10. Errático

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Capítulo corregido

Ada Lancaster

Estaba en el consultorio de Steve, habían pasado dos semanas más de aquel encierro.

—Entonces, Ada ¿cómo han ido tus días? ¿ya te sientes más cómoda?— preguntó Steve frente a mí con una cálida sonrisa mientras hacía anotaciones en el expediente.

— "Bien, supongo"— escribí rápidamente —"creo que va mejorando"— él sonrió complacido.

—Noté que has hecho amigos— asentí sonriendo levemente —me alegra, Shawn y Clarisse son buenos chicos. Y Hades, es bueno que hables con él, ¿sabes? no es muy abierto a hacer amigos. En cualquier otro momento te hubiera sugerido alejarte de él, pero al parecer ambos son buenos el uno para el otro— sentí mis mejillas calentarse al recordar los obsequios en mi habitación.

— "Me agradan"— asintió.

—Cambiando de tema, Ada, quería hablar contigo sobre una propuesta importante— se puso de pie y automáticamente me puse alerta —tranquila— se dirigió a un estante en el lado contrario del consultorio y regresó con un pequeño metrónomo. —Me gustaría probar la terapia de hipnosis contigo.

Lo miré sorprendida.

—Tal vez así, podamos resolver la razón de tu trauma y hacer que puedas hablar de nuevo,— explicó mirando el expediente —es sencillo en realidad, simplemente requiere tu completa relajación y disposición, pero claro que, si no te sientes segura, no voy a obligarte ¿Qué dices?

Sonreí levemente. Él quería descubrir la razón por la que no hablaba. Creía que había algo en mí que no me lo permitía.

Que equivocado estaba.

La razón por la que yo no hablaba era simple y sencillamente porque no quería. Porque yo así lo había decidido.

¿Estás segura de eso, Adabelle?

La voz resonó dentro de mi cabeza. Claro que lo estaba. Esa había sido mi decisión.

—¿Ada?— La voz del doctor me regresó a la realidad —¿qué dices?

En realidad no perdía nada con intentarlo. Incluso podría hacerle creer que funcionaba y me dejaría terminar la terapia antes. La odiaba.

—"Está bien"— asentí.

—Bien, entonces recuéstate, por favor,— lo hice sobre la cómoda camilla —recuerda, es importante que te concentres, pero sobre todo que te relajes. Sigue mi voz y todo estará bien. No te pierdas en los recuerdos, mantente concentrada nada más en mi voz. ¿Bien?— asentí —cierra los ojos.

Lo hice dejando mi tableta de lado.

—Comenzamos la sesión a las 4:36 de la tarde. Ada, escucha mi voz, concéntrate en ella,— el metrónomo comenzó a moverse, dejando el suave sonido de fondo —apaga tus sentidos poco a poco, no existe nada alrededor más que mi voz y tus recuerdos. Recuerda la noche del veinticuatro de septiembre del año pasado, en dónde estabas, qué hacías, quiénes estaban contigo. Recuerda que fue lo que robó tu voz, Adabelle.

Me sentía tonta. La hipnosis no funcionaba, no podía concentrarme lo suficiente.

Steve seguía hablando en alguna parte de la habitación, yo me estaba quedando dormida. Hasta que hizo una pregunta que detonó mi crisis.

—¿Quién hizo que perdieras la voz, Ada?— me tensé.

Nadie me había hecho perder nada, yo lo había decidido. Yo lo decidí. Yo lo decidí. Yo...

Cuando dejes de amarme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora