Capítulo corregido
Ada Lancaster
Me encontraba nuevamente en los jardines, no había visto a Shawn, me había dicho que estaría en terapia. Era realmente extraño el cómo podía estar a su lado sin problemas, jamás me había pasado eso con ningún otro hombre desde aquel suceso.
Estaba sentada en la banca de la vez pasada, tenía el libro sobre mis piernas, ya lo había terminado, y esperaba poder ver al chico que me lo prestó para regresarle su preciado ejemplar. Miraba a mi alrededor, buscándolo, hasta que un ruido detrás de mí me alertó, al voltear, pude ver al susodicho saliendo de entre los arbustos frondosos cerca del muro.
Lo miré sorprendida. ¿Por qué rayos estaba detrás de ellos?
Me puse de pie y el pequeño ruido que hice lo alertó.
—Ah, eres tú— lo miré extrañada. Me miró fastidiado por alguna razón.
Suspiró y se acercó, iba a sentarse junto a mí, pero cambió de opinión y se sentó en el suelo, recargando su espalda en un árbol. Su actitud cambió tan repentinamente que me asustó.
—¿Ya lo terminaste?— asentí con la duda impresa en mi mirada, extendí el libro en su dirección —no es necesario, puedes quedártelo.
Tomé mi tableta rápidamente y escribí sin dejar de mirarlo de reojo.
— "Gracias, pero es tuyo, no puedo quedarmelo"— me miró muy sorprendido.
—¿Tú...? ¿En serio no hablas?— lo miré mal —eso sonó horrible, discúlpame. Sólo que me sorprendió.
—"No te preocupes, estoy acostumbrada"— admití con una sonrisa incómoda.
—Soy un estúpido, perdóname, de verdad— le dediqué una sonrisa y me encogí de hombros. —Creo que no me había presentado como es debido— habló después de unos segundos de silencio. —Soy Hades Cavalli, mucho gusto— extendió su mano en mi dirección, sólo debía estirarme un poco para poder tocarlo. Pero no estaba segura de querer hacerlo. Él debió notar algo, porque retiró su mano al instante.
— "Soy Ada"— escribí para no quedar como una maleducada.
—¿Ada? Jamás había escuchado ese nombre.
— "Es Adabelle, de hecho, Adabelle Lancaster".
—Pues sí que es un nombre original, en mi vida había escuchado algo tan raro.
— "Me pusieron así por mis abuelos. Mi abuelo se llamaba Adán, y mi abuela Isabelle, entonces a mis padres se les ocurrió combinar ambos, y pues, de ahí salió mi nombre".
—Tus papás sí que se esforzaron. Los míos me pusieron Hades porque a mi padre le gustaba la mitología griega y todas esas mierdas. El dios del inframundo le pareció bien— musitó rodando los ojos.
— "Es curioso, antes de decidir mi nombre, mi madre quería llamarme Perséfone"— comenté con una sonrisa. Él me miró sorprendido. Yo estaba sorprendida, pero de la facilidad con la que estaba teniendo una conversación con un chico sin sentirme asustada.
—Pues ambos son preciosos, la verdad.— comentó, regresándome al momento, y por alguna razón, me sonrojé —¿Conoces el mito de Hades y Perséfone?— preguntó cambiando el tema, negué suavemente —algún día te lo contaré entonces. Justo ahora, estoy mucho más interesado en saber qué te pareció el libro, parece que lo terminaste.
— "Sí. Es increíble. Está narrado de una manera tan cruda y dura que puedes entender perfectamente el sentimiento"— él sonrió ante mis palabras.
—Eres la primera persona que lo dice tal cual como yo siempre lo pensé. ¿Te digo algo? no es por ser presumido ni nada parecido, pero el libro que tienes en las manos tiene un valor muy elevado. Gasté muchísimo dinero para poder encontrar uno de los primeros ejemplares, los más actuales ya están bastante censurados, pero esa es prácticamente la historia original.
— "¿En serio?"— asintió —"Pues invertiste tu dinero muy bien, es por mucho el mejor libro que he leído en toda mi vida".
—Y eso que seguramente no has leído a Mario Benedetti. Digo, El diario de Ana Frank es superior, pero si buscas historias un poco diferentes, él es para ti. Narra sus historias de una manera tan... — hizo un gesto con sus manos intentando expresarse —tienes que leerlos.
— "Pues ya los leeré cuando salga de aquí"— hice una mueca, él sonrió.
Fue una sonrisa tan preciosa, que lo miré fijamente por unos segundos más.
—Yo puedo conseguirlos para ti. Es más, ¿qué te parece si mañana nos vemos aquí a la misma hora? Puedo traer los libros y tú eliges cual quieres, cuando lo termines te presto otro y así. ¿Qué dices?
Lo pensé, Shawn me había dicho que me alejara de él, pero al verlo junto a mí, con una mirada brillante mientras hablaba de lo que le gustaba pudo más que eso.
— "Está bien"— él volvió a sonreír, iba a hablar, pero justo en ese momento Shawn llegó.
—Ada! Estaba buscándote para ir juntos a comer. ¡Recorrí todo el centro!— al parecer no había reparado en el chico a su lado hasta que este se puso de pie, pegó un chillido agudo que me hizo reír.
—Hola Shawn.
—¿Tú... sabes mi nombre?— preguntó mientras Hades sacudía su pantalón azul. Shawn había comenzado a enrojecer.
—Sí.
—Eso es algo difícil de asimilar— Hades lo miró extrañado, pero finalmente le dedicó una sonrisa ladeada.
El rubio me miró entonces, hubo algo en su mirada que no supe descifrar.
—Nos vemos mañana, entonces— asentí un poco perdida, hasta que miré el libro que seguía en mi regazo.
Hades se había girado y se despedía de Shawn, no quería quedarme con su libro y no sabía qué hacer, ninguno me prestaba atención.
Entonces mi cuerpo actuó por impulso al ver que se iba. Levanté mi mano y toqué imperceptiblemente la suya. Fue sólo un toque. Un roce. Un simple contacto que envió descargas eléctricas por todo mi cuerpo, al parecer él también lo sintió, puesto que retiró su mano, contrariado.
Seguramente fue la estática.
Me miró, intentando descifrar mi acción. Extendí el libro en su dirección y el entendimiento llegó a él.
—Descuida, puedes quedártelo. Regalo de bienvenida,— tomé mi aparato e iba a escribir cuando él atravesó su mano —dije que es tuyo, no importa.
— "Es algo muy cost..."— nuevamente interrumpió mi escritura, lo miré frustrada.
—Dije que es tuyo— habló demandante. —Es un regalo, y no me gusta que rechacen mis regalos— me miró, lo hizo tan intensamente que tuve que apartar la mirada. —Nos vemos mañana, Ada.
Se alejó, no sin antes darme una última mirada. Mire el libro en mis piernas, tenía prácticamente una reliquia en mis manos, una que él me había regalado como si fuera un chocolate.
—Oh my God!— la voz de Shawn me sacó de mi trance —tienes que contarme porque ignoraste mis advertencias, y aún más importante ¡¿qué rayos fue eso?! Es que si van a ser así, no vuelvo a decirte que te alejes de él, tienes que contarme todo.
Se sentó a mi lado y comencé a escribir rápidamente.
Intenté explicarle, aunque ni siquiera yo misma encontraba una explicación coherente a lo que había pasado.
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Cuando dejes de amarme ©
RomanceUn hospital psiquiátrico, un trato que cumplir y dos corazones buscando consuelo. A veces, el amor llega cuando menos lo esperas, en un segundo, en un susurro, tan sigiloso como el viento. Hades y Ada aprenderán que se puede encontrar el amor en d...