Capitulo 20

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Hoy era un dia tranquilo iba caminando por los pasillos viejos de la universidad, me sentia bastante relajado de las clases y de algunas personas que me quitan la paz (Anne), mientras me acercaba a mi casillero para dejar los libros allí antes de ir a la siguiente clase. Debo decir que, ultimamente he sido muy responsable, no he llegado tarde a ninguna clase y he ido a todas. La verdad me sentia bien, no tenia quejas sobre lo poco que estaba cambiando en mi, al final de todo era para mi propio bien ¿verdad?
Vi como mi prima caminaba hacia mí, pero no me había visto.

—Cassie —la llamé. Ella levantó la vista y me miró.
—¿Qué haces. tontin? —me preguntó.
—Busco unas cosas —le dije y miré a su alrededor para ver si estaba Lea. Desde que se encontraron habían estado hablando y yo no tuve tiempo de bombardear a mi prima con preguntas sobre de donde demonios se conocían, asi que era ahora o nunca. Y ni siquiera me importaba disimular mi interes —¿Vas a contarme de donde conoces a Lea?
—Juro que aun no puedo creer que ella este aquí. Y yo que pensé que llegaría aquí para amargarme como la mejor...
—Aja, si, que bueno —dije sin mucho interés —¿Me cuentas?
—Mmm, que interés.
—Vamos Cass, soy tu primo y no tengo toda la vida.
—Te cuento luego, ahora tengo que ir a clases. Te quiero —besó mi mejilla y se fue dejándome con aquella maldita intriga.

Volví mi vista al frente y la que venía ahora hacia mi era la morena que atormentaba mis pensamientos. No podía dejar pasar esta oportunidad, tenía que saber. Me puse justo en su camino, ella miraba para atrás sin dejar de caminar, ya que estaba hablando con alguien del cual se estaba alejando.
Volvió su vista al frente y chocó levemente contra mí.
—Auch, me asustaste —me dijo.
—Hola, muñeca —la saludé.
—¿Qué quieres? —me preguntó cortante. Aun estaba sentida por lo del beso. Sonreí por lo bajo y la miré a los ojos.
—¿De donde conoces a Cassie? —le pregunté.

Su mirada acusadora cambió por una mirada asombrada y algo avergonzada. Apretó sus labios y luego sonrió.
—Pasado tormentoso, Tim. No quieres saberlo —dijo y me guiñó un ojo para comenzar a caminar y alejarse de mí.
—Si quiero saber —le dije, mientras ella caminaba. Se giró a verme y sonrió.
—No, no quieres saberlo.

Siguió caminando y me dejó con más intriga de la que ya tenía.
¡Mierda, tengo que saber de donde se conocen! ¿Y que es eso de pasado tormentoso?
Como dijo Max, ¿qué es lo que esconden ese par de ojos chocolate?
El resto del día se me pasó bastante lento, siempre me pasa eso cuando estoy con algo que me intriga en la cabeza. Ben, Max y yo salimos de nuestra última clase y caminamos hasta el estacionamiento para irnos a nuestras respectivas casas. Me prendí un cigarrillo, y comencé a compartirlo con Max
—Que día —suspiró el rubio mientras soltaba el humo por la boca.
—Ni lo digas —dijo Ben mientras aspiraba el suyo.

Entonces los tres detuvimos nuestros pasos al verlas caminar sin dejar de hablar y reír. Juro que en un momento la imagen se volvió en cámara lenta y cada movimiento que ellas hacían se veía con más claridad. Fijé mi mirada en Lea, miré el movimiento de sus labios al hablar, la forma en la que se curva su boca al sonreír. Sus largas pestañas, el dorado de su piel, la suavidad que muestran sus piernas...
¡Diablos! ¡No puede ser que aun no me haya acostado con ella!
—Creo que estamos viendo como empieza la destrucción del mundo —les dije a mis amigos.
—Yo creo que las tres hacen un lindo trío de ángeles —dijo Ben con tono bobo.
—Yo creo que mejor nos cuidamos las espaldas —aseguró el rubio.

Las tres se subieron al auto de la morena y prendieron marcha. Nosotros terminamos nuestros cigarrillos y también prendimos marcha a nuestras casas. Cuando llegué me tiré de cabeza al sillón. Realmente estaba agotado.
Tomé el control remoto y prendí la tele. El timbre mi departamento sonó. Fruncí el ceño, ¿quién podrá ser? Yo no espero a nadie hoy. Caminé y abrí la puerta.
—Hola primito, gracias por darme asilo en tu hogar —dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.
Entró con unas tres valijas y las soltó en medio del living. La miré sin poder creerlo.
—Pero Cass...
El timbre volvió a sonar, me acerqué a la puerta y la abrí.
—Hola Tim, no sabía que estarías aquí —me dijo ella.
—Te recuerdo que esta es mi casa —le contesté.
—Lea, pasa —le dijo Cassie. La morena sonrió y pasó. Se abrazaron amistosamente y se sentaron en el sillón.
¿Acaso yo estaba teniendo una pesadilla y en cualquier momento iba a despertar?
Ambas me miraron y juro que sentí miedo.
—¿Qué te pasa? —me preguntó mi prima.
—No, nada —le dije y me acerqué a la mesa de mármol que estaba allí para sentarme y comer un poco de galletas.
Ellas hablaban en vos baja y de vez en cuando Cass me miraba de reojo. ¡Dios mío, esto no podía ser peor! El timbre volvió a sonar. Suspiré frustrado.
—Timmy, ¿puedes abrir? Esa debe ser Emma —me dijo mi prima.
—¿Me ves cara de mayordomo? —le pregunté.
—Anda, no seas malito —dijo la morena poniendo su mejor cara de niña buena.
La miré fijo y asentí. Caminé hasta la puerta y la abrí. La pequeña figura de Emma me miró fijo y acomodó sus anteojos.
—Lo siento, creo que me equivoqué —dijo tímida.
—No, no te equivocaste, pasa están adentro —le dije. Ella asintió y entró.
La pequeña Emma se acercó a las otras dos y se abrazaron dulcemente. Se sentaron y comenzaron a hablar en voz baja. Las tres giraron su vista hacia mí.
—Ya puedes irte —dijo Cassie
—¿Qué? —le pregunté —No saldré para que ustedes trío de diabólicas conspiradoras estén solas en MI casa.
Lea rió por lo bajo.
—¿Te sientes intimidado? —le preguntó ella.
—Solo me temo que incendien mi casa. Además que no tengo a donde ir —dijo y puse mi mejor cara de perrito mojado. Lea miró a Cassie y a Emma.
—No podemos dejarlo en la calle, miren su cara de perrito mojado —les dijo.
—No me ayudes, Lea —le pedí.
—Bueno, parece que estás sensible hoy —me dijo y volvió su vista a las chicas.
Sonreí por lo bajo y caminé hasta el pasillo.

Peligrosa Obsesión -Timothée Chalamet-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora