FINAL

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Final... ¿Realmente el final?

Un año...

Un año lleno de lujos, de negocios, de tratos, de propiedades. Un año como siempre lo había imaginado.

Un año, en el que pensaba que estaba logrando todo lo que había querido. Pero, un año sin ella.

La extrañaba, aunque le costara admitirlo. Pero el dinero y sus nuevos negocios la distraían de algún tipo de dolor que ella pudiera sentir.

Cuando él la llamó para que fuera, no se lo pensó dos veces. Quería saber en qué se había convertido el ganador.

Bajó de su limusina, con su abrigo negro, su pantalón y sus botas largas del mismo color. Cualquiera que la viera, pensaba que era la hija de algún político millonario.

Entró al gran edificio, y se topó con el que en algún momento, había sido un gran compañero.

Gi-hun se veía... no como Camille no esperaba que se viera. Es decir, pensó que iba a ocupar el dinero para algo bueno. Cuando supo que estaba en el banco sin ser ocupado, casi le da algo, pero ver a Gi-hun en ese estado, hizo que algo en ella se removiera.

Ya no era el que había conocido en el juego. Estaba roto, desesperado, traumado y triste. Estaba solo.

Y ahí, con la nieve callendo en su cabello, regresó Olivia por unos segundos. Pero solo por poco tiempo.

Gi-hun no la vió, así que, cuando se fue, ella se encaminó hacia la habitación.

Entró en el elevador, y vió su reflejo en el espejo.

Era justo lo que quería ser. Se veía mejor que nunca, con su cabello bien planchado y su atuendo, era justo como quería verse. Estaba logrando todo lo que había querido desde que era pequeña.

Llegó a la habitación, y ahí estaba el que la había contratado, en la cama, con el monitor apagado.

Él estaba mirando a la ventana, con su típico traje negro.

-¿Se fué? -preguntó ella.

-Se fué -afirmó él sin quitar la vista de la ventana. Volteó a verla, y sonrió-. Te ves mejor de lo que recuerdo.

-Ya lo sé.

Miró al anciano. Tantas cosas que habían pasado en su vida. Tan sínico, y tan corrompido para querer formar parte de algo tan enfermo.

-¿Cómo está ella? -le preguntó sin dejar de ver el cuerpo del anciano.

-Bien. En una casa cerca de aquí con su hermano. Sae-Byeok recibe dinero cada mes, y está trabajando como asistente en la escuela de su hermano, el que también está bien.

Camille respiró de alivio.

-¿Y él?

-Ali ya está en India con su esposa y su hija. Se reunió con su familia al llegar allá. También reciben dinero, y Ali ya está trabajando.

-Bien.

El silencio se extendió.

¿Qué creían? ¿Que Olivia iba dejar morir al amor de su vida? Aunque Camille lo hubiera hecho, Olivia no, y por más que Camille quisiera alejar por completo a Olivia, hablándose de Sae-Byeok, Olivia siempre iba a ganar. Siempre.

-¿No quieres verla?

-No -contestó al instante-. Con saber que ella y su hermano están bien, es suficiente -lo miró-. ¿Pagó algo del hospital?

-No. Tuvo una cirugía para que cosieran los órganos que se desgarraron. Tuvo recuperación de algunas semanas. Después de eso, se mudaron a su casa. No pagó ni un peso.

-¿Y su madre? -Se le revolvió el estómago al mencionarla.

-Sigo haciendo lo posible para sacarla de la cárcel.

-Cuando lo logres, avísame.

-Claro.

-¿Cómo va tu vida sin tu hermanito? -preguntó lo más sensible que pudo.

-No vamos a hablar de eso.

Camille suspiró.

-No hablaremos de nada. Puede que esta sea la última vez que hablamos.

-Te equivocas. El juego volverá a empezar.

Camille se quedó pasmada.

-¿Estás jodiendo? -le soltó-. El anciano ya murió.

-Yo voy a controlarlo.

-Ni creas que voy a ser parte de eso otra vez.

-No quiero que lo seas. Quiero que me ayudes desde afuera.

No respondió al instante. Controlar todo sí le interesaba. Más si veía todo desde afuera y no desde adentro.

Sonrió de la forma más retorcida que lo había hecho nunca.

-Ya hablaremos entonces. Tengo cosas que hacer -empezó a caminar hacia la salida.

-¿Cosas como qué?

-Mejor no detallar.

Y con eso, se fué.

Estando en el ascensor, supo que las cosas no estaban ni cerca de acabar. Su vida aún continuaba con el juego del calamar.

Y pensar que todo empezó con el anciano en el bar en el que Camille se quedaba, hablando del juego del calamar. Viejo astuto.

Aún así, ella iba a continuar ahí hasta donde pudiera, ya que esa era una forma para no pensar en pecas ni en ir corriendo a buscarla.

Su vida continuaba. No como antes. No con ella. Pero continuaba.

Nunca tendremos nuestro final feliz, pecas.

Nunca tendremos nuestro final feliz (Sae-Byeok) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora