《14》

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La habitación de Samuel pareció haber sufrido un atentado. No quería verse como Profesor. Pero tampoco quería ser tan informal. Quería verse guapo, seductor, pero con un toque jovial. Y no podía porque toda su ropa era formal y aburrida. Kira le observó desde la cama, como se volvía loco y maulló.

ㅡYa sé Kira, igual y al final, ni siquiera le gusto. ㅡ terminó por vestirse con un saco azul celeste, una camisa negra y un pantalón de mezclilla. Se colocó loción y dio un beso a Kira antes de salir. Condujo hasta "La Guarida del lobo". Que era el nombre de la cafetería. Se estacionó fuera y contó hasta diez, antes de bajar.

Se quedó recargado en la puerta del auto con su mano metida en el bolsillo, esperando por verle. Un auto entró dubitativo y lentamente. Así que imaginó que podía ser él. Lo miró por el parabrisas y le saludó con la mano y una sonrisita nerviosa.

Rubén se estacionó y bajó del auto con parsimonia. Se acercó hasta él, sonriendo por lo bajo. Samuel quedó prendado de él, como el día anterior. No sabía que le gustaba más, si sus ojos, su cabello desordenado, o la forma en que sonreía.

ㅡHola, Samuel.~ ㅡ le encantaba como pronunciaba su nombre.

ㅡHola Rubén, Bienvenido a la Guarida del lobo.ㅡ señaló el lugar y abrió la puerta para que el castaño pasara.

ㅡTiene un nombre ilegal.ㅡ Dijo entre risas cuando pasó al establecimiento. Era una cafetería cálida con una luz tenue, ambientada en la temática de como el nombre lo dice, la guarida de un lobo. Los portavasos eran huellas de lobo y el menú parecía que estuviera tallado en una piedra.

ㅡWow, este lugar es hermoso. ㅡ Rubén se maravilló por completo con el lugar. No lo conocía y en primaria instancia pensó que era algún tipo de bar. Pero este lugar pegaba con Samuel. Misterioso, atrayente y cálido.

ㅡEs mi lugar secreto favorito. ㅡ confesó Samuel mirando el menú. Aún no estaba preparado para mirarle a los ojos.

ㅡ¿Cómo? ¿Qui-quieres decir que nadie más conoce este lugar? O sea, ¿tus amigos y eso?ㅡ el castaño preguntó con notable curiosidad y Samuel asintió.

ㅡEres al primero que traigo aquí.ㅡ Entonces ahí Samuel, si alzó la mirada y la impactó en los verdes del castaño que le quitaba el sueño.

Rubén no supo como responder, se sintió especial. Como nunca antes. Es que hace mucho no recibía ese tipo de tratos, que no fueran por sus allegados, claro estaba. Y estaba rendido a Samuel. Ya no supo como negar lo innegable, como actuar con lo obvio. Aquello era el claro ejemplo de que era correspondido y le emocionaba. Nunca había sentido tantos choques eléctricos recorrerle la espina dorsal.

ㅡEso lo hace especial, entonces. ㅡ susurró mirando los adornos del lugar.

ㅡQuería que fuera especial. ㅡ Samuel se sintió agusto y cómodo con esa respuesta iba a continuar pero el mesero se acercó a pedir la orden. Y también coqueteó con los dos, era tan obvio y descarado que resultaba incómodo. Ambos tenían celos y con justa razón. Pero Rubén hizo uno que otro chiste que relajaba el ambiente de vez en cuando.

Ordenaron un baguette para los dos y frapuccino con crema irlandesa. El baguette era enorme y Rubén dijo que lo pediría si lo comían entre los dos o no podría. A Samuel se le hizo adorable ese gesto aunque le reprendió en que debería comer más porque estaba en los huesos. Eso sólo para molestarlo.

ㅡMira, así me coma todo el restaurante no subo de peso. Algunos no podemos estar buenotes como tú. ㅡ lo dijo sin pensar. Como todas las veces que Rubén la cagaba. Se quedó callado y sintió los colores subirsele al rostro y las orejas rojas.

《Algo pequeño en común》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora