26. Feliz cumpleaños

26 5 1
                                    

Me levanté muy temprano, no estaba en mis planes, pero quería ver si podía acompañar a Rowan a su trabajo.

Me paro en el pasillo a eso de las siete y media de la mañana, justo a tiempo porque la puerta de Rowan se abre a la par. 

No voltea hacia enfrente porque está intentando agarrar su mochila lila, un termo y las llaves al mismo tiempo, pero cuando lo hace me mira con sorpresa.

—Buenos días— la saludo, y sin pensarlo dos veces me acerco besarla. Esta otra acción parece sorprenderla de igual manera, pero ella sigue el beso. Realmente no sabía cuánto necesitaba hacer esto, fue ese sentimiento que me hizo quedarme despierto hasta tarde, no sé cómo logré levantarme de la cama después de dormir tan poco.

Cuando nos separamos tomo la mochila, aprovechando que no la ha puesto sobre sus hombros, es algo pesada así que no creo que le importe si la llevo yo.

—Buenos días— responde— Puedo cargarla yo— dice refiriéndose a la mochila.

—Sé que puedes, pero quiero hacerlo.

—¿Vas a venir conmigo?

—¿Para qué otra cosa me despertaría tan temprano?

—No lo sé, tal vez ibas a correr o algo.

—Claro, porque me veo como el típico chico que disfruta hacer ejercicio en el frío de la mañana. Sí, ese soy yo— se ríe y se dispone a bajar las escaleras, así que la sigo.

Todo está muy calmado, como casi todos los días. Al salir a la calle veo una pequeña capa de niebla y el cielo completamente gris.

—Es un lindo día— expresa ella.

—¿Te gustan los días tristes?

—¿Quién dice que un día nublado es un día triste?— de la nada saca una bufanda azul que combina con sus ojos— Prefiero tener frio a morirme de calor.

—Pues yo también, pero me gusta que haya un poco de sol en el cielo.

Caminamos a lo largo de la calle como muchas otras veces. Tomamos un taxi cuando por fin encontramos uno en la avenida.

—¿Quieres café?— me pregunta y me extiende su termo al cual le había dado un sorbo con anterioridad.

—Sí, gracias, no tomé nada cuando salí de casa.

—Desayunar es importante— apunta— Pero no sabes cocinar, se me había olvidado— dice con sarcasmo, toma su mochila por un segundo, saca una bolsa de papel y me la ofrece.

—¿Qué es eso?

—Comida, un croissant y un durazno.

—Pero es tu desayuno.

—Sí, pero se me olvidó que mi jefa va a invitarme a desayunar.

—¿Cómo sé que eso es cierto y en realidad te estás quedando sin comer porque yo no desayuné nada?

—Porque si no fuera verdad no te estaría dando algo ¿Crees que sacrificaría mi comida para dártela a ti solamente porque eres malo para cocinar?

—Creo que la sacrificarías porque te importo— ella hace una mueca, pero no deja de ofrecerme su comida.

—Puede ser, pero de verdad que voy a desayunar con mi jefa.

Tomo la bolsa dudando un poco, pero tengo hambre, además creo que sería capaz de forzarme a agarrar la bolsa por más que le diga que no.

Cuando llegamos yo pago el taxi. Tuve que fingir que no sabía qué casa era a la que iba, aunque claramente ya había estado aquí antes, ha pasado tiempo desde esos días en que me dedicaba a seguirla, dejé de hacerlo porque ya no le veía caso, siento que ya no hay más fondo detrás de ella. Tal vez simplemente no quiere hablar con sus padres, no sé. A veces los mayores dilemas tienen las respuestas más sencillas.

Put it all on me [Ed Sheeran] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora