Capitulo 18

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Me desperté más temprano de lo que en verdad estoy acostumbrado. Me pegué una refrescante ducha y comí una quemada tostada antes de salir de mi departamento, a un agotador lunes en la universidad.
El domingo se me había pasado rápido hablando con mi nana y recordando cosas de cuando era niño. La hice desistir de la absurda idea de que tenia sentimientos por Lea.
Ese concepto no está incluido en el diccionario de mi vida.

—Uno nunca sabe cuando el amor le llega, Timothee —me dijo Rose —Pero de que llega, llega. Sin avisar y sin permiso, y hay veces en las que se va de la misma manera de la que vino. 

Sacudí mi cabeza y me subí a mi moto para prender marcha a las tareas del día. Llegué y me encontré con Ben y Max.
—Hey, Timmy Tim — odiaba con todo mi corazon que me llamaran asi — ¿Qué tal? —me preguntó Ben.
—Bien, ¿tú? —le dije.
—Excelente —contestó. Lo miré atentamente.
—¿Realizada la hazaña? —dije al ver su rostro de autosuficiencia.
—Realizada —contestó. Chocamos nuestras puños. Ben anotaba otra más a su lista de mujeres. Una lista larga y morbosa. Yo nunca hice una lista, y tampoco pienso hacerla.

—¿Y tú, rubio? —le hablé a mi otro amigo.
Él estaba serio y parecía molesto. Miré a Ben y me hizo un gesto con los hombros.
—No sé que le pasa, así está desde que llegué —dijo.
Ambos nos giramos a verlo.
—¿Qué pasa hermano? —le pregunté algo preocupado, nunca lo había visto tan serio.
Él terminó de fumar su cigarrillo y lo tiró hacia un costado. Mientras yo aun estaba desayunando mi cigarrillo. 
—No pasa nada —contestó secamente. Otra vez con Ben nos miramos extrañados.
Pero mi atención fue llamada por un auto que acaba de entrar al estacionamiento. Era nuevo, pues nunca lo habíamos visto antes.

—Un Audi S4 Cabriolet, ¿de quien es esa belleza? —habló Ben sin dejar de mirar el auto.
Hasta que una pequeña figura se bajó de allí.
—Lea —dije sonriente.
—Mira como le brillaron los ojos —Con que Max para molestarme si presta atencion. Me giré a verlo.
—¿Estás vivo? —dije y palmeé su hombro —Pensé que no.
Volví mi vista a la morena. Ella cerró la puerta de su auto y con una sonrisa de oreja a oreja se acercó a nosotros.
—Hola, muchachos —nos dijo.
—¿Cómo estás, Lea? —le preguntó Max. Ella lo miró bien.
—Creo que mejor que tú —dijo ella.
—Si, no sabemos que le pasa —dijo Ben.
—No me pasa nada —soltó exasperado —¿Acaso nunca tuvieron un mal día?
—¿Estrenando auto? —le pregunté y logré al fin obtener una mirada fija de su parte. Sonrió mostrándome todos sus dientes.
—Si —dijo contenta —Al fin me trajeron mi auto. Ya no voy a depender de chóferes celosos y que se quieren aprovechar de ti.
—¿Eso último fue una indirecta para mi? —le dije. Ben rió.
—Más que indirecta, diría directa amigo —me dijo y palmeó mi espalda.
—Exacto —agregó la morena y nos miró consecutivamente a los tres —¿Han desayunado?
Los tres negamos con la cabeza algo confundidos.
—Comí media tostada quemada —le dije.
—Yo no tuve tiempo —dijo Max.
—Y yo ganas —le dijo Ben.
—Son un horror —se acercó a nosotros y sin decir nada nos quitó el cigarrillo a Ben y a mí, y le quitó a Ben el que estaba por prender.
—Pero ¿qué haces? —le preguntó el rubio.
—No pueden fumar sin desayunar —nos dijo y arrojó los cigarrillos a los lejos.
—Ese estaba entero —lloriqueó Max.
—Lo lamento, pero yo no puedo permitir que consuman sus vidas con estas porquerías —dijo ella algo nerviosa. Ben la miró con ternura.
—Siempre quise tener a alguien que me dijera eso —le dijo y se acercó a abrazarla.
Max se unió a su tonto abrazó. Sentí una pequeña punzada en el estomago pero ¿porque? ellos son mis amigos y Lea es solo una conocida.

Claro, Timothee, solo una conocida que te tiene delirando con besarla de nuevo.

—Ya, ya, suéltenla —les dije. Ambos se alejaron —No la asfixien. 
—¡Ja! —dijo ella divertida —Mira quien habla.
—Eso mismo, Tim. Mira quien habla —agregó Ben.
—Bueno, no voy a dejar que vuelvan a fumar sin haber desayunado antes, ¿entendieron? Eso les hace más daño del que ya se hacen al fumar —nos dijo. Los tres asentimos como niños pequeños —Ahora caminen que vamos a llegar tarde.

Peligrosa Obsesión -Timothée Chalamet-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora