34. Adiós Suffolk

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—¿Ya te vas?

Lizzy está detrás de mí, con sus típicas trenzas colgando sobre sus hombros, y el ukelele que le di en mano. Recién fue su cumpleaños y se lo regalé definitivamente.

—Sí. Ya terminaron de sacar todos los muebles.

Hecho llave a la puerta y la dejo en mi mano, tengo que entregarla en recepción justo como lo hice con la del departamento de enfrente.

—¿A dónde irás?

—De nuevo a Londres.

—¿Tan lejos?— sus ojitos piden una explicación a como dé lugar.

—Tengo qué.

—¿Ya no te veré de nuevo?— su voz se empieza a quebrar, yo me acerco y me arrodillo para quedar a su altura.

—Claro que me verás. Pero en lo que eso sucede te daré mi número.

Saco el celular que había comprado recientemente para escribir el número en un papel.

—¿Puedo llamar todos los días?

—Todos los días a todas horas.

Se queda mirando el papel por un segundo y lo guarda en uno de los bolsillos de su pantalón.

—Lo siento mucho— dice de repente.

—¿Por qué?

—Por lo de Rowan... Mamá dijo que no mencionara nada, pero no he dejado de pensar y sobre todo de llorar— una lágrima resbala por su mejilla y se acerca a abrazarme.

—No te preocupes.

—La extraño.

—Yo la extraño más— me uno también al llanto, creo que jamás había llorado enfrente de Lizzy.

—¿Cómo te sientes?

—Mal.

—Yo también.

—Acompáñame a la puerta ¿quieres?— le pido y ella asiente quitándose las lágrimas con las mangas de su suéter.

Bajamos las escaleras, ella tomándome de la mano y sollozando.

Dejo la llave en la mesa del lobby. Coddie me mira de reojo, pero no dice nada, es más, creo que en sus ojos también hay tristeza.

—Ed, no quiero que te vayas— dice ahora llorando más fuerte.

—Me gustaría no irme, pero ya te dije. Si quieres a un hermano rico y famoso tienes que dejar que vaya a Londres.

—No quiero que seas rico y famoso, te quiero aquí.

—Y yo que creí que querías que fuera famoso.

—Nada vale más que tenerte aquí. Eres mi persona favorita, y ahora sin ti y sin Rowan, quedaré totalmente sola.

El nudo en la garganta aparece de nuevo al escuchar su nombre.

—No estás sola, tienes a Holly, y a tus amigas, además yo no me voy para siempre, voy a regresar para diciembre, así que apártame un poco de recalentado ¿si?

Asiente de nuevo y me da un último abrazo antes de despedirnos.

Me alejo de la calle, pasando por los mismos lugares en los que estuvimos, recordando cada paseo, cada pisada, lo que veíamos, nuestras pláticas. Podría jurar que ahora veo sus ojos tornándose de verdes a grises con la luz del sol. Tomando mi mano y tirando cada tanto datos de plantas, a pesar de que no entendía gran cosa, siempre la escuchaba con atención.

Put it all on me [Ed Sheeran] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora