Capitulo 5

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- ¿a donde vas, morena preciosa?


—Imagino que tienes una buena razón para despertarme tan temprano —dije adormilado y rabioso por el sueño robado por mi amigo.
—¡Si que la tengo! ¡Es martes y tienes que llegar a todas las clases! —respondió Ben recordándome mis deberes.
—¡Ya estaba despierto! —mentí.
—Si, lo que tú digas Tim —dijo Ben. Lo escuché subirse a su auto —Recuerda que tenemos clase con la Sra. D, así que saca tu culo de la cama y muévete. Tienes exactamente 20 min. Pasaré por tu casa, más vale que te vea sobre tu moto con unas enormes gafas negras para que tapes la resaca que debes tener y dirigiéndote hacia la institución a la que tú, con tanto cariño, llamas el purgatorio en la tierra.
—Prácticamente ya estoy en la moto —respondí huraño.
—Por lo menos péinate y arréglate un poco —me dijo como si fuera un niño. Sonreí por lo bajo.
—Me urge acostumbrarme a estas horas de entrada —respondí mientras sacaba ropa del armario y entraba al baño —Por cierto Ben...
—¿Si? —dijo él.
—Gracias —dije.
—No es nada hermano —respondió.

Corte el teléfono y terminé de vestirme. Salí del baño y entré en la cocina para tomarme rápidamente un café. Reí por lo bajo al pensar que Benton ahora debía estar intentando despertar a Max. Terminé el café y tomé mis cosas. Salí de la casa y me acerqué a mi linda moto. La única mujer que nunca me reprochaba nada. A lo lejos vi el auto de Ben y sin seguir dando vueltas prendí mi moto y seguí su auto hacia la institución. Pronto llegamos.

—Ben ¿Acaso nunca te cansas de ser tan responsable? —preguntó Max recargándose en el carro en el lugar habitual donde nos reuníamos antes de entrar a clases, con una nota de admiración hacia su amigo.
De alguna forma había logrado que se levantara de la cama para llegar temprano y además había llegado a una cafetería y había traído cafés para los tres. El aludido solo se encogió de hombros.
—Solamente trato de asegurarme de que mis futuros socios no sean unos completos y verdaderos inútiles —dijo quitándole importancia y mirando distraídamente hacia otro lado para evitar las miradas de gratitud de nosotros.
—De todos modos un día de estos te lo retribuiremos —dije mientras sorbía un poco de café y miraba hacia otro lugar al igual que Ben en un intento por que la situación no se volviese más sentimental de lo que ya estaba.
—¡Eso es un hecho! —afirmó Max mientras le daba un golpecito afectuoso a Ben. Ciertamente Max era el más afectuoso de los tres, Ben el responsable... y eso me deja a mí el lugar de la manzana de la discordia. Esa conclusión me hizo sonreír —¿Ves? ¡Hasta Timmy está sonriendo! Somos tan afortunados al tenerte Ben —dijo y le dio otro golpecito esta vez uno más fuerte provocando que Ben derramara un poco de su café.
—¡Genial! ¡Está hirviendo Max! —dijo cambiando la taza de mano y secándose la otra en la ropa del castaño.
—Lo siento —dijo resignado a que valía más dejar que se secara en él.
—Mira quien viene ahí —dijo Ben mientras prendía un cigarrillo y hacía que Max sostuviera su café —¿No fumas hoy? —me preguntó sorprendido.
—Esta mañana me es más urgente tomarme este café para despabilarme un poco —dije.

En ese momento el auto al que había llamado mi atención Ben estacionó al lado de mi moto, justo enfrente de donde estábamos nosotros reunidos.
De ahí se bajó primero , el cual fue al otro lado del auto y le abrió la puerta a Lea
Esta bajó con cuidado y tomando su bolso, le entregó una amable sonrisa a su compañero y se dispuso a caminar dentro de la Universidad.

—¡Buenos días Lea! —le habló Max.
Ella dirigió su mirada a nosotros. Sonrió levemente.
—Buenos días —saludó ella haciendo que Hood me dirigiera una mirada recelosa, para luego llamar la atención de ella con alguna conversación insulsa y vacía.
—Está bien creo que ya me despabile, dame un cigarrillo —le pedí a Max.
—Te lo terminas en el camino, ya es hora —me urgió Ben, mientras se adelantaba unos pasos de nosotros —Vamos, arrastren sus dormidos culos hasta el aula.
—¿Qué le pasa a este que siempre está demasiado despierto para mi gusto por las mañanas? —me dijo en un susurro el castaño.
—¡Escuche eso Jamenson! ¡Muévete!
—Amigo, lo que tú necesitas es relajarte —refutó Max.
Ben solo lo ignoró, no se pondría a discutir con Max cuando podía empujarlo hacia el salón.
—¡Otra vez tarde Chalamet, Washo y Jamenson! —exclamó la maestra.
—Y si no fuera por Benton no habríamos llegado, y si no fuera por Max no hubiésemos llegado tarde, si tan solo no se hubiera puesto a discutir con Ben justo antes de entrar —me quejé en un murmullo.
—¡Timothee! ¿Qué es lo que tanto dice? —preguntó la Sra. D.
—Esta mañana luce especialmente hermosa profe, ¿Acaso se cortó el pelo?
—Siéntese Chalamet —me ordenó con recelo.
Tomé asiento atrás de Winkler, al poco tiempo la clase me aburrió y tiré de su pelo levemente, pero ella me ignoró, solo lo acomodó hacia un lado. Volví a tirar de un mechón y me ignoró otra vez. Lo volví a hacer, porque no se iba a atrever a ignorarme dos veces ¿verdad?
—Vuelve a jalar de mi pelo y te enterrare la nariz en el cerebro —me amenazó en un susurro.
—Me gustaría que lo intentaras —le contesté.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —preguntó fastidiada.
—Si te digo tal vez no quieras volver a hablarme.
—Eres un sucio.
—Un día nos podríamos bañar juntos —le dije.
—Imbécil —respondió y volvió su atención a la profesora.

Peligrosa Obsesión -Timothée Chalamet-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora