Capitulo 10

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—Chalamet, o Tim solo por ser usted.


Me desperté a causa del maldito despertador que Benton me había obligado a tener. Giré sobre el colchón y estiré mi mano para apagarlo. Volví a girar para mirar al techo. Mi cabeza se estaba partiendo, si no me equivoco logré dormir lo mismo que nada. Toda la noche mi conciencia se encargó de que mi persona se sintiera verdaderamente mal.
Me levanté y me dirigí al baño. Me di una ducha rápida y salí para cambiarme. Tomé un poco de café y salí en mi moto para otro maldito día en ese infierno. Recordé que hoy es la maldita fiesta de mi padre. ¡Demonios, nada podía ser peor!

Llegué y me encontré con Max y Ben esperándome para entrar. Sin quitarme los anteojos me acerque a ellos. El rubio me miró bien.
—Uuuh, esa es cara de haber tenido mal sexo —aseguró el castaño.
—Te equivocas Maxi max, esa es cara de no haber llegado al coito —dijo Ben.
Me quité los anteojos y los miré con cara de pocos amigos, para luego gruñirles por lo bajo. No estaba de humor para soportar sus teorías y burlas.

—Creo que si las miradas mataran, ya estaríamos muertos B —dijo Max.
Los volví a fulminar con la mirada. Maldito si seguía provocándome no iba a terminar bien. Ben se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su hombro. Comenzamos a caminar hacia las malditas clases, me adelante un poco, pero podía escucharlos perfectamente.
—Amigo, ¿recuerdas que Tim perteneció al equipo de lucha en la secundaria? —le preguntó Jamenson por lo bajo.
—Si —se limitó a decir el rubio.
—También, ¿recuerdas cuando peleaba en los bares?
—Aja —respondió Max.
—¿Y recuerdas que peleó con Jonas y lo venció limpiamente?
Giré un poco la cabeza para mirarlos y Max miró nervioso a Ben.
—Si, lo recuerdo.
—Entonces no insistamos más, ciertamente no somos Jonas. No creo que tengamos tanta suerte si continuamos —dijo él. Llegamos al salón y era una de las pocas veces en las que llegábamos temprano.
Miré a mí alrededor y Kate no estaba. Gracias a Dios no estaba. Me senté en la última fila y logré hacer que mi cabeza se fuera de aquel lugar. La clase de Historia Universal comenzó, era tan tediosa aquella clase.
La puerta del salón se abrió y ella entró. Me senté derecho para mirarla, y a mi cabeza vino lo de ayer. Habérmela imaginado mientras estaba con otra era algo poco común en mí.

—Lo siento, se me ha hecho tarde —se disculpó.

La profesora la disculpó y ella miró a su alrededor para buscar un asiento. Él único lugar que quedaba era el que estaba a mi lado. Intentó buscar otro lugar, pero nada la salvaría de sentarse conmigo. Se acercó y con cuidado se sentó.

—Buen día —me saludó por lo bajo.
—Ojala pudiera decir lo mismo —le dije. Se giró a verme.
—¿No dormiste bien anoche? —me preguntó.
—¿Cómo sabes? —dije.

Ella sacó un cuaderno y comenzó a escribir lo que la profesora estaba diciendo. Miré con detenimiento cada movimiento que hacía su nariz al escribir. Llevó la punta de la lapicera a su boca para morder levemente la punta.
¡Oh dios, yo tengo que hacer algo para poder estar con esta chica!
Se giró a verme, y me encontró mirándola fijamente.

—¿Qué sucede? —me preguntó.
—Nada, solo te miraba —contesté.
—Después puedo prestarte un poco de tapa ojeras, si quieres —me dijo algo divertida.
—Oh, que considerada que eres cariño.
—Lo se —dijo orgullosa de ella misma y volvió a concentrarse en escribir.
La clase se me hizo lenta e interminable. Lea contribuía a ello, totalmente concentrada en lo que decían o escribían.
—Podemos salir mañana muñeca —le hablé. Se giró a verme.
—¿Mañana? —preguntó.
—Si, ¿Por qué no?
—¿Es necesario?
—¿Cuál es el problema?
—El problema Timothee, es que... no quiero problemas —dijo divertida.
—¿Problemas?
—Ya sabes de quien te estoy hablando. Anne.
—Oh, Anne —dije frustrado.
—De verdad tendrías que hablar con ella, esta obsesionada contigo. Por un lado le tengo lastima, debe ser horrible enamorarse de alguien que solo piensa en si mismo.
—Juro que yo jamás le di motivos para que se enamorara —me defendí.
—Tim, chicas como ella se enamoran fácilmente de hombres como tú.
—¿Hombres como yo?
—De pura palabra, pero con cero ganas de compromisos —me dijo.
—¿Y chicas como tú? ¿Qué clase hombres buscan? —le pregunté.
Me miró fijo a los ojos y luego sonrió levemente.
—Chicas como yo buscan constantemente alguien que no sea posesivo y este dispuesto a entregarse a una relación divertida y sana. Un hombre con el que puedas hablar de cualquier cosa y sentirte cómoda —me dijo.
—¿Jonas no podía hacer eso?
—Al principio si, pero luego se volvió insoportable.
—Yo soy un hombre con el que perfectamente puedes hablar —dije. Volvió a sonreír.
—Si, lo imagino —dijo sarcástica —Eres el sapo imposible de transformar en príncipe.
El timbre sonó y todos comenzaron a salir. Ella se puso de pie y antes de salir del todo se giró a verme.
—Por eso se enamoran ti, creen que pueden cambiarte —me dijo. La miré fijo —Pero eso, esta totalmente fuera del alcance de sus manos.

Peligrosa Obsesión -Timothée Chalamet-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora