LOVE IS A LOSING GAME | EVERLARK

VEINTE

"NO HAY MONTAÑA LO SUFICIENTEMENTE ALTA"

NARRA KATNISS

Si alguien sabe que la vida puede dar enormes giros y traer los sucesos más inesperados, esa soy yo. Desde hace tiempo, mi madre ha sido el detonante de esas desviaciones. Optando por el camino de la sinceridad, lo correcto es decir que para mí no ha resultado nada conveniente en su mayoría. Como es el caso de los últimos años.

Todo empezó con esa falsa acusación de asesinato. Adiós familia, adiós estabilidad, adiós imagen pública, adiós Peeta, adiós Gale, adiós amigos. Luego, finalmente, adiós Berkeley.

Cuando los problemas legales de mamá volvieron, dado que olvidó pagar una cebolla en el supermercado, tomé la difícil decisión de abandonar Berkeley. Su historial criminal medio inconcluso no le iba a ayudar en nada y, aunque gracias a que los dueños de la tienda no eran unos imbéciles, logramos salir de esa, me dije que tendría que estar preparada para el futuro. Por si teníamos que enfrentarnos una vez más con la ley  a causa de otra cebolla o algo peor.

La música no iba a darme eso.

Por más que adoro las melodías y los instrumentos, al poco tiempo de cambiar de carrera me di cuenta de que tampoco deseaba ser músico por profesión. Era mejor que se quedara como algo mío, algo que todavía hago por gusto y no por compromiso. De pronto ya no me imaginaba firmando un contrato para tocar el piano por siete meses seguidos. La música es mi lugar y mi estado de paz. No podía corromperla con la vida laboral.

En cambio, las leyes pronto se convirtieron en algo que de verdad me agrada. Poder ayudar a la gente con problemas, humillar a otros abogados mediocres, encerrar criminales, que me paguen por ganar una discusión... Significa mucho más de lo que alguna vez pensé.

Obtuve mi título en Derecho Penal y pronto comencé a ejercer. Juicio tras juicio defendiendo a personas acusadas por homicidio y que no parecían ser realmente culpables. Eso sí, siempre escojo con cuidado a los clientes, mis casos actuales no son la excepción. No me gustaría defender a alguien que es, de hecho, culpable.

Pero luego me di cuenta de que los problemas no acaban cuando te declaran inocente. Las personas tienen hijos, familia, y eso también es un asunto legal. Las custodias, las pensiones...

Así que no hace mucho comencé a tratar de especializarme en derecho familiar también. Daniela Ferguson ha sido mi asesora hasta ahora y trabajar con ella resulta bastante bueno. Es quien me trajo de vuelta a la ciudad, quien me dio un puesto en su bufete de abogados.

Parecía que por un momento la vida me daba un tiempo de tranquilidad y estabilidad. Todo iba mejor de lo que parecía.

Hasta que mamá recayó en sus viejas adicciones a los antidepresivos. Después de unos meses sufriendo en consultas médicas, ella misma me dijo que lo mejor era ir a rehabilitación. Conseguí un lugar bastante bueno para ella y la deje ir por su propio bien. Con mis hermanos y papá todavía lejos me sentí sola y perdida. No sabía cómo enfrentar la partida de mamá por mi cuenta. A pesar de todo, la amo y ha sido mi única compañía en los últimos años, verla partir fue un golpe directo.

Sin embargo, me dije que tenía que recuperar la parte de mi vida que mamá había estado absorbiendo por tanto tiempo. Era momento de llamar a mis viejos amigos y pedirles perdón por haber salido de sus vidas de sopetón. Ese momento fue dos días después de que internaran a mi madre. Los invité a tomar un café. Puede que no la mejor forma de reunirse para pedir disculpas, aunque de alguna manera funcionó.

Madge, Annie, Finnick, Johanna, Gale... Ellos se presentaron. Hablamos bastante sobre la vida, sobre el pasado y el ahora, sobre lo que había sucedido después de irme. Logramos hacer las pases. Verlos fue... tan revitalizante, como si, ahora sí, el universo me dijera que las cosas iban a ponerse en orden después de todo; y después, con Prim, Thresh y papá, que llegaron de último momento a visitar a mamá en sus primeros días de desintoxicacióm, no fue tan difícil de sobrellevar.