estamos aquí?"— pregunté.
—Quería disculparme por ser un idiota y quise mostrarte algo nuevo, yo mejor que nadie sé lo asfixiante que puede llegar a ser estar encerrado. ¿No te gusta?— preguntó y se acercó más.
— "Es lindo, pero creo que deberíamos regresar"— retrocedí.
—Ni siquiera has mirado a tu alrededor,— me dio una sonrisa y sus hoyuelos se marcaron —me dejaré de juegos, no voy a hacerte nada, lo prometo. Sólo quería ver tu reacción.
Lo miré frunciendo el ceño.
—Vamos, créeme. Conmigo estás a salvo— me estremecí cuando una corriente de viento nos alcanzó.
Lo noté acercándose más, pero ya no retrocedí.
Comenzó a quitarse el abrigo que llevaba puesto y lo miré extrañada. Poco después sentí el pesado abrigo sobre mis hombros, quise retroceder ante su repentina cercanía, pero sus manos en mis hombros me retuvieron en mi lugar.
—Hace frío, ese suéter no va a cubrirte demasiado— sentí su aliento en mi mejilla cuando susurró aquello, como si fuera un secreto que nos pertenecía sólo a nosotros.
— "Tú tendrás frío"— me alejé un poco para poder escribir, más cuando terminé, él restauró nuestra cercanía.
—¿Has escuchado eso de que algunos reptiles son de sangre fría por lo que no sienten frío?— asentí extrañada —pues yo soy parecido a ellos, soy como un camaleón. Tengo una habilidad impresionante para crear estrategias, para aparentar ser quien no soy y mantenerme a salvo y, lo mejor, generalmente no me da frío— fruncí el ceño, lo último lo dijo con un deje de burla que me supo mal. Se alejó repentinamente rompiendo nuestra cercanía.
Me giré a verlo, se encontraba en el borde del acantilado.
—Ven, tienes que ver esto— hizo un ademán con la cabeza. —No voy a tirarte por aquí, no te preocupes -añadió con burla. —Ven, anda, confía en mí.
Y yo era o muy estúpida o muy buena persona. La primera sonaba más racional.
—¿Te gusta?— preguntó cuando estuve a su lado. Me quedé sin aliento.
Podíamos observar todo el bosque bajo nosotros, el río y, a lo lejos, las luces de la ciudad. Era precioso.
— "¿Cómo sabes de este lugar?"
—Cuando estás demasiado tiempo encerrado debes buscar un escape, un día cuando estaba mirando por el centro vi esa puerta, así que en la noche me escapé de la habitación y salí. Comencé a caminar y encontré este lugar, creí que podría escapar, pero la ciudad está muy lejos, jamás llegaría. Soy un poco impulsivo, pero no idiota.
— "¿Cuánto tiempo has estado aquí?"— pregunté. Su postura cambió de inmediato y su mirada se volvió sombría. Me miró, en su mirada vi un odio que no pude entender.
Como si ese odio estuviera dirigido a mí.
Desvié la mirada, incómoda.
— "Es un lugar increíble. Gracias por traerme"— sonreí en su dirección y vi contradicción en su mirada.
Volví a mirar al frente, la vista era realmente preciosa. Hades no iba a responderme más y no sabía cuánto tiempo estaríamos en aquel lugar, así que decidida a disfrutar de la magnífica vista, me senté en el suelo.
Toqué la tierra bajo mis manos desmoronando los terrones que había, el pasto se sentía fresco.
Se sintió liberador estar allí.
Poco después, Hades se sentó a mi lado.
—Hay algo para ti en el bolsillo— señaló el abrigo, extrañada palpé sintiendo algo.
Un libro.
Lo saqué emocionada, Hades podía ser muchas cosas, pero tenía un gusto exquisito en la lectura.
Mitología Griega leí en el título del ejemplar de bolsillo. Lo miré.
—Me pareció apropiado— se limitó a decir. —Hay más.
¿Quién de nosotros? de Mario Benedetti, una edición pequeña y ligera.
—Ese te va a encantar, decidí que Benedetti será tu autor favorito— lo miré alzando las cejas —¿qué? Si voy a ser tu guía en el mundo de la lectura, mínimo debes leer a mis escritores favoritos que después serán los tuyos— sonreí —¿Te gustaron?
— "Muchísimo, gracias".
—Traje las ediciones de bolsillo para que te sea más fácil llevarlos a todas partes, como ves, son muy portátiles —señaló el abrigo sonriendo.
— "Necesito un abrigo con bolsillos tan grandes como este".
—Quédatelo —lo miré—. Por lo visto no tienes ropa apropiada para el clima frío y. créeme, la temperatura se pondrá peor. Te lo regalo, así estarás calientita y podrás llevar los libros y tu tableta sin problema.
No agregué nada, estaba claro que no iba a aceptarlo.
Sin darme cuenta, pasaron las horas. Mientras nosotros, sentados al borde del acantilado, habíamos comenzado con el libro de mitología, él leía en voz alta mientras yo lo escuchaba atenta. Su voz era relajante.
Cuando Hades cerró el libro llevábamos poco menos de la mitad.
Bostecé estirando mis manos.
—Creo que debemos regresar— propuso, asentí, el sueño comenzaba a cobrar factura. —Vamos— extendió su mano después de ponerse de pie para ayudarme. Con duda, la tomé.
Me obligué a ignorar la electricidad que sentí.
Regresamos al centro, al ver el reloj en mi tableta, vi que pasaba de las cuatro de la mañana.
Hades me acompañó hasta la puerta de mi habitación pese a mi insistencia de que no lo hiciera.
—Me encantó pasar el tiempo contigo.
— "A mí igual. Deberíamos hacerlo más seguido"— me dio una mirada que no supe interpretar —"Si quieres" agregué.
—Claro que sí, cuando quieras— me dio una sonrisa. —Debo irme, si alguien nos ve aquí no será bonito -asentí.
— "Tu abrigo"— comencé a quitármelo, pero él me detuvo.
—Te dije que es tuyo ahora. Es un regalo,— añadió —sabes que no me gusta que rechacen mis regalos.
— "No puedo aceptar esto".
—Claro que puedes, ya lo hiciste. Ahora, tengo que irme.
— "Muchas gracias otra vez, ve con cuidado".
Lo vi acercarse demasiado, lentamente, como si me diera tiempo para rechazar el próximo contacto.
No lo hice.
Entonces sentí sus fríos labios depositar un delicado beso en mi mejilla derecha.
Mi respiración se cortó.
—Nos vemos después. Descansa, meine fräulein.
Segundos después de que se marchara, incluso después de haber entrado a mi habitación y acostarme a dormir, seguía sintiendo el roce de sus labios en mi piel.
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Cuando dejes de amarme ©
RomanceUn hospital psiquiátrico, un trato que cumplir y dos corazones buscando consuelo. A veces, el amor llega cuando menos lo esperas, en un segundo, en un susurro, tan sigiloso como el viento. Hades y Ada aprenderán que se puede encontrar el amor en d...