7

322 19 0
                                    

Estás sola.

Despertó de golpe, sin saber dónde, cómo, y cuándo había llegado a ese lugar.

Era una especie de cuarto subterráneo, rocoso, oscuro, y el último lugar donde una persona quisiera estar.

Y lo que menos quisiera una persona, es estar amarrada de pies y brazos a una camilla en ese cuarto oscuro y rocoso.

Y también con la boca tapada con algo que ni siquiera se logra ver.

Lo único que Olivia podía ver, era el techo. Después volvió a la tierra, y supo que no debía estar ahí.

Cuando levantó la mirada, vió a círculo a un costado de la camilla, y a su lado, una mesa con todo lo que a una persona puede asustar: tijeras, bisturis, agujas, jeringas, y cosas filosas que Olivia ni siquiera sabía que podían existir.

Y fue ahí donde entró en crisis. Empezó a manotear, patalear, tratar de soltarse aunque fuera imposible.

–No te muevas –habló círculo por primera vez–. Vas a hacer que se rompan los puntos.

Cuando miró hacia su abdomen, vió que tenía una larga línea de puntos con hilo negro en su abdomen, y círculo la vendo.

Solo con eso pudo calmarse, aunque la idea de estar amarrada en un cuarto donde hombres llenos de armas podrían entrar en cualquier momento, no le parecía lo más lindo del mundo.

Pasaron minutos cuando cuadrado entró, y cerró la puerta detrás de él.

–¿Cómo está? –fue lo primero que dijo.

–Tardarán en sanar los puntos, pero no morirá. No perforó ningún órgano, así que no hizo falta cirugía.

¿Cuánto tiempo estuve dormida para que supieran eso?

–Bien.

–Voy a llevarla a la zona de participantes –dijo círculo empezando a desamarrar las cuerdas que tenía Olivia en las muñecas.

–No –lo detuvo cuadrado de golpe–. La llevaré yo.

–Ese no es su trabajo, señor.

–Yo soy el que da las órdenes aquí. Puedes retirarte.

Círculo no contestó, y solo salió del lugar, volviendo a cerrar la puerta.

Cuadrado se acercó a Olivia, y empezó a desamarrarla. Cuando sus manos estuvieron libres, lo primero que hizo fue quitar lo que ahora sabía que era cinta adhesiva de su boca.

Soltó un resoplido mientras cuadrado liberaba sus pies.

–¿Por qué está forma tan agresiva de tratar a las personas? –preguntó bajando de la camilla con cuidado.

Cuadrado no contestó, lo único que dijo fue:

–¿Por qué regresaste aquí?

Olivia lo miró con el ceño fruncido.

–¿Disculpa?

–Ya sabías que era peligroso, y que podías morir, ¿Para qué volver?

–¿Será porque necesito casi todo el dinero del mundo para pagar todas mis deudas? ¿Porque es más fácil morir aquí que vivir allá afuera? ¿Porque no tengo ninguna razón para seguir con esta vida de mierda? –cuadrado no contestó–. Y además, ¿Tu quien eres para cuestionar mis decisiones? Ni siquiera sé quién eres. Ni tu cara he visto.

Cuadrado no respondió. Después de unos segundos, hizo un ademán demostrando que iba a quitarse la máscara.

–¿Qué carajos haces? –soltó Olivia como un susurro.

Nunca tendremos nuestro final feliz (Sae-Byeok) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora