«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "48"
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E V A N I A
—No te muevas de ahí.—me dijo Marc sosteniendo mi brazo para que de ese modo hiciera caso a su pedido, lo miré con confusión pero antes de decir algo más él me señaló un sitio en específico del campus.
Mis ojos se desviaron hasta llegar a esa dirección.
Allí se encontraban todo los Turcotte con alguien más... Greta, solté un suspiro sin querer adelantarme a los hechos.
Me quedé en mi sitio observando con atención cada uno de los movimientos de esa chica, cada vez comenzaba a agotarme la paciencia, parecía que no se cansaba de estar detrás de ellos a cada dos por tres y seguía sin entender que todos ellos ya tenían pareja y obvio... esa era yo.
Marc me miró con cautela cuando Udo se acercó a ella más de lo necesario, respiré hondo y no les quite la mirada de encima. Quería saber hasta qué punto llegarían todos ellos cuando se trataba de ella.
Greta pareció decirles algo que a todos ellos les hizo pensar de más puesto que todos a excepción de Urko y Gael cambiaron sus expresiones faciales, cerré los ojos y sin más me giré sobre mi propio eje.
—Sabes que debes escucharlo de ellos no de alguien más.—me dijo Marc.
Asentí con la cabeza sabiendo que él tenía razón, no podía adelantarme a nada sin saber de qué exactamente hablaban con ella.
—Lo sé...
—¿Cuándo les dirás a ellos que en tu mente sigue en pie el plan de irte en menos de tres meses?—me miró con atención, sabía que él era una de las personas más interesadas en que cambiase de idea y prefiriera quedarme aquí pero era algo imposible.
—Ellos lo deben saber.—me encogí de hombros.
Marc soltó un suspiro y me atrajo a su cuerpo en un abrazo reconfortante.
—No quiero que te vayas.—admitió en medio de un suspiro.
—Debo hacerlo.—le dije a penas me solté de su abrazo. Me miró a los ojos y juré ver los de él un poco cristalinos.
Parpadeó rápidamente y no dejó caer ni una sola lágrima.
