Break Up | Dirk Strider [Homestuck]

Capitulo 3

-Mal duelo-
☀  Presente y pasado

El tiempo se siente distinto, empieza a pesar. 

Los primeros días después de la ruptura se sintieron repletos de minutos que duraban 60 segundos enteros, sin ser novedad a pesar que cuando el otro tomaba su mano esos 60 segundos se traducían al chasquido del aletear de una mosca de lo rápido que pasaba.

El proceso del duelo había comenzado, Andy ganando por una cabeza al estar en la etapa dos: la ira. No tenía tiempo para deprimirse en un sofá y aun así lo hacía. Miraba molesto a su gato como si él fuera el culpable y le pedía disculpas por ello con caricias. 

Tumbado a lo largo del sillón, jugueteaba con el brazalete que desprendió de su muñeca la noche que llegó a casa tras haber terminado con el Strider, rompiéndolo y esparciendo los pedazos por el suelo, obligándose a limpiar para que la pequeña bola de pelos blanca no se atragantara con un pedazo. De sólo pensarlo, volvía a enojarse.

Sin embargo y aunque no quisiera, pensamientos invasivos venían con ese brazalete y de esos recuerdos se entrelazaban otros. En todos estaba Dirk, en todos estaban juntos.

Azrael le maulló, sentado sobre su estómago y mirando como sólo un gato podía juzgar.

–No –Aventó el brazalete roto a la mesa junto a él y entrelazó sus manos para colocarlas detrás de la nuca–. Ya no me interesa, es un idiota.

El felino ladeo la cabeza y Andrey prefirió evitar el contacto visual con el gato, pero sus ojos encontraron la pulsera y suspiró.

Recordó... Todo.

Recordaba cómo eran esas charlas de viernes por la noche que empezaban como un "hola" y terminaban hablando sobre la profundidad de las cosas, cualquier cosa, no tenía filtros al hablar con Strider y eso era parte de lo que le gustaba; recordó como a veces de tanto que rebuscaba entre sus argumentos, sus oídos se apagaban y sólo le miraba, serio, encantado, sólo ver su rostro sin las gafas era motivo para sentirse bien.

Así como había días malos en los que terminaba lanzándole botellas de cristal a los pies para que se marchara de su casa por alguna pelea subida de tono bajo los efectos del alcohol, también había buenos donde tenían sexo en el sofá y reparaban esas mismas botellas porque los rompecabezas se volvieron muy fáciles a la larga.

Cuando Dirk intentaba hablar ruso, cuando su gato iba a maullarle para que despertara porque el rubio estaba en la entrada, cuando entendía lo que decía sin saber de todo la traducción: detalles que se fueron con el ventarrón que corría esa noche.

–Me importe o no –Miró a su gato y lo tomó con ambas manos, sentándose en el sillón y sosteniéndolo a la altura de su cabeza, como si lo mirase a los ojos–. No es tu problema, yo sabré que hacer.

Maulló.

–Yebat'yego v rot –Como si un gato le fuera a entender una maldición, lo dejó caer al suelo, claramente lo haría de pie y se volvió a desplomar en el sofá. Soltó una bocanada de aire y cubrió su rostro con ambas manos–. Estoy cansado.

 Su celular vibró y se asomó para ver las notificaciones en la pantalla

AG: ¿Ya superaste al rubio, nenita?

Apagó el teléfono.

Todavía no quería chistes absurdos y bromas crueles sobre lo que fue, aún no. Sin embargo, tomaría a Vriska y su pesada forma de ser para saber cuándo ya lo hubiera superado. La respuesta de momento: Aun no.

***

– ¿Qué? –Fue la expresión brusca de Dirk con una cara de muy mal ver y ojeras que resaltar en su rostro.