«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "26"
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E V A N I A
Mis planes de alejarme de ellos se habían ido al carajo en el primer minuto cuando Gael me llevó a su departamento, no hace más de media hora había despertado en la habitación de él, se encontraba a mi lado descansando. Sentí toda la situación como una amenaza a mi bienestar, no dejé que la situación subiera de nivel así que con lentitud me deshice de su agarre afianzado en mi cintura y salí de la cama.
Al parecer no se dio cuenta porque siguió durmiendo, tragué saliva sintiendo mi garganta reseca cuando vi su abdomen al descubierto gracias a que la sábana solo cubría de su cadera para abajo.
Aparté la mirada y comencé a buscar mi ropa tratando de no hacer mayor ruido posible, cuando encontré todas las prendas me vestí y salí casi corriendo de la habitación. No fui capaz de darle un último vistazo, solamente salí del departamento y bajé trotando por las escaleras, agradecía que en mi buzo aún tuviera mi celular así que pedí un taxi.
En el entretanto recordé los acontecimientos de la noche pasada, quise maldecirme por haber caído tan fácilmente pero no me sentía culpable como pensé que me sentiría, ahora solo sentía satisfacción por lo acontecido.
Divisé el auto en el que me iría pero también divisé algunas motocicletas que sabía que pertenecían al club de ellos, seguramente tendrían alguna reunión, pude notar como de una de esas bicicletas descendía la tal Greta con una sonrisa en los labios mientras la persona de adelante se quitaba el casco, mi respiración se volvió irregular cuando me di cuenta que era Udo.
No esperé más y solo subí en el auto dándole la dirección al conductor, este solo se apuró como le había pedido.
Al pasar al lado de ellos como si fuera algo magnético mis ojos se encontraron con los de Galip y mi respiración se fue de golpe, sentí como el aire me faltaba pero aún así no corte con el contesto visual hasta que dejé de verlo.
Sentí mi celular vibrar y miré el contacto.
Evan.
Solté un suspiro de alivio al ver que no era Gael, aún así tampoco le contesté solamente guarde de nuevo el celular y espere pacientemente hasta llegar a mi edificio donde ahora vivía. Evan por su parte decidió mudarse a una de las mansiones más lujosas de toda la ciudad hace tan sólo dos días, era frustrante estar en esa situación cuando se suponía que estaríamos con la cabeza baja para pasar desapercibidos pero él en cambio se compraba una de las mansiones más costosas apareciendo en los periódicos y noticieros de la ciudad.
