DOCE

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"TODAVÍA HAY PAPITAS"

NARRA PEETA

No sé en qué estaba pensando cuando le dije que llevara mi camiseta. Sólo... siempre había querido que una chica llevara mi número. Delly se negó cada vez. Así que ya había dado esa fantasía por muerta.

Pero Katniss...

Cuando aparece en las gradas con las chicas, la veo con una sudadera encima. Una parte de mí está molesta y la otra da las gracias, porque no estoy seguro de qué tan buena idea sea verla vistiendo lo que le he pedido... Para empezar, me distraería durante el partido. Los chismes no me importan. Pero me volvería loco y ese trato de amistad que hemos puesto en práctica se iría a la mierda.

Lo que me lleva a...

¿En qué carajo pensaba cuando puse la carta de amistad sobre la mesa, cuando en lo único que pensaba en ese momento era en llevarla a mi habitación y besarla hasta que perdiera el sentido?

¡Argh! ¡Me he condenado yo solito!

De reojo veo que, por mucho que la prenda superior pretenda tapar, todavía se ve mi número al frente. Aquél pequeño detalle como que me deshace. Por Dios. Me siento como una nena que acaba de recibir un cachorrito o un niño con su primer pelota. No necesito eso antes de un partido. Necesito coraje y concentración, fuerza canalizada. Necesito ser Troy Bolton modo Basketball, no modo "Breaking Free".

Me deshago de las ideas e intento concentrarme. El partido da inicio y me mantengo únicamente en los pases y las estrategias. Llevamos ventaja en el marcador durante los primeros minutos, encestamos dos seguidas, pero le marcan una falta a Marvel y le dan el saque al otro equipo. Nos empatan en cuestión de segundos.

Tratamos con todas las fuerzas, pero ninguno hace posible el desempate y el partido queda así hasta los últimos diez minutos de juego. Las personas gritan en tensión. ¿Ganaremos? ¿Perderemos?

En una última esperanza, le arrebato el balón al otro equipo y lo boto hasta media cancha. Hago un pase hacia mi compañero, más pronto lo bloquean y la pelota vuelve  a mí luego de que esta salga volando por los aires. La atrapo, sabiendo que todos quedaron rezagados y que tengo un tiro prácticamente libre. Fijo la visión en el aro, corro hacia allá.

No mires.
No mires.
No mires.

A la mierda.

La sudadera ha desaparecido. Ella está de pie, gritando instrucciones como si supiera algo del deporte. Pero viste mi maldita camiseta, sin nada por encima. La visión de mi fantasía hecha realidad me hace tropezar. Por inercia suelto el balón, este va a parar al dominio del otro equipo. Ellos encestan un tiro más y el partido se acaba. Tres-Dos, favor de los contrincantes.

Perdemos. Por mi culpa. Por mi más que jodida culpa. ¿Pero me importa? ¡Caray! No mientras Katniss venga a gritarme lo estúpido que soy, usando Mi Número.

Estoy frito.

...

A pesar de que nos han partido la cara en el juego, todo el mundo va a la fiesta en casa de Finnick. Por supuesto, llevo a Katniss en mi auto, quien no pierde la oportunidad de decirme todo lo que hice mal en la noche, sin darse cuenta de que en todas las opciones que ella me da habría cometido faltas que no desaparecerían ni después de mi muerte. Pero su interés y su pasión son adorables. No olvidemos tampoco el hecho de que ella viste algo de mi propiedad, que literalmente tiene mi nombre escrito en la parte trasera.

Al llegar, ella no espera a que abra la puerta por caballerosidad, sale del auto y me mira con molestia.

—¡Lo tenías, menudo carapán! ¿Cómo lo perdiste? ¡El tiro era tuyo!

LOVE IS A LOSING GAME | EVERLARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora