30. De caída

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Mi poca convicción no me permitió regresar al departamento de Rowan para decirle algo, por mínimo que fuera, de tan sólo imaginarla mis ojos se humedecían y mi corazón dolía.

Me pasé un buen rato en la azotea, nadie entró, ni se escuchaba algún ruido. Estaba seguro de que ella sabía que estaba aquí, supongo que prefirió dejarme para darme mi espacio.

Me sentía mal por la manera en la que había reaccionado pero ¿qué se supone que debo decirle? ¿cómo debes actuar cuando alguien, alguien que te importa enormemente, te dice que va a morir? No puedo imaginar un mundo sin ella, en donde no pueda escucharla reír, escuchar su voz, mirarla dormir, cocinar, jugar con Kali, sentir su piel, sus besos...

Vuelvo a llorar al pensar cada una de esas cosas, en todos los paseos que hemos dado juntos, las comidas que hemos compartido, su cama en la que nos hemos recostado tantas veces.

Ahora todo tenía sentido, los medicamentos en su cajón, la manera en la que me mentía para ir al hospital, cómo trataba de disimular su cansancio cuando caminábamos, o esa vez en que Lizzy dijo que no podía respirar bien.

Todo este tiempo intentando descifrar sus secretos, cuando tenía que estar disfrutando cada minuto a su lado.

El resto del día no me moví del lugar, me la pase sentado en el piso frío, hasta que la luna empezó a hacerse presente en el cielo. La miré por un buen rato, como si eso me fuese a dar una respuesta a lo que estaba sucediendo en el momento. Tanta incertidumbre y miedo jamás me habían golpeado tan fuerte.

Cerca de las doce de la noche me paré en frente de la puerta de Rowan, pero no tuve fuerza para tocar, así que me fui a mi departamento, me acosté en el sillón, desde donde estaba podía ver perfectamente el bonsai de cerezo, resplandeciente a la luz de la luna.

*

Desperté algo molesto por la luz que entraba de la ventana.

Por un momento intenté convencerme que todo lo que había ocurrido el día anterior era solamente un sueño, que nada de eso había pasado, que Rowan estaría conmigo para siempre, que nada malo le pasaría, que hoy sería otro de esos días en los que vamos al castillo, ella miraría las plantas con mucha ilusión, comentaría algunas cosas y luego comeríamos en algún restaurante de comida italiana.

Al parecer ya nada de eso iba a pasar. Todos los recuerdos volvieron a mí de golpe, como una lluvia que parece que jamás terminará.

Había pensado tanto en ella y en mí, que ni siquiera había recordado a quién me mandó aquí en primera instancia, Darcey. No podía imaginar lo devastada que iba a estar en cuanto lo supiera. No estaba seguro si debía decírselo yo, lo ideal sería que Rowan hablara con ella.

No quería evadir esto, porque cada segundo que no pasaba a su lado estaba siendo desperdiciado.

Llevaba la misma ropa del día anterior cuando por fin pude tocar de  nuevo su puerta.

No abrió en seguida, lo único que se escuchaba dentro eran los maullidos de Kali.

La puerta fue dejando a ver poco a poco a Rowan, intento contener el nudo en mi garganta, pero en cuanto me ve, empieza a llorar, y no puedo ayudar a contener mis lágrimas.

Me acerco para abrazarla, de una manera en la que jamás he abrazado a nadie, sosteniéndola con firmeza, queriendo que nada en este mundo la lastime.

No nos movemos de la entrada hasta que ella deja de sollozar.

—No sabes cuánto lo siento— dice en un tono bajo, ocultando su rostro en mi pecho.

—No tienes que disculparte, no tienes la culpa de nada— si alguien aquí era culpable de algo, era yo.

Put it all on me [Ed Sheeran] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora