Capitulo 30

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—Eres un asqueroso y repugnante alcohólico.

—Estoy orgulloso, sabes.


¡Es que no es posible! ¡Ni siquiera se giró a verme cuando coqueteaba descaradamente frente a otras!
Al parecer iba en serio con que ya no le importaba en lo mas mínimo. 
Llegué a mi casa y me tiré exhausto en mi lindo sillón, había ido a la oficina de mi papá y se me había hecho tarde allí. Tomé el control y prendí la televisión, necesitaba dejar los pensamientos sobre Lea y su indiferencia hacia mi. 

—Conquístala, llevándole música a la puerta de su casa. Estamos completamente seguros de que caerá rendida a tus pies.
No puedo creer que la tele me acabara de decir eso. Era como una señal. Pero ¿de donde voy a sacar yo músicos a estas horas y un lunes? ¿Por qué siquiera estoy considerando esto una opción?
Cassie se acercó a mí y se sentó a mi lado.
—¿Qué te pasa? —me preguntó.
—No te importa, ocultadora de información —le dije resentido.
—Si lo dices por Lea, de verdad te digo que no se que le pasa. Te juro que hoy le pregunte, y me dijo que de verdad ya no quiere tener nada que ver contigo, y que si para hacer eso tendría que dejar de hablarte y mirarte, pues que estaba dispuesta a hacerlo.
—¿Me hablas enserio? —dije sin poder creerlo, sentándome en el sillón, sentí mis mejillas arder y mi estomago retorcerse. ¿Qué hice para que Lea me llegara a repudiar tanto?
—Eso me dijo ella —aseguró.
—Tengo que irme —dije y me puse de pie —No me esperes despierta.

Corrí hasta el baño, me duché, me cambié y salí de mi casa lo más rápido que pude. Ya eran las 12 de la noche y si seguía perdiendo mi tiempo iba a llegar más tarde aun.
—¿Están listos? —les pregunté. Todos ellos asintieron. Había estado casi 2 horas buscando músicos y les había ofrecido el doble de lo que cobraban para que vinieran conmigo. No podía creer lo que estaba apunto de hacer para recuperar a Lea y poder cogerm... poder estar con ella —Cuando escuchen un regaño, luego de eso... comienzan a tocar.

Todos volvieron a asentir. Los hice subir en el ascensor y me baje en el piso 6 con los músicos siguiéndome los pasos, sentía mis manos sudar mientras cada paso que daba era mas lento, nunca sabia como iba a reaccionar Lea, pensé que sabia de mujeres hasta que la conocí. 

Había encontrado la forma de entrar al edificio sin que nadie me abriera con la llave. Eso se llama ser un genio. Les hice un gesto para que se quedaran escondidos del lado de los ascensores, mientras yo iba hacia el loft. Me acomodé bien y respiré profundamente, preguntándome por enésima vez si valía la pena esta ridiculez, pero se me vinieron a la mente las piernas morenas de Lea, y si, definitivamente lo vale. 
Mi plan de arrepentimiento y conquista comenzaba aquí. Toqué el timbre, y luego miré mi reloj. Maldije por lo bajo al darme cuenta de que ya eran las dos de la mañana. Pero ya estaba jugado, no iba a irme hasta que el diablo vuelto mujer me abriera la puerta.
Volví a tocar, ya que nadie contestaba. Volví a hacerlo dos veces más.
—¡Ya va, maldita sea! —la escuché gritar desde adentro.

Eso, para nada, pero para nada, es un buen comienzo. La puerta se abrió y su pequeña figura estaba metida dentro de un poco sexy atuendo, una camisa enorme, le llegaba hasta por apenas arriba de las rodillas. Sus pezones desnudos me saludaban efusivamente desde debajo de la tela desgastada de su camisa. Tenía el pelo todo desordenado y una cara de dormida terrible. Sus ojos se abrieron bien.
—¡Grítame, aviéntame con lo que quieras, golpéame, ódiame, pero ya no me ignores! Me estas acabando —le dije antes de que me pudiera decir algo.
—No puedo creerlo —habló ella —¡Son las dos de la mañana Timothee, estaba durmiendo! ¿No pudiste decirme esto mañana en la universidad?
La música comenzó a sonar y ella frunció el ceño. Yo sonreí para mi mismo mordiéndome el labio. Ella clavó sus ojos en mí.
—Te traje música —le hablé. Me miró frustrada.
—A veces de verdad me parece que te esfuerzas en ser intolerable, ¿Acaso lo quieres convertir en un deporte? —me preguntó —Tengo vecinos.
—No lo hice con malas intenciones, no soportaba que te comportaras asi conmigo, no puedes hacerme a un lado para toda la vida —me disculpé poniendo mi mejor cara de niño bueno.
Ella soltó un suspiro y me miró.
—Dile a los músicos que se vayan, y entra. Así terminamos en serio con esto —me dijo y entró a su departamento. Me di vuelta e hice mi mejor gesto de 'victoria'. Fui hasta donde estaban los muchachos y los despaché, lo más rápido que pude. Volví y subí. La puerta estaba abierta. Entré y ella estaba haciendo algo en su pequeña cocina. Me acerqué y se giro a mirarme.
—Eres tremendo, ¿sabes? —me dijo subiendo las cejas. Sus piernas desnudas me pedían a gritos que las volteara a ver y me quedara ahí. Sonreí levemente.
—Tenia que hacer el ridículo en grande para que me voltearas a ver, ya no... no podía aguantar tu soberbia.
—¿Mi soberbia? ¿Me estas llamando soberbia? —preguntó clavando su chocolate mirada en mí, apretando los labios para no admitir que le divertía esta situación. 
—Si muñeca, eres muy, pero muy soberbia. 
—Solo con la gente que lo merece, y creo que tú lo mereces —dijo. Se acercó a mí y me entregó un vaso de jugo. La miré y miré el vaso.
—¿No tienes algo más... fuerte?
—¿Alcohol?
—Podría ser —dije.
—No, yo no voy a darte alcohol —me dijo.
—Vamos, no seas miedosa, tomemos un poco para entrar en confianza — Le sonreí coqueto, me gustaba lo fresca que se sentía su actitud, me sentía muy a gusto.
—Yo no quiero entrar en confianza contigo —me aseguró.
—¿Qué pasó? ¿Qué hice de malo para que hoy me ignoraras completamente? —le pregunté.
Me miró fijo y se alejó de mí, se agachó a buscar algo debajo de una de las mesadas. Me quedó al frente una linda vista de su trasero con una pequeña tanga negra apretada que no me dejó nada a la imaginación, y la emoción en mis pantalones comenzó a ser notoria. Tragué saliva sonoramente hace tanto, para mi gusto, que no veo a una chica desnuda, y a la única que me imagino en esa situación es a Lea. Estoy jodido.
—Si, aquí hay algo —dijo y se incorporó como si no acabara de mostrarme sus nalgas en una tanga. 
—¿Qué es? — Le respondí como si nada también.
—Vodka.
—Mmm, amo el vodka.
—Eres un asqueroso y repugnante alcohólico.
—Estoy orgulloso, sabes.

Peligrosa Obsesión -Timothée Chalamet-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora