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Te odio

Cuando volvió a escuchar la música de fondo, y que todos empezaron a bajar de tus literas, Olivia se maldijo por dentro. No solo los mataban, sino que también hacían que se levantaran temprano.

Se levantó, bajó de su litera, y pudo ver que a unas camas frente a ella estaba el grupito de Gi-hun, como el grupito típico de la escuela donde los tomaban por raros.

Todos la miraron raro, como si no esperaran que ella regresara. Los únicos que la saludaron fueron Gi-hun y el que lo salvó de caerse en el luego de la muñeca.

Ella solo les dió una sonrisa de boca cerrada, y fue a buscar a la única persona por la que había vuelto a ese lugar. Necesitaba mantenerla viva, y justo por eso volvió.

Si ella moría, una parte de Olivia moriría con ella, y esa parte era demasiado importante para ella.

La buscó entre las literas, y por un momento llegó a pensar que no había vuelto, o que la habían matado estando afuera, pero cuando la vió entre las camas, supo que desde el principio había sido estúpido pensar que ella no volvería.

Se acercó a ella, pero cuando vió que estaba hablando con el simio mutante, su corazón dió un brinco.

La última vez que los habían visto antes de entrar al juego, el casi mata a Sae-Byeok por traicionarlo, o "independizarse" como ella dijo.

Aunque quería ir y meterse para tirar huamasos, se dijo a sí misma que escuchar el chisme sería más divertido que eso.

Lo más cuidadosa que pudo, se subió a la litera detrás de pecas, se recostó boca-abajo, y se limitó a escuchar.

–Haremos buen equipo si te decides ¿Eh? –dijo simio mutante.

–Sigues mintiendo –contestó Sae-Byeok–. Hay mucha gente allá afuera que aún te busca.

–Ya deja de fingir. No importa lo ruda que seas, no puedes ganar tu sola aquí dentro. No tienes opción. ¿No lo ves? Esos enmascarados, se llevaron las camas de los que murieron. Descuidate, y también se van a llevar la tuya.

–Tu cama es la que se irá.

Inconscientemente, Olivia sonrió. Siempre sonreía por las respuestas de pecas, en especial porque tenían sentido y siempre eran buenos argumentos. Y la forma en la que lo decía la volvía loca. Pero era antes ¿Verdad?

–Ustedes –volvió a hablar pecas–, no trabajen con este imbécil. Le robó todo a sus secuaces para su propio beneficio, y luego,  se atrevió a poner las manos en los bolsillos de su jefe. Lo atraparon, y el pobre terminó así.

Confirmo.

–¿Sabes cómo llaman a los hombres como tú en mi ciudad? Son perros revolucionarios.

Todos los que acompañaban al simio rieron, lo que hizo que Olivia supiera lo que iba a pasar y sentarse en la cama por cualquier cosa.

–Maldita perra comunista –dijo simio, y por lo que vió, iba a lanzarse a ella como la última vez, pero la loca entró.

–¿Qué pasa aquí? –sonrió como si no hubiera estado escuchando el chisme desde antes–. Parece que interrumpí. Sorry.

–¿A qué vienes? –preguntó simio.

–Eres muy apuesto, eh.

¿Está ciega o que mierda?

–Guapo, deja que me una.

–¿A qué?

–A tu equipo.

–Dime en qué eres buena.

Nunca tendremos nuestro final feliz (Sae-Byeok) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora